En Barcelona hay brunches para todos los gustos: los saludables, los pijos, los que sirven solo de 12 a 15 y los que parecen una discoteca de reguetón con aguacates. Pero luego está Billy Brunch, un imperio del brunch ininterrumpido que ya cuenta con varios locales, y el de Bailén 115 es uno de los más agradecidos si buscas comer bien, a cualquier hora y minimizando el postureo. El espacio es luminoso, con plantas colgantes, suelo hidráulico y sillas cómodas, y el servicio, aunque a veces algo desbordado por el éxito, siempre tiene una sonrisa. La carta deja claro el público al que se dirige (turista joven con hambre de eggs benedict), pero aquí se cocina con seriedad.
El full breakfast inglés es para valientes, con salchichas caseras, huevos al gusto, hash browns, alubias, champiñones y tomate a la plancha: un chute de energía en toda regla. Los huevos Benedict, con salmón o bacon, tienen una holandesa suave y bien emulsionada, y el pan no se convierte en una esponja blanda como en tantos otros sitios. También hay opciones vegetarianas bien pensadas, como la tostada con hummus, remolacha y aguacate, o los pancakes XL con sirope y frutas, perfectos para compartir sin miedo. El café es de especialidad, servido con mimo, y los zumos naturales y smoothies completan una oferta que no flojea en ningún turno. ¿Brunch a las cinco de la tarde un martes? Aquí no es pecado, es rutina.