Tras la apariencia de una sencilla cervecería se esconde, desde 2005, uno de los secretos ‘peor’ guardados de Madrid, y es que la buena mano de Antonio Cosmen en los fogones ya es bien sabida por su fiel clientela madrileña y de fuera, que abarrota el local cada día.
"Cariño, tradición, esmero y la mejor materia prima”. Asegura que es la clave de su éxito y damos fe de ella. Es un mago de la cuchara. Su cocido en dos vuelcos es famoso y reconocido por la crítica y por numerosos galardones. Tarda unas quince horas en elaborarlo, poco a poco, parte a parte, las puntas de jamón, el hueso de tuétano, el morcillo, el tocino… No se queda corta su fabada asturiana, para muchos la mejor de España, pero tampoco sus callos, su conejo al ajillo con lechuga viva o sus croquetas de la abuela.
Lo ‘de la abuela’ aquí, sobre todo aquí, cobra todo el sentido. En la Cruz Blanca de Vallecas uno se siente como en casa. Cosmen, multipremiado por mimar y expandir la cocina tradicional española, incluso fuera de nuestras fronteras, ha conquistado hasta a la familia real. Más de un miembro de la misma se encuentra en este restaurante, a buen seguro, mejor que en Zarzuela.
Con la adecuada carta de vinos, interesante selección de ginebras y su terraza veraniega, con opciones de picoteo frío y templado pero sin la enjundia del cuchareo, no hay semana ni época en la que este templo castizo no merezca una excursión como dirección imprescindible en la agenda generación tras generación.