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En Inglaterra, es tradición aprovechar el sol del verano para representar obras de teatro en los grandes parques —y nada detiene la función, ni siquiera la lluvia—, e incluso en los jardines privados de casas señoriales, que a menudo se abren al gran público solo para esta ocasión especial. La compañía de teatro Parking Shakespeare —conocida por versionar las obras del dramaturgo inglés con adaptaciones alejadas del original y con un giro humorístico habitual— mantiene este ritual que se practica desde hace generaciones, y presenta el estreno mundial de Cimbelí en catalán, en el Parque de la Estación del Norte, bajo la dirección de Jenny Beacraft y con traducción de Salvador Oliva. Las funciones tienen lugar cada día de la semana (excepto martes y miércoles) a las 19 h, del 3 al 28 de julio, y la entrada es de aportación voluntaria.
No es fácil reeditar una de las creaciones de Shakespeare, y por eso los directores cambian cada año. A veces es una figura reconocida la que se interesa por el proyecto y, otras veces, es la propia compañía la que escoge a dedo la dirección por su metodología y estilo. Eso sí, en todas las interpretaciones vuelcan un gran contenido social y contemporáneo, y las amenizan con un toque de humor para que el gran maestro inglés no pierda nunca su frescura.

Un Cimbelí alocado
Parking Shakespeare, creada en 2009 con la idea anglosajona de representar las obras de William Shakespeare en parques públicos y en catalán, vuelve en 2025 con una propuesta que apunta directo al estilo más atrevido y ecléctico que caracteriza a la compañía. Cimbelí, adaptación de Cimbelino, publicada originalmente en 1610, es una tragicomedia que da mucho juego: una especie de destilado de los grandes temas de Shakespeare, mezclados como en una última gran obra de síntesis.

Es una aventura trepidante en la que aparece un desfile de personajes pasados de rosca: un rey incapaz de gobernar, una madrastra peligrosa que disimula sus intenciones mortales con una sonrisa dulce, un hijo narcisista hecho a medida para ser el niño mimado de casa, dos gemelos secuestrados hace años, una historia de amor que desafía al destino y, en el centro de todo, quizás la heroína más valiente de Shakespeare: Imógena.
Como siempre, la obra no se queda solo en el escenario —una estructura minimalista que imita los teatros griegos del Parque de la Estación del Norte—, sino que rompe la cuarta pared e interactúa con el público. Así que no os sorprendáis si, de repente, os convertís en un personaje más de uno de los cuentos más animados de Shakespeare.