Abierto en 1944 por la familia gallega Millán, este restaurante satisfizo el apetito de muchos pescadores y trabajadores portuarios a base de caldo gallego, sopa de pescado y sardinas a la brasa. Casi setenta años después, se traspasó a un cliente de por vida. Éste preservó el aire familiar del establecimiento y apostó por la continuidad; gambas de Vinaròs, mejillones del delta del Ebro, langostinos de Palamós, caracoles punzantes, cangrejos, almejas, navajas, ostras y percebes de la costa gallega. El gran cambio fue abrir la cocina para que los clientes, una vez elegido el marisco y el pescado, pudieran ver todo el proceso de preparación antes de terminar en su plato. Los arroces, claro, no desmerecen la excelencia del producto.