En 2012, cuando El principi d'Arquimedes se estrenó en la Sala Beckett, la obra de Josep Maria Miró recibió los elogios de la crítica, pero, aunque se instaló a los pocos meses en La Villarroel, podemos decir que pasó sin pena ni gloria. En cambio, en Buenos Aires llegó a estar tres temporadas seguidas en la cartelera. En Brasil, incluso, se hizo una película sobre ella. Y fue el despegue de un dramaturgo catalán que, gracias a esta obra, traducida a dieciséis idiomas, se posicionó como uno de los grandes autores europeos de nuestro tiempo. Más de una década después, el Espai Texas ha recuperado, por fin, una pieza que ha envejecido muy bien, hasta el punto de demostrar que es un clásico del teatro contemporáneo en nuestra lengua.
Hace trece años, fue el mismo Miró quien dirigió El principi d'Arquimedes en la Beckett. En el Texas, la batuta está en manos del joven Leonardo V. Granados, capaz de dotar de un tinte expresionista a un texto que juega constantemente con el punto de vista. El escenario a dos bandas juega a su favor y sabe llevar a los intérpretes hacia posiciones más firmes.