Esta, como dicen los intérpretes de la obra, es una pieza en la que casi no pasa nada. Una función escrita por Albert Boronat y Maria Donoso y dirigida por Nelson Valente, en la que se cruzan historias que aparentemente no tienen nada que ver, un caballo que habla, los directores de dos periódicos de Buenos Aires en las antípodas ideológicas y un barco con exiliados republicanos que parte de la costa atlántica francesa con destino a Buenos Aires al principio de la Segunda Guerra Mundial, es decir, en el otoño de 1939.
¿No pasa nada? Pues no, pasan muchas cosas. Pero hay poca épica y una feliz coincidencia. Con eso basta para levantar un montaje teatral que, en poco más de una hora, nos interpela directamente, aunque hable de hechos ocurridos hace 86 años.
Una obra magnífica sobre un fragmento de la historia y unos personajes que, en nuestro país, nadie recuerda
Bajo la batuta de Valente, Laura María González, Lluís Marquès, Júlia Molins y Martí Salvat brillan en un espectáculo en el que los intérpretes nunca pierden la mirada del público. El director argentino es un maestro haciendo grandes cosas con casi nada. Solo necesita una buena canción y poner los acentos donde toca. Por su parte, Boronat y Donoso nos entregan un texto franco, honesto, que no pretende aleccionarnos demasiado (el mayor peligro cuando se trata de recuperar la memoria histórica) ni nos atiborra con datos. Aunque habría estado bien explicar por qué el Massilia, al llegar a Buenos Aires, no puede desembarcar a los pasajeros, por qué en Argentina gobernaba entonces un régimen pronazi, poco amigo de los republicanos españoles.
Aun así, esta es una obra magnífica sobre un fragmento de la historia y unos personajes que, en nuestro país, nadie recuerda. La compañía La Jarra Azul cierra así, además, una trilogía que empezó en 2005 con Los niños de Morelia, donde también había un barco fundamental, el Mexique, que llevó exiliados a México. En 2020 estrenaron Winnipeg, el navío que fletó el poeta Pablo Neruda para llevar a más de 2.000 republicanos a Chile. La historia del Massilia es menos conocida. En manos de la compañía que la representa, es igual o incluso más interesante.
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