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Samantha Hudson y Mushka: “Nunca debes hacer lo que el público pide. Siempre debes hacer lo que te salga del coño”

Reunimos a las dos artistas en una conversación sobre sus nuevos álbumes, sus nuevos directos y mucho más, justo antes de que los presenten en el Sónar

Borja Duñó
Escrito por
Borja Duñó
Head of Editors, Barcelona
Muska & Samantha Hudson
Foto: Natàlia Cornudella / Time Out Barcelona | Muska & Samantha Hudson
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Las llevamos a los autos de choque del Tibidabo –todo el parque de atracciones cerrado para ellas, unas vistas espectaculares sobre Barcelona– y propiciamos una conversación inédita entre estas dos artistas aparentemente muy diferentes entre ellas, pero que comparten un montón de cosas. Ambas han estrenado álbum este año, y ambas lo presentan el sábado 14 de junio en el Sónar de Día. Mushka presentará Nova bossa y Samantha Hudson Música para muñecas, un poco la cara y la cruz. Por un lado, lo orgánico, que remite a la infancia con ritmos y sonoridades cálidas; por otro, una rave política sobre la disidencia de género, la gran ciudad y la disforia. ¿Qué se dicen dos artistas tan distintas cuando se encuentran? ¿De qué hablan? Las ponemos cara a cara y aguzamos el oído.

MUSHKA: Acabas de sacar álbum, ¿verdad?

SAMANTHA HUDSON: Sí, el 23 de mayo. ¿Tú cuándo lo sacaste?

M: A finales de enero, creo. No, finales de febrero.

S.H.: Ah, guau.

M: Sí, sí, no hace tanto. Y bien, muy bien, la verdad es que tenía ganas de sacarlo, porque ha sido un proceso muy... Es decir, no largo, pero muy intenso.

S.H.: ¿Cuánto tardaste en hacerlo?

M: Muy poco, como ocho meses, pero ocho meses contando másters, videoclips… Todo, todo, ocho meses desde la primera toma.

S.H.: ¿Y por qué crees que ha sido así?

M: Porque yo venía de hacer otro álbum y dije no, no voy a hacer nada hasta más adelante. Me fui a la montaña a hacer música sin preocuparme, como para no hacer nada, y de repente hice la primera canción con mi equipo. Dije, esto es una canción de álbum, y empezamos a hacerlo.

Mushka
Foto: Natàlia Cornudella / Time Out BarcelonaMushka

S.H.: ¿Por una canción?

M: Literal. Y pensé: esto es un álbum. Cada mes íbamos a la misma casa y seguíamos trabajando. De repente dije: quiero sacarlo ya porque ahora mismo me representa muchísimo.

S.H.: Qué pasada. Fíjate que yo he hecho lo contrario, porque los anteriores los hice en muy poco tiempo, también así, en plan… oh, este single me encanta, voy a hacer un álbum con este concepto. Y para Música para muñecas dije no, ahora me voy a tomar este proyecto con calma, pensando bien las canciones. Estuve prácticamente un mes en Valencia con mi productor, haciendo todas las canciones.

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M: ¿Y cuánto tardaste?

S.H.: Tardé mucho también porque, como hay colaboraciones... Zahara, Villano Antillano, la Zowie… Y surgieron como de una especie de epifanía, ¿no? De repente les digo: ¿quieres subirte a esta canción? Sí, pero claro… al final ha sido un viaje de casi dos años.

M: Ja, ja, es que realmente mola hacerlo con tiempo. Yo siempre decía: para el próximo álbum voy a tardar mucho, porque no quiero ir estresada, pero bueno…

S.H.: Te sale como te sale.

M: Sí, y no se puede elegir… Es que tenía que sacarlo ya, porque esto me representa ahora mismo y necesito contarlo, ¿sabes?

S.H.: Y también creo que hay mucha presión, porque a mí me pasa que… como en la industria, ¿no? La manera de consumir contenido ahora es tan esporádica, tan rápida, tan acelerada, que sacas un single y en dos semanas ya se han olvidado y parece que queda anticuado. Y dije: esto se tiene que acabar, este álbum, dos años, y haré la promo hasta que me muera.

Samantha Hudson
Foto: Natàlia Cornudella / Time Out BarcelonaSamantha Hudson

M: Bien hecho. Yo creo que inconscientemente la presión la llevamos dentro, porque está esa presión de mantenerse, de querer estar en el foco todo el rato, tienes que mantener tu concepto… y aunque yo no pensaba "me tengo que mantener y hacer el álbum", inconscientemente la presión está, y más ahora, que si no sacas un single cada tres meses parece que te hayas tomado un descanso, que estás desaparecida.

