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Más de treinta personas se reúnen para ver salir el sol en la playa de Barcelona con auriculares inalámbricos: así es este singular encuentro semanal

Nos infiltramos en estas sesiones de meditación, yoga y danza que unen a personas de todo el mundo.

Rita Roig
Escrito por
Rita Roig
Editora Cultura i Notícies
Sunrise session
Rita Roig | Sunrise session
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Son las cinco de la mañana. Por las calles de la ciudad parece que solo hay dos tipos de personas: las que van al trabajo y las que vuelven de fiesta. Se distinguen fácilmente. Pero si os fijáis, quizá haréis contacto visual con un tercer tipo de barcelonés madrugador que, despierto y feliz, baja hacia la playa con mallas o una camisa de lino. O quizá me veréis a mí: tengo mucho sueño, no me he peinado, y también bajo hacia la playa para descubrir quiénes son las personas que se reunirán allí de madrugada, qué harán y (¡sobre todo!) por qué lo hacen a estas horas intempestivas.

Un poco al estilo de 21 días con Samanta, he decidido probar actividades de una Barcelona que no es la mía. Ponerme en los zapatos de personas que pisan los panots con la flor cada día, como yo, pero lo hacen para ir a lugares bastante diferentes de los que frecuento. Con mis amigas, a menudo hablamos de esta gente diciendo que “están permanentemente de Erasmus en Barcelona”: se apuntan a actividades, buscan comunidades donde encontrarse, hablan en otros idiomas y, quizá trabajan aquí, pero parece que estén permanentemente de vacaciones. Son lo que hemos bautizado como expats.

Show up. Sunrise session
Rita RoigShow up. Sunrise session

Hemos llegado a la playa cinco minutos antes de que empiece la actividad, que lleva el nombre de Sunrise Session in Spanish y la organiza una plataforma llamada Show Up. En su biografía de Instagram (veinte mil seguidores) me informan de que sus pilares son el breathwork (la respiración), el cold plunge (los baños en frío) y la community (¿hace falta que lo traduzca?). Son una comunidad con presencia en otras ciudades del mundo como Málaga, Dublín o Londres y aquí, el organizador es el doctor Jake Wright, que se define a sí mismo como consultor de wellness (bienestar, perdón, los anglicismos son necesarios para que tengáis la experiencia inmersiva completa) y que nos saluda e indica que cojamos unos auriculares inalámbricos. Empieza la experiencia.

Colocamos la toalla en la arena y por los auriculares suena música de esa que me ponía para estudiar (música para concentrarse, ondas alfa para meditación), aunque irá evolucionando hacia ritmos más tecno a medida que se aclare el cielo. Pero no nos adelantemos, de momento es noche cerrada. La meditación guiada la harán Jennifer y Estefano (esta vez en castellano, advierten, a diferencia del inglés habitual), son argentinos y tienen un proyecto común que se llama Respira, siente y conecta, y nos invitan a relajarnos. Antes, sin embargo, nos recuerdan que esta semana tiene lugar en Barcelona el Festival de la Conciencia. Lo hacen en el Centre de Convencions Internacional de Barcelona, el abono cuesta 130 euros y ellos colaboran ofreciendo un taller de meditación y de baños en hielo.

Sunrise session
Rita RoigSunrise session

La práctica que haremos se basa en tres pilares: la gratitud, el amor y la autenticidad. Mientras nos guían la respiración, sentada, veo a las otras personas en la playa: hay un grupo de amigos que se baña en el mar después de una noche memorable y varias personas haciendo paddle surf. También hay algún borracho que nos señala. Jennifer y Estefano nos recuerdan que el amor es como una frecuencia que puede ser enviada y que, sobre todo, debemos amarnos por lo que somos. La meditación se transforma en una clase de yoga y, a medida que la música de los auriculares se acelera, la clase de yoga se convierte en una sesión de baile. El sol aún no ha salido, pero está a punto de hacerlo. Es entonces cuando, en un acto muy traicionero (¡esto no lo ponía en Instagram!), los líderes nos piden que abracemos a un desconocido. 

Sunrise session
Rita RoigSunrise session

Son las siete y tres cuartos, pienso que tengo que ir a casa a ducharme antes del trabajo y que necesito un café urgentemente. La mayoría de los bares aún no han abierto, evidentemente. Decido dejar pasar la oportunidad de desayunar con mis nuevos amigos de Erasmus, le grabo un audio a una amiga contándole la experiencia delirante que acabo de vivir y se me acerca una chica: “¡Guau! ¡Debemos de ser las únicas personas aquí que hablamos catalán!”. Qué vergüenza, ha oído mi nota de voz. En el metro de vuelta no pienso en el sonido de las olas golpeando la arena de la playa ni en las gaviotas: no los recuerdo porque no llevaba auriculares. De hecho, mientras Jennifer y Estefano me decían que cerrara los ojos y me concentrara en mí misma pensaba que, con poco esfuerzo, sería fácil olvidarme de que estoy en Barcelona y teletransportarme por unos instantes a cualquier otra ciudad del mundo.

Sunrise session
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