Entre Europa, el norte de África y Oriente Medio. O lo que es lo mismo, tan cerca de Túnez como de Italia, muy próxima a las cosas de Libia y en los alrededores de las islas griegas, la fascinante historia de este lugar siempre ha atraído muchas miradas. Es uno de los cinco países más pequeños de Europa (¡su capital es la más pequeña de toda la Unión Europea!), pero en sus poco más de 300 kilómetros cuadrados esconde más de 7.000 años de historia. Muchos lo conocen por ser un destino imprescindible para aprender inglés, pero sería una pena reducir Malta solo a eso. Porque antes de ser colonia británica (se independizó de la Corona en los años 60 del siglo XX), fue la casa de fenicios, romanos, otomanos y hasta árabes (aunque su vecino más popular sigue siendo el carismático Popeye). Quizá por eso a nadie le sorprende que Malta sea una fiesta, y no solo en términos históricos y culturales. Además, sus suaves temperaturas durante todo el año (siempre parece verano) la convierten en un destino imprescindible incluso en invierno. Aquí van algunas pistas para pasar un fin de semana en la isla o, al menos, 24 horas en plan escapada 'city break'.
Un paseo por La Valeta, la capital más pequeña de Europa
En La Valeta, la capital más pequeña de Europa, el reguero de turistas es incesante, pero el encanto de su casco histórico y amurallado, declarado patrimonio de la humanidad, se mantiene intacto. Fachadas de aspecto decadente (recuerdan mucho a las de Lisboa), cabinas de teléfonos rojas (todavía herencia británica), puertas y contraventanas en azul cielo (que te llevan directos a Santorini), terracitas con alma de trattoria (tan de la Toscana italiana)...
La Concatedral de San Juan, uno de los templos barrocos más impresionantes y sobrecogedores del mundo, es una de las visitas imprescindibles. Porque si por fuera presenta una fachada humilde y austera, por dentro es todo lo contrario: recuerda muchísimo a la Capilla Sixtina, forrada de frescos y suelos pictóricos de mármol de Carrara que llegan hasta el techo. Fue la casa de los Caballeros de la orden de Malta y hoy es lugar de peregrinación imprescindible para los amantes del arte. Y, además, esconde el cuadro de Caravaggio más grande del mundo ('La decapitación de San Juan Bautista').
Desde los jardines Upper Barrakka, en lo alto de la ciudad fortificada, se tiene otra de las vistas panorámicas más bonitas de la isla, con vistas al puerto marítimo de La Valeta. Además, es el lugar en el que todos los días se celebra el ritual histórico del 'Saluting Battery'. O lo que es lo mismo: los cañonazos más famosos de Malta de carácter ceremonial y defensivo (hoy se hacen con bolas de fogueo). Tienen lugar todos los días a las 12h y a las 18h (para que no os pille desprevenidos, el estruendo es total).
Qué ver en Mdina, la otra gran ciudad histórica de Malta
Si Malta es un paraíso para el relax, la desconexión y el modo 'slow' es gracias a lugares como la ciudad histórica de Mdina. Está en lo alto de una colina en el interior de la isla y se la conoce como la Ciudad del Silencio: basta poner un pie en las estrechas callejuelas del interior de la muralla y contemplar sus impolutas fachadas de piedra caliza para descubrir por qué. Y de paso, hacer un viaje en el tiempo, porque esta es una de las ciudades fortificadas mejor conservadas de Europa (sí, también fue escenario de Juego de Tronos). Imprescindible entrar en el Museo de Historia Natural. Lo encontraréis en el Palacio Vilhena, el primer gran edificio que se ve nada más cruzar la puerta de acceso a Mdina.
Las mejores playas y piscinas naturales de Malta
El plan más relajante para hacer en el corazón de Malta, con permiso de un buen chapuzón en las paradisíacas calas y playas de las islas de Gozo y Comino (la más pequeña del archipiélago maltés), es poner rumbo a Sliema que, aunque se trata del corazón turístico de Malta, esconde una playa muy singular. No es un arenal tradicional, sino más bien una gran extensión de superficie rocosa que parece flotar a los pies de la ciudad. Para darse un baño en condiciones, cuenta con las vecinas termas romanas de Font Ghadir (más al noreste de la playa de Sliema), unas termas romanas que dicen que proceden de la época victoriana, cuando el baño en público se consideraba algo inapropiado. Unas piscinas naturales a las que se ha dado forma rectangular y con escalerilla (el acceso es muy fácil) colocadas a modo de espigón sobre el que rompen las olas. Idílico (y muy familiar).
Este es el mejor barrio para salir de fiesta en Malta
Los bares de moda, los mejores restaurantes (desde los más tradicionales a las últimas aperturas de tendencia internacional) y los locales de copas están en St. Julians, el barrio más cool (y a la vez con carácter muy bohemio) de Malta. Está muy cerca de Sliema, la zona que concentra más alojamientos y hoteles de la isla. Si queréis ir al lugar con más encanto del barrio, poned Spinola Bay en el GPS al atardecer y dejad que suceda la magia. Nota: olvidad los tacones en casa, esta no es ciudad para suelas con plataforma ni stilettos.
Dónde dormir en Malta
Una de las mejores opciones para dormir en Malta es el recién renovado hotel Barceló Fortina Malta, un imponente edificio cinco estrellas con zona wellnes, piscina exterior y lounge bar desde donde se tienen unas vistas increíbles de la ciudad, con la cúpula de la concatedral (posiblemente la imagen más icónica de Malta) como absoluta protagonista. Aunque nada comparables con la panorámica casi 360º que se tiene desde sus plantas superiores, desde donde se domina toda la isla. Y si subir a las alturas es un regalo para la vista, bajar a su spa es todo un capricho para relajar cuerpo y mente. Por cierto, desde el hotel se organizan visitas en ferry a las vecinas islas de Gozo y Comino, para quienes quieran completar la visita a Malta con actividades deportivas: sus aguas, cristalinas y de un intensísimo azul turquesa, son auténticos paraísos para el snorkel y el buceo; su arena, una alfombra fina y dorada en la que apetece quedarse a vivir.