El nombre del parque de la Ciutadella proviene de la odiada ciudadela borbónica que ocupó este emplazamiento entre el 1716 y el 1869, después de que durante la revolución anti-borbónica del 1868, el General Prim decretara su donación a la ciudad, y pasara a ser parque público. La plaza de armas fue entusiásticamente derribada por centenares de voluntarios. Años más tarde y con motivo de la Exposición Universal del 1888, se construyeron jardines de recreo y aún se pueden encontrar diseminados por el parque recuerdos que pertenecieron a esta exposición.
El grandioso Arc de Triomf, en el norte del parque, se construyó para marcar su entrada y está flanqueado por la primera de las dos “estatuas del progreso”, erigidas con motivo de la Exposición: la del comercio a la izquierda y la de la industria a la derecha. Una vez superada la entrada, a la derecha está el Castell dels Tres Dragons, obra de Domènech i Montaner, de ladrillo rojo y azulejos, que fue el Café-Restaurante de la Exposición. Un poco más adelante encontramos el Passeig dels Til·lers (Paseo de los tilos) y a la izquierda, el moderno monumento que Antoni Clavé dedicó al centenario de la Exposición Universal.
Seguimos este camino y al final giramos a la derecha. Después de 20 metros encontramos, a la izquierda, una de las Fuentes Wallas. El filántropo Sir Richard Wallas donó a la ciudad en el siglo XIX doce de estas fuentes de agua potable de hierro forjado, pero actualmente se conservan tan sólo cinco. Seguimos a la derecha y encontramos La Cascada, obra de Josep Fontseré que contó en su construcción con la colaboración de un joven y desconocido Antoni Gaudí. Desde aquí seguimos el camino de la izquierda que nos lleva a un lago navegable que veremos a nuestra derecha, y a la izquierda encontramos un mamut de tamaño real. La intención inicial era que junto a este apreciado mamut se colocaran once especies de animales prehistóricos también de tamaño real, pero el escritor y geólogo Norbert Font i Sagué, promotor de esta idea, murió antes de llevar a cabo su proyecto.
Continuamos por este camino en dirección sur y a la izquierda vemos los edificios del Parlament Català y a su derecha, el elegante jardín del Patio de Armas que fue diseñado por J.C. Forestier en 1917. En el centro vemos la escultura de Josep Llimona, Desconsol. Al final de los edificios del Parlament y al lado de la antigua puerta del zoológico encontramos el Monumento a Walt Disney, un conjunto de ciervos que hacen el ademán de saltar. Seguimos a la derecha y luego a la izquierda hasta topar con el Monumento a los voluntarios catalanes. En la placa se puede leer: “A los catalanes muertos en Francia y en todo el mundo en defensa de la libertad, 1914-1918/1939-1945”. Bajo la dictadura de Franco, esta placa fue substituida por otra que mencionaba únicamente la Primera Guerra Mundial, y el sexo desnudo fue cubierto con una puritana hoja de higuera que todavía conserva.
Más allá, encontramos la entrada del zoo, y enfrente se yergue la imponente estatua ecuestre del General Prim, la fuerza impulsora de este parque. Frente a ella veremos otras dos estatuas del “progreso”: la Agricultura y la Marina. En vez de salir por aquí, podemos girar a la derecha por el Passeig dels Til·lers donde nos encontramos con el Umbracle (umbráculo). Este elegante edificio de estructura de madera diseñado también por Fontseré, alberga palmeras y plantas tropicales. A su lado encontramos el edificio de estilo neoclásico de la sección de geología del Museo de Historia Natural, y siguiendo hasta la salida, en dirección a paseo Picasso, podemos ver el Hivernacle (Invernadero) edificio de hierro y cristal, inspirado en la torre Eiffel.