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Barcelona paga 74 millones de euros por recoger las colillas del suelo

No existe ningún sistema de recogida selectiva ni de reciclaje en los residuos del tabaco y son las administraciones, a través de los impuestos, quienes pagan todos los costes de limpieza

Enora Le Roux
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Enora Le Roux
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¿Sabíais que el 70% de las colillas que se producen acaban arrojadas a la vía pública o en el entorno natural? Pues sí. Nos lo explica un estudio de Rezero, una fundación que lucha por la prevención de residuos y el consumo responsable, que también subraya que en la actualidad el Ajuntament está pagando un total de 74 millones de euros por la recogida de estos materiales.

El caso es que no existe ningún sistema de recogida selectiva ni de reciclaje en lo que se refiere a estos residuos del tabaco y son las administraciones, a través de los impuestos de los ciudadanos, quienes pagan todos los costes de limpieza. En esta línea, en mayo del 2023, el ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico puso en marcha un proceso de aportación de comentarios a la propuesta de texto de un real decreto de colillas para encontrar una solución a la problemática. Pero todavía no se ha aprobado ninguna regulación.

Las pautas que el gobierno había aportado hasta el momento, según la fundación, tenían dos aportaciones: detallar los lugares donde las administraciones y operadores privados tendrán que instalar puntos de recogida (ceniceros) y definir el procedimiento de aplicación de la responsabilidad ampliada del productor (RAP). Pero Rezero considera que estos propósitos son insuficientes, por eso propuso una serie de enmiendas distintas como, por ejemplo, obligar a las empresas del sector del tabaco a invertir en ecodiseño e investigación, desarrollo e innovación para avanzar en alternativas menos tóxicas y conseguir reducir el contenido del plástico, u obligar a las empresas a desarrollar filtros reutilizables.

La fundación denuncia que existe una falta de ambición y voluntad de cambio y que la espera de normativa cronifica un conjunto de injusticias ambientales, sanitarias y económicas. Además, pide que el ministerio aumente el grado de exigencia hacia las empresas tabaqueras, así como establecer objetivos de reducción y prohibir fumar no solo en las playas, sino en todos los espacios naturales. De hecho, estas medidas ya se están estudiando en algunos países como Holanda, Bélgica o Canadá.

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