Hay un momento de 'Lali Symon' en el que caen todas las máscaras, pero el espectador quizás no lo sabe, ya que, a continuación, Joana Pérez-Lali Symon (Emma Vilarasau) realiza una encendida defensa de la ficción por delante de la autoficción y los géneros documentales. Es un momento breve, en el que pensamos que la fórmula que ha utilizado Sergi Belbel de mezclar un drama familiar con el monólogo cómico funciona. Pero se dicen tantas cosas y tan distintas que el espectáculo no logra llegar al excelente.
'Lali Symon' nos cuenta, al fin y al cabo, la historia de una mujer que, para mantener la intimidad, se ha inventado una personalidad falsa que le ha hecho triunfar como monologuista. Por el camino, ha descuidado a la hija (Violeta, Júlia Bonjoch) y se ha tenido que hacer cargo de la madre (Aurora, Mont Plans). Solo ellas saben que la Lali Symon que triunfa en los teatros y en la tele es Joana Pérez. Pero nunca habla de ellas. En la ficción, no tiene descendencia, es extrovertida y dispara contra el poder. En casa, persigue el amor de Violeta e intenta defenderse de los exabruptos de Aurora.
Es divertido ver a Vilarasau disfrazada de Eva Hache disparando munición de fogueo
Después de dos horas de función, nos preguntamos cómo habría sido esta obra sin los monólogos de Lali Symon. Mucho más triste y convencional, ciertamente. Pero seguramente más compacta y no habríamos dado cuenta de que, por suerte, Belbel se dedicó a dirigir y escribir teatro, porque si se hubiera decantado por los monólogos, no habría sobresalido de la misma manera.
Es divertido ver a Vilarasau disfrazada de Eva Hache disparando munición de fogueo (si han visto alguna vez a Marc Sarrats, por ejemplo, lo entenderán) y es muy interesante su reivindicación de Joan Rivers y Lily Tomlin y de tantas otras mujeres que han demostrado que pueden reinar en el mundo del stand-up.
Pero lo mejor de la función, sin duda, lo encontramos cuando Joana, Violeta y Aurora se relacionan, en sus conflictos, frustraciones y deseos. Aquí vemos a un Belbel que hace magia con las palabras y las situaciones, que dirige de forma espléndida a tres actrices mayúsculas. Y que sabe partir de la realidad para levantar una ficción sobre los cuidados de primera. El resto es palabrería.
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