Colmar, una de las ciudades de Francia más románticas para una escapada en pareja
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Los sitios más bonitos que ver en Francia

Lagos, canales, castillos, calas... una selección de bellos lugares para descubrir en tu próximo viaje a Francia

Huw OliverHoussine Bouchama
Colaborador: Noelia Santos
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Si estás pensando en tu próxima escapada y en tu cabeza resuena el nombre del país vecino, quizá deberías echar un vistazo a estos rincones que responden a tu pregunta de qué ver en Francia. Lugares bonitos, salvajes o urbanos, pero con algo en común: merecen un viaje. Desde las tranquilas y sofisticadas playas de la Costa Azul, en el apacible Mediterráneo, a las aguas salvajes del Atlántico (paraíso de surfistas).

Súmale a eso su interior, que es aún más diverso y difícil de catalogar: desde las pistas de esquí de los Alpes a los campos de lavanda de la Provenza. Y los viñedos de Borgoña, los castillos del Valle del Loira, las exposiciones en París o Toulouse... Aquí van nuestros motivos para viajar hoy mismo a Francia (y hacerlo en un tren AVE que llega directo desde Madrid). 

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Entre Lyon y Aviñón, en medio del imponente parque natural de Vercors, se esconde el que posiblemente sea uno de los secretos mejor guardados de Europa. Un tesoro que se asoma a un acantilado sobre el río que da nombre a la localidad y que recuerda muchísimo a una de las joyas de la arquitectura española: las casas colgadas de Cuenca. Y es que la similitud entre ambos lugares es total: viejas casas encaramadas a la cornisa de la roca, asomadas al río sobre terrazas en voladizo y cuya construcción en altura durante la época medieval parece casi imposible.

2. Gorges du Verdon

Con una altura de unos 700 metros, los flancos de piedra caliza que desafían la gravedad del desfiladero de Verdon son espectaculares por sí solos. Y luego está el agua, que tiene un deslumbrante tono verde turquesa como ningún otro en la Tierra. Este gigantesco cañón del río, que se dice que es el segundo más alto del mundo, es uno de los sitios más bonitos de Francia y atrae a excursionistas, nadadores y kayakistas hartos del bullicio de la cercana Riviera francesa.

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3. Mont Saint-Michel

Objeto ancestral de debate entre bretones y normandos, el Mont Saint-Michel es uno de los monumentos más visitados de Francia. Después de apreciar la impresionante marea, hay que pasear por esta ciudad que vive fuera del tiempo y, concretamente, por la abadía, clasificada como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Tal vez acabéis siendo el elegido que encuentra la ubicación exacta del monte.

Podríamos decir que la capital francesa es casi, casi infinita y que, por muchas veces que la hayas visitado, siempre se va a guardar un as en la manga con el que sorprenderte. Sí, has subido a la Torre Eiffel, has paseado por los pasillos del Louvre y ya conoces la plaza de los pintores en Montmartre; pero todavía te queda mucho, mucho por hacer. Opciones relajadas, más propias de los locales que de turistas apresurados: ¿has probado ya a sentarte en la terraza de un café a ver la vida pasar, has hecho un pícnic a orillas del Sena o has asistido a un concierto callejero? París es glamour, sí; pero también vida urbana.

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5. Colmar

En Colmar, en la hermosa región de Alsacia, se pueden combinar historia y arquitectura con una rica tradición gastronómica. Recorred las calles empedradas y maravillaos con las casas de entramado de madera, especialmente en la Petite Venise. Después de pasear, es hora de probar las delicias culinarias locales, como la choucroute, la Tarte flambée con crema agria y beicon; y el Munster, un queso aromático. Y, sobre todo, acompañad la experiencia con un vino Riesling y hacedle un mordisco al Kugelhopf, un bizcocho esponjoso delicioso.

  • Viaje

La costa del País Vasco francés no es Malibú, pero lo parece. Ni el clima (mucho más frío) ni el paisaje (sin duda, más escarpado y vertical) que rodea sus kilométricas playas tienen nada que ver, pero el ambiente surfero no puede ser más auténtico. Tanto es así que a la encantadora villa marinera de Anglet, muy cerca de Biarritz y San Juan de Luz, se la conoce como la 'Pequeña California'. Las escuelas de surf que llenan de tablas todo el litoral junto a los campeonatos que anualmente se celebran en sus aguas, además de las tiendas de ropa de baño y trajes para bailar sobre las olas o los restaurantes informales abiertos a pie de playa (tabernas y chiringuitos, pero con chimenea) hacen el resto. 

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7. Volcans d’Auvergne

Los 'puys' de Auvernia son colinas redondeadas formadas por magma endurecido de una cadena de volcanes inactivos. La atracción estrella del parque natural regional de los volcanes de Auvernia, de 395.000 hectáreas, son la Chaîne des Puys, los Monts Dore, el Cézallier y los Monts du Cantal, que conforman un entorno peculiar pero absolutamente único para caminatas, viajes en bicicleta y paseos en globo aerostático. Imprescindible el sobrenatural lago del cráter Pavin.

8. Côte de Granit Rose

¿Os apetece saborear la 'vie en rose'? El sur de Bretaña puede tener la bahía de Quiberon, la joya indiscutible de la corona de la región, pero el norte puede reclamar los encantos más sutiles de la Côte de Granit Rose. Este tramo de 10 km de largo, desde Perros-Guirec hasta Trébeurden, es conocido como la Costa de Granito Rosa por los enormes bloques de roca rosada pulida por el Atlántico que bordean sus costas. Las visitas obligadas locales incluyen el almuerzo en el antiguo pueblo pesquero de Ploumanac'h, caminar por la ruta Sentier des Douaniers y avistar aves marinas en la reserva natural de Sept-Îles. 

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9. Rocamadour

La región de Midi-Pyrénées alberga una población que está considerada como uno de los sitios más bonitos de Francia. Dicen que parece un lugar encantado. Casas e iglesias rodeadas de pasillos, escaleras, puertas y balcones te transportan directamente a un cuento de hadas. El mirador sobre el río Alzou y el parque natural regional de Causses du Quercy son de gran interés, pero no menos la capilla de Notre-Dame, donde puede contemplarse la estatua de Santa María de Rocamadour, original del siglo XII y conocida como 'la Virgen Negra' (al estilo de la Moreneta). Si os detenéis en la entrada de la capilla, mirad hacia arriba: veréis la espada de Durandal, la legendaria espada de Roldán.

10. Désert des Agriates

El centro de Córcega puede estar dominado por montañas ideales para caminatas, pero las playas del norte también merecen una visita. Una de las más bellas es la Plage du Lotu, a la que se puede acceder en barco de recreo desde el pueblo de Saint-Florent. Pero si preferís poner a prueba vuestro tono físico, podéis pasear por el desierto escarpado, árido y yermo del Désert des Agriates, el único desierto certificado de Europa, que está bordeado por un sendero costero de 40 km de largo.

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