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Bardeni
©ElPeriódico/AlbertBertranBardeni

Bardeni: fricandó para dedos

En la puerta de al lado del aclamado Caldeni, Dani Lechuga ha abierto el primer ‘meatbar’ de Barcelona

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Comencemos a lo burro, sin matices, simulando una bocina con las manos sobre la boca: "Atención, el tartar de Dani Lechuga es de los mejores de Barcelona". Las afirmaciones concluyentes dejan desdentado al bocazas cuando regresan en forma de bumerán. Lo repito: el tar-tar de Da-ni Le-chu-ga está en el top de la Barcelona tartarizada, o torturada por los tartars. En esta ciudad, cualquier tendencia queda reducida a picadillo en poco tiempo, sea en cocinada o en crudo. Rutina y desesperación.

En la puerta de al lado de Caldeni, Dani ha abierto su plan B, que es una barra, otro endemismo del ecosistema barcelonés. Bistronómic y barra, nueva alianza que en Coure ha dado un buen resultado. ¿Habrá más? ¿Quién será el próximo? Miremos hacia Gresca.

El chef ha acertado con el subtítulo, como en las buenas películas: Bardeni, el meatbar. ¿En qué se diferencia de los demás? ¿Qué lo hace singular? La chicha, la carnadura, la carnaza. En el 2008 se especializó en el vacuno, en los rumiantes, en los animalotes con cuernos. Y parte de ese conocimiento lo ha traslado al Bardeni, sinopsis también del tapeo-que-se-lleva. Ensaya un frankfurt de ternera "sin el sabor clásico a frankfurt". A carne rara.

Carta cortísima de bebidas, elijo primero una cerveza Almogàver poseído por el espíritu de los tiempos y después una Bock de Damm, una negra que no parece negra.

Sí, es buena la croqueta de jamón. Sí, son buenas las bravas al estilo Arola. "Eh, que yo estaba con ellos cuando las comenzó a hacer Raúl Florenza. Por eso pongo nuestras patatas bravas": sirva como apunte para futuros historiadores. Sí, es bueno el fuagrás con compota de tomate y vainilla. Sí, es buena (más que buena) la hamburguesa al café de París. Sí, es bueno el canelón de rabo de vaca con trufa (¡no buey!, ¡Dani, tú, no!). Sí, es bueno, rebueno, el onglet de wagyu.

Pero cuando empiezo a interesarme de verdad, a despertar, a comprender el calado de esta historia es con el fricandó finger food, según la