Tarde día 1: Hostalets de Pierola, o el tiempo detenido
Nada más entrar en Hostalets de Pierola, uno tiene la sensación que el tiempo se ha detenido, concretamente a principios del siglo XX. Fue entonces cuando en nuestro país estallaron, con pocas décadas de diferencia, Modernismo y Novecentismo. Estos movimientos culturales llegaron a un buen número de villas catalanas y dejaron joyas arquitectónicas esparcidas por todo el litoral y prelitoral. Un buen ejemplo de ello es el trazado de construcciones que aún hoy en día sostienen el peso de las estaciones en este pequeño municipio de 2.000 habitantes. La línea de tren que va de Barcelona a Igualada recaló en Piera en 1897, lo que permitió a los Hostalets abrirse a la modernidad. El impulso del tren, sumado a un entorno privilegiado, con Montserrat de fondo, hicieron de esta aldea un lugar que sonrió a un grupo de industriales y empresarios que lo eligieron como destino de veraneo: una quincena de edificios son el resultado todavía visible de ese enamoramiento, que fue especialmente intenso durante los años 10.
Podemos pisar la huella modernista y novecentista en Hostalets de Pierola si aparcamos el coche cerca del centro, alrededor de la popular Placeta. Allí confluyen la calle Major y la calle Isidre Vallès, un buen lugar para comenzar nuestro recorrido. A mano derecha encontramos la Casa Cucurella, del año 1924, un edificio novecentista pagado por los Cucurella, mecenas importantes de Hostalets durante aquellos años. La casa, proyectada por el arquitecto Josep Goday, destaca por los esgrafiados de la fachada, obra del escultor Ferran Serra Sala. Si dejamos atrás la Casa Cucurella en dirección contraria a la calle Major, llegamos a lo que todavía es hoy uno de los centros neurálgicos culturales del pueblo, el Casal Català, nacido bajo la protección de la Lliga Regionalista. Nos podemos detener a remojar la garganta o podemos cruzar la calle Catalunya para llegar a dos puntos de interés más: la Torre del senyor Enric, chalet de veraneo de 1903, y Cal Maristany, ambas encargo de los Cucurella. La primera tenía que ser para Enric Cucurella, empresario, y la segunda, para su hermano Joan. Hoy, Cal Maristany ha sido reformada y acoge la escuela de música, uno de los orgullos del pueblo.
Las Escoles Nacionals son la bisagra que une las casas de los hermanos Cucurella con las de los hermanos Josep y Pau Pons, también contiguas. Estos dos indianos, comerciantes de vino con Uruguay, se hicieron erigir respectivamente una torre en 1907 -Cal Josepet- y unos pisos modernistas en 1915, que al cabo de pocos años fueron transformados en la primera industria textil de Hostalets. Pasamos por delante de las casas de los Pons y vamos hacia la calle Anselm Clavé, que nos devuelve a la calle Major para continuar la ruta. Si subimos por Major, pasamos por delante de Cal Ponsa, que conserva interiores modernistas, y llegamos a la preciosa fachada de la Torre Solanas. Originariamente, esta curiosa construcción señorial pertenecía a la familia Solanas Pujol. Hoy, las almenas de su silueta son propiedad de Llopart.
Si seguimos por la ronda de Ponent, pronto llegamos a Can Valls, construida hace más de 800 años y habitada por la familia Valls desde 1432. A principios de los años 20 esta masía fue reformada y decorada con detalles modernistas, entre los que destacan el típico trencadís y la cerámica vidriada. Por último, ya para terminar la visita, tomamos la calle Jacint Verdaguer, giramos por la calle de la Església y nos paramos a contemplar la fachada de Cal Xic Carboner, justo antes de llegar al punto de salida.