S.H.: Sí, como esos artistas que dicen “me retiro de la música” y en realidad solo se toman dos años para descansar.

M: Antes era algo supernormal, antes hacías un álbum, hacías una gira, que duraba lo que duraba, y luego quizá estabas un año y medio, dos, sin sacar nada. Era lo más normal y el fandom estaba acostumbrado a cuidar el proyecto. Ahora es lo contrario, y no es culpa del fandom, es culpa nuestra también, que no podemos parar de dar y dar. Cada vez todo está más capitalizado y somos como un poco más esclavas de la creatividad.

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S.H.: Pero yo siento que está cambiando, porque… parecerá una tontería, pero ahora, las nuevas generaciones, quiero decir, las más jóvenes que nosotras —si es que eso es posible [ríen]— están consumiendo mucho contenido en YouTube, pero contenido largo, como de una hora, y yo pienso que estamos agotadas, no puede ser que estemos haciendo scroll durante cuatro horas consumiendo vídeos de 14 segundos. Y con los singles me da miedo y pena porque una canción sigue siendo importante en mi vida. Pero creo que ahora, de repente, las artistas y el público están transformando también su mentalidad.

M: Ojalá. Sí, ojalá, que de repente la sociedad se canse de tantos inputs, y de repente quiera decir: ya está, hasta aquí, y que las cosas vayan con un poco más de tiempo.

Samantha Hudson & Mushka
Foto: Natàlia Cornudella / Time Out BarcelonaSamantha Hudson & Mushka

S.H.: ¿De qué va tu álbum?

M: Se llama Nova bossa, porque empecé a hacer el álbum y empezaron a venirme recuerdos de mi infancia, de la trompeta, de cuando tocaba bossa nova.

S.H.: ¿Tocabas bossa nova?

M: Sí, tocaba blues, tocaba jazz... Al final la trompeta era un poco eso. Mi profe era Pere Payés, que es el padre de Rita Payés.

S.H.: Ay, me meo.

M: Claro, porque somos del mismo pueblo [Vilassar de Mar], y a una calle...

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S.H.: ¡Qué fuerte! ¿Sabes que me encanta la bossa nova? El álbum que siempre me sale como número 1 en el Spotify Wrapped y el que me pongo cada día es el de João Gilberto con Stan Getz… Tía, que me flipa la bossa nova ¡y tú tocabas la trompeta! Ay, Mushka, ¡te pega muchísimo!

M: Empecé a escucharla en verano, no sé, en el coche o por la calle, y me transportaba a una paz... y me hacía pensar mucho en mi infancia. El álbum va un poco de usar la bossa nova como excusa para volver a la infancia, para poder contarla desde otra perspectiva, más adulta.

S.H.: ¡Ah, qué pasada! Me parece súper contrastado, porque yo he hecho justo lo contrario. Creo que vengo de otra tradición musical, muy pop, incluso electroclash, muy Las Bistecs, y ahora estoy en una onda mucho más electrónica.

M: ¿Sí? ¿Es electrónico el disco?

S.H.: Es todo como bacala, hardcore. En vez de la infancia, yo siento que es como un homenaje a mi yo de ahora, ¿no? Porque he participado mucho en la escena de club de Madrid, sobre todo. El álbum se llama Música para muñecas, por dolls. Es toda la experiencia de una disidente del género persiguiendo sus sueños en una gran ciudad.

Samantha Hudson & Mushka
Foto: Natàlia Cornudella / Time Out BarcelonaSamantha Hudson & Mushka

M: Es que Madrid... Yo entiendo que tú vives allí, ¿no? ¿Y no te agota? Yo no podría. Entiendo la ciudad y entiendo que mucha gente va porque es donde hay más oferta. Pero te juro que a mí me consume. Yo puedo estar cuatro días en Madrid. El año pasado estuve dos semanas y pensé que no es mi lugar. Todo va muy deprisa, hay mucha gente. Tienes que saludar a todo el mundo. Parece que tengas muchos amigos, pero en realidad es gente de "hola" y ya, ¿sabes? Quizás tú te has hecho tu círculo.

