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Krystian Lupa
©Maria Dias

Krystian Lupa: "La semilla del nazismo siempre espera para volver a florecer"

El director polaco, toda una institución del teatro europeo, trae al Festival de Otoño un montaje de 'Ante la jubilación', de Thomas Bernhard

Escrito por
Andreu Gomila
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Krystian Lupa pide silencio, que nadie hable mientras charlamos. El director polaco se ha puesto al frente de su primer montaje español en 'Ante la jubilación', de Thomas Bernhard, una obra que trata de un juez y sus dos hermanas, reunidos para celebrar el cumpleaños de Himmler. Marta Angelat, Pep Cruz y Mercè Arànega integran el elenco. Se estrenó en el Temporada Alta y en el Lliure de Barcelona, y ahora llega a Madrid gracias al Festival de Otoño. Que hable el maestro.

¿Cómo son estos tres hermanos de edad avanzada que nos presenta Bernhard en la obra?
Son personajes muy marcados, muy perfilados. Son alemanes, o austríacos, han pasado la guerra y, a causa del hermano, Rudolf, que fue comandante de un campo de concentración, mantienen la herencia de la ideología del fascismo. Esto también se ve en la mímica de este mundo. Ellos fingen. Dentro de este pequeño círculo, irradian nacionalismo, nazismo, xenofobia y antisemitismo.

¿Qué les has pedido a los actores?
Tengo la sensación de que en muchos países de Europa hay un retroceso, un regreso a los sentimientos nacionalistas hacia el fascismo. Quería remarcarlo en los personajes. Quería que fueran personajes muy fuertes, tanto en el aspecto fisiológico como en el mental y en el biológico, siguiendo el modelo de Bernhard. 

Habías hecho otro clásico de Bernhard, 'Ritter, Dene, Voss', que se parece a 'Ante la jubilación'. ¿Qué tienen en común?
Son obras gemelas, no solo en la constelación de los personajes, donde hay un hombre que domina y dos mujeres sumisas, sino también en los motivos narrativos que Bernhard repite a propósito. Yo aporto cosas que hacen que las dos obras se acerquen más aún. Por ejemplo, en 'Ante la jubilación' también uso 'La heroica' de Beethoven, que ya estaba en 'Ritter, Dene, Voss'.

En las obras aparecen dos familias distintas.
Tenemos una familia de artistas, de intelectuales. Y tenemos una familia en la que son artistas frustrados y aficionados a la música. Tanto en un caso como en el otro están contaminados por una idea antihumanista y por el crimen. Lo que me interesa demostrar, en ambas obras, es que los peligros del siglo XX siguen ahí, al acecho.

¿'Ante la jubilación' es una amenaza?
Sí. Bernhard dedicó esta obra a su país, Austria, al demonio del nazismo que persiste de una manera tozuda, a la ausencia de sentimiento de culpa, a la sociedad que crece y que no tiene la misma sensibilidad respecto a los hechos. Dentro del círculo familiar hay un veneno heredado.  

Rudolf repite muchas veces que no se arrepiente de sus crímenes.
Al principio, Rudolf es un dandi, un dirigente, un criminal, un amante de la vida arriesgada. Después se transforma en un juez. Si alguien repite tantas veces que no se arrepiente, en el fondo se siente culpable. El hecho de llevarlo como bandera, sin vergüenza, es habitual en los gobiernos totalitarios. Dedicaré estas últimas palabras al actual gobierno de Polonia.

¿Sabes que en España hay muchos Rudolfs?
Lo sé. Aquí, bajo el gobierno de Franco, los criminales tenían una vida regalada. No debemos olvidar que la semilla del nazismo existe. En épocas menos proclives se queda latente, pero siempre espera un reset psíquico o de costumbres para volver a florecer. 

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