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¿Por qué el cine catalán no tiene a sus Beatles?

Escrito por
Pere Vall
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Ah, ¿pero los conciertos siempre empiezan tarde?

Prueba irrefutable que un servidor está ociosamente caducado y fuera de circulación del mundo de la noche: me presenté a un concierto de pequeño formato media hora antes de que comenzase. Porque no sabía que se iniciaría 30 minutos después de la hora anunciada. Ya me tenéis, hace unos días, en la puerta del Heliogàbal intrigado en por qué la persiana seguía bajada si sólo faltaban cinco minutos para la actuación de Marialluïsa. Los chicos de Igualada, con Pau Codina al frente, no habían ni siquiera entrado en el veterano local del barrio de Gràcia. Aún estaban cenando, fumando o, en la calle, hablando con los colegas. Nota mental: no hacer nunca más el pardillo y llegar a los conciertos a la hora adecuada, que, en cualquier caso, jamás es la que marca tu entrada. Media hora después del horario previsto, mientras disfrutaba del pop metafísico de Codina y sus compañeros, me vino a la cabeza una pregunta cinéfila, industrial y existencial: ¿por qué los grupos de folk, rock y pop catalanes no tienen sus propias películas? ¿Por qué no tenemos unos nuestros Beatles o Los Bravos, que sí hicieron películas, bastante curiosas y logradas? ¡Aún estamos a tiempo, productores y directores!

De ‘Canet Rock’ a ‘Operación Triunfo: La película’

De entrada, yo ya me he ofrecido a Pau Codina (que, aparte de ser el cantante de Marialluïsa, estudia en la escuela de interpretación Nancy Tuñón y es uno de los fundadores del grupo de percusión Protons) para aparecer en su próximo videoclip. Pero, no, la cosa no se tiene que parar en los videoclips. Si tenemos un documental sobre Canet Rock dirigido por Francesc Bellmunt en 1976, ¿cómo es que ni Manel, ni Els Amics de les Arts, ni Oques Grasses, ni Txarango, ni La Pegatina, ni Els Pets, ni Gossos, ni Sopa de Cabra, ni Nyandú, ni Els Catarres han sido 'engañados' para dar el salto al cine? Con historias de ficción o argumentos que recreasen sus realidades cotidianas o excepcionales. Lo más parecido que se ha hecho, en los últimos años, son los films de Hombres G, Parchís o Regaliz, o la película sobre 'Operación Triunfo' que codirigieron Jaume Balagueró y Paco Plaza. Ah, calla, que los catalanes no hacemos este tipo de productos... ¡Tenemos tan buen gusto y vergüenza!

Els Catarres en... ¡acción!

Me imagino, por ejemplo, un largometraje de Carla Simón con Els Catarres de protagonistas: mientras Jan Riera se tiene que sacar de encima los millones de fans que le acosan, y salir a toda pastilla por la ventana, Èric Vergés y Roser Cruells, no sé, preparan la gira del grupo y tienen diversas movidas por el mundo. Unas cuantas canciones en directo, tres o cuatro escenas de intimidad (una cena, una reunión donde surgen, sin querer, los trapos sucios, una pequeña pelea, la esperada reconciliación), y, venga, ya tendríamos el 'Help!' catalán.


Un 'Bohemian Rhapsody' casero

A Txarango y a La Pegatina les iría bien una trama que les llevase a visitar los países más económica y políticamente deprimidos, mientras que los Manel y Els Amics de les Arts, dirigidos por Elena Trapé y Carlos Marqués-Marcet, respectivamente, podrían protagonizar películas rollo 'Bohemian Rhapsody' o 'Ha nacido una estrella', pero más calmadas, siguiendo esta estructura: ahora no nos conoce ni Dios; ahora las discográficas y los promotores de conciertos se nos disputan; ahora no nos entendemos tanto como al principio y no sabemos por qué. Creo que el cine catalán está desaprovechando a unos artistas que, aparte de saber cantar o tocar el bajo, tienen el suficiente carisma para aguantar un primer plano o interpretar un papel. No estamos exprimiendo suficientemente a los Beatles catalanes.

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