S.H.: Sí. Siento que me he hecho un círculo muy especial. Muy íntimo. Es verdad que no somos muchas amigas, al menos las que yo tengo a mi alrededor, las que veo cada día. Y con las que trabajo también, porque allí todo el mundo es DJ. Y estilista... menos carpintero [ríe]. Ahora necesito colgar una estantería y no sé a quién llamar, pero si quiero hacer un remix tengo trescientas personas. De eso va un poco el álbum también. No solo de identidad, sino de... siento que eso pasa un poco en todas las grandes ciudades. Lo que tiene Barcelona es que hay mucha gente que ha nacido en Barcelona, que ha crecido allí.

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M: En Madrid, realmente, no.

S.H.: Exacto. Nadie es de Madrid. Todo el mundo que va proyecta sus ilusiones, sus fantasías, y te da mucha esperanza, muchas promesas, pero luego te das cuenta de que o sigues el ritmo o te pasa por encima. Y llega un día en que te levantas y sientes que no has procesado nada de lo que te ha pasado desde que tienes 15 años. Y, claro, la ciudad ya te ha masticado y escupido seis veces. Pero al mismo tiempo le tienes cariño, ¿sabes? Yo siempre pienso en Madrid como una especie de... cuando no has recogido tu habitación y está llena de ropa…

M: Sí, pero es tu habitación.

S.H.: Y está sucia, pero es tu habitación. Y ha pasado tanto tiempo y está tan desordenada que dices, ¿ahora cómo quito la ropa de la silla?

M: No, no, claro, lo entiendo. Si tienes tu núcleo o tu forma de estar bien, creo que es fácil llevar una vida, pero claro, yo soy de un pueblo y he venido a vivir a Barna, y es perfecto para mí, para el trabajo y también por ser joven, es lo que quiero ahora. En realidad me pasa un poco que en Madrid tengo colegas, pero cuando voy aprovechan y me llevan a hacer mil cosas, entonces quizá acabo agotada también porque no es la rutina.

S.H.: Claro. Por cierto, es tu primer año en el Sónar. Es fuerte.

M: Sí, estoy supercontenta.

S.H.: ¿Y harás algo especial?

M: He preparado un show nuevo. Lo estrené hace un mes en el Sant Jordi Club y está todo cambiado. El formato del Sónar será el mismo que el del Sant Jordi. He montado una banda, vamos con trompeta, saxo, corista... Lo que más quiero es hacer sonar bien el nuevo álbum, para mí lo más importante es poder plasmarlo. Hemos grabado muchos instrumentos para que suene orgánico. Visualmente también hemos trabajado mucho con las chicas con las que colaboro, que se llaman Merci Xula [Clàudia del Barrio y Helena Roig], no sé si sabes quiénes son, me han hecho todo el visual y tal, y quiero hacer un show especial en mi ciudad.

S.H.: ¿Y no harás nada electrónico?

M: No... no haré nada electrónico. Pero al final mi concepto también es muy fiestero, ¿sabes? Mucho reguetón, mucho afro y tal... Y creo que realmente podemos montar una buena fiesta, aunque suene una trompeta. ¿Y tú has preparado algo especial?

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S.H.: Estrené en Madrid Música para muñecas como un poco de laboratorio para ver qué funcionaba y qué no, para probar cosas, pero para el Sónar queremos hacer algo especial porque es el tercer año que voy.

M: ¿Seguido?

S.H.: No, seguido no. Hubo un parón. Yo llevaba un show muy teatral, muy de monólogo, de hablar, muy de teatro del esperpento. Y nos contrataron para el Sónar, pero nos dijeron que teníamos que hacer algo electrónico. Que le diera una vuelta. Y gracias a eso, creo que encontré mi sonido.

M: ¿De verdad?

S.H.: Sí, y ahora siempre me hace ilusión pensar: a ver, ¿qué llevo al Sónar este año? ¿Qué haremos? Y seguiremos con la danza contemporánea, llevaremos un grupo de baile y estamos mirando alguna cosita de atrezzo.

M: ¡Muy bien!

S.H.: Pero llevamos un año, hija. Todo ese tiempo para resolver esas cuestiones, y al final siempre se termina todo dos semanas antes, es un quebradero de cabeza. A mí me gusta transformar cualquier escenario en una especie de rave.

M: Ja, ja, ¿el ambiente, no?

S.H.: El ambiente, sí, y contemplarlo como una liturgia electrónica, dando mi sermón. Estamos en una iglesia y se abren las puertas del infierno. Y que haya una relación muy horizontal con el público, un poco como tú.

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M: Claro. Yo creo que un bolo individual, tú sola, da pereza. Mola bastante hacer un hangueo con el público, ¿sabes? Mola, joder, entregarte a la gente en el sentido de que, por muy introspectivo o no que sea lo que haces, el público forme parte del show y que la energía sea 50-50. O sea, tú tienes el 50 y dependes del público.

S.H.: Exacto, no eres una cantautora muy sobria y la gente tiene que estar ahí atenta, ¿no? Tú necesitas la energía del público… hangueo es la palabra.

M: Hangueo y ya está.

S.H.: ¿Tú de qué año eres?

M: Del 2004.

S.H.: ¡Ualaa! A ver, supongo que cuando yo digo que soy del 99, la gente tiene la misma reacción, ¿no? Pero es que 2004 suena a que eres una bebé, pero claro, la gente de 2004 ya es mayor de edad.

M: Ahora justo he hecho 21. Empecé a cantar con 17 o 18.

S.H.: ¿Y cómo has vivido esa trayectoria?

M: Pues al principio muy bien, porque estaba estudiando y trabajando, y estaba hasta el moño de trabajar porque no trabajaba en lo que me gustaba... Y fue un sueño poder dedicarme a la música, y todavía lo es. Me siento con un privilegio muy grande, tengo amigos de mi edad que se están buscando la vida para poder pagar un alquiler o lo que sea y yo estoy súper acomodada en ese sentido, pero siento que quizá me estoy perdiendo cosas a veces. Estoy en la vida real, pero quizá ya no puedo hacer tantas cosas, al menos en Barcelona.

S.H.: ¿Ya, como por ejemplo?

M: Yo qué sé, poder estar con mi novia y darme besos en un restaurante, quizá me da vergüenza.

S.H.: Ya, como ser conocida, ¿no? El anonimato.

M: Que la gente reconozca tu trabajo me encanta, porque, ostras, vives de la gente. Pero está tu intimidad, que es la que da más cosa, o el miedo a decepcionar. A mí lo que siempre me ha dado más miedo es, no que no pueda estar tranquila, sino decepcionar a la gente...

S.H.: Pero eso al final no es tu responsabilidad. Tú tienes que sentir que con tu propuesta quieres hacer las cosas bien, yo creo que eso es comprensible y siempre hay que estar abierta a rectificar si no tienes razón. Pero hay cosas... Es que a veces parece que te pidan que no seas humana, y eso tampoco.

M: A mí me ha rayado más ese miedo a cagarla, ¿sabes? Creo que hay un punto en que tienes una responsabilidad, obviamente. Hay gente a la que le da igual lo que haces, pero hay gente a la que le importa y yo siempre me he sentido un poco en deuda con esa gente, de no fallarles, ¿sabes? Pero bueno, creo que también es una relación un poco tóxica entre el artista y el público, siempre hay un poco eso, la oferta y la demanda.

S.H.: Yo creo que nunca tienes que hacer lo que el público pide. Siempre tienes que hacer lo que te salga del coño y que el público entienda que eso quizá no era lo que quería, pero es lo que se ha encontrado y que es genial. Eso para mí es el verdadero carisma y lo que debe tener una artista. La capacidad de priorizar su propuesta, sin pasar por encima de nadie ni ser una demonia engreída. Pero es verdad que de repente tu intimidad se reconfigura.

M: ¿Tú lo llevas bien?

S.H.: Mira, yo lo llevo muy bien, pero porque mi forma de afrontar el trauma siempre ha sido hacer mucho oversharing.

M: Claro, yo al revés, sí.

S.H.: Claro, es que tú eres otro tipo de persona. Yo siempre que he estado desquiciada lo he colgado en las redes sociales. Entonces, cuando estoy de fiesta y la gente me mira, es como si tuviera lo contrario de ansiedad social. Como si quisiera un espectáculo, pero eso también puede ser autolesivo. A veces es mejor no darle todo a todo el mundo y protegerte un poco, pero es difícil encontrar el equilibrio. Y, claro, aunque no te digan nada, es lo que has dicho, estás en un restaurante y te das un beso con la Ouineta. Y quizá no te dicen nada, pero…

M: Te sientes intimidada.

S.H.: Sí, tu cabeza está pensando “alguien me está mirando ahora mismo”...

M: Creo que incomoda mucho más eso que si vas caminando por la calle y alguien viene y te dice “hola, me gusta mucho lo que haces” y te pide una foto. Es un trámite muy fácil, muy rápido y muy educado. En cambio, si alguien viene y te está mirando pero no te dice nada, ahí ya empieza la paranoia de “me están mirando, no me están mirando, voy hecha un desastre porque estoy haciendo la compra…” Ese es el mood. Es diferente.

S.H.: ¿Te sientes punta de lanza del movimiento LGBTI?

M: No mucho, hasta que de repente me lo dicen y digo, quizás sí. No de forma consciente, no de una manera tan activista como tú, pero sí que a veces me hacen la reflexión de que estás ayudando a que la gente se sienta libre o que no se ponga ciertas barreras. Sobre todo creo que más que nada es normalizarlo mucho. Hay muchas chicas que son fans mías, tengo mucho público femenino y alguna vez me han dicho: “gracias a ti soy bollera”. Con cosas así pienso: “guau, qué guay”.

S.H.: Eso es el activismo de verdad.

M: Claro, pero sin quererlo, ¿sabes? Y pienso, buah, al final estás haciendo algo. Y creo que también es importante posicionarse, y para mí es importante también posicionarse desde la normalidad, en el sentido de que pueda ser algo así de orgánico. Simplemente tienen la referencia de escuchar música de chicas a chicas y eso hace que entre en su día a día como algo natural. Pero también ha sido desde mi privilegio, ya que tengo una familia muy abierta de mente, yo nunca he tenido un problema en ese sentido y conozco a mucha gente que sí. Una entre un millón, a mí me ha tocado una vida fácil. En ese sentido, si puedo ayudar con mi música a la gente que no lo tiene tan fácil, obviamente es un placer.

S.H.: Por supuesto que es un privilegio, o al menos es una facilidad que has tenido, pero tampoco creo que sea justo resumirlo todo en eso. Puedes tener una familia muy abierta, pero es que la violencia no solo radica en la familia, también viene de nosotras mismas, del contenido audiovisual que consumimos, de la calle, de las políticas. Tu familia puede ser superabierta, pero ahora el mundo da miedo, y imagínate que empieza otra vez una persecución al colectivo LGBT. Que la policía venga a darnos una paliza o que haya políticas mucho más contundentes de las que ya estamos viendo, y eso también es una experiencia. La violencia no siempre es una manifestación literal, sino también el hecho de que pueda haber violencia en cualquier momento de tu vida es un peligro con el que tienes que lidiar. Creo que es importante tener un discurso y creo que es importante desarrollar un pensamiento crítico y politizarse, pero también es muy cansado ser siempre una artista LGBT y que te exijan hablar de tu vida como persona LGBT, porque si hacemos eso solo conseguimos que lo LGBT sea un nicho.

M: Sí…

S.H.: ¿Por qué no le piden a C. Tangana por el colectivo LGBT? ¿O a cualquier otro rapero o persona de la electrónica qué piensa del feminismo? Quizás lo están haciendo, pero esto es algo que nos involucra a todos. Y además, siento que [es bonito] abordarlo de esta manera, con gracia, con naturalidad —“le canto a una mujer y además es una canción con la que te puedes sentir identificada”—. Yo sí que llevo algo más explícito, Música para muñecas es todo político.

M: Sí, porque lo mío es muy indirecto. Como lo que decías de la violencia, yo creo que indirectamente la sufro cada día, y directamente no la he sufrido tanto porque siempre he tenido un entorno muy sano. Pero seguramente si ganara Vox, al segundo día estaría escondiéndome en el baño. Pero sí, también creo que en esta responsabilidad que tienes como artista LGTB, mientras hay 40.000 tíos que nunca tienen que dar un discurso, que no tienen que hacer nada. Y, de hecho, siempre que sale algún caso chungo de algo de un futbolista o así, siempre se intenta ocultar lo máximo posible. Creo que hay una figura muy concreta del hombre como cantante, deportista, artista, que está muy protegida, y tienen el triple de poder que nosotras. Los que tienen poder ahora mismo siguen siendo hombres.

S.H.: Yo creo que esta autorreferencialidad lo que hace precisamente es que, vale, te meten como artista LGBT en un festival LGBT y eso está genial porque creo que también tenemos que configurar nuestros propios espacios y crear nuestras fiestas, nuestras propuestas, nuestros colectivos donde podamos desarrollar nuestra propuesta de forma libre. Pero ¿por qué no metes a ese artista LGTB en ese otro festival? ¿Por qué no coges a este grupo de mujeres y las pones en ese festival con un cartel solo masculino? Esa es la verdadera inclusión. Yo siento que no tenemos que exigirle todo a la gente LGTB, pero es verdad que en los tiempos que corren, creo que sí que es importante tener un discurso y politizarse, porque si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo haremos?

M: Y no hace falta que hagas un tema que esté hablando de eso, no creo que tengas que estar haciendo el discurso todo el rato, pero que si te encuentras con la ocasión de defenderlo, lo puedas defender.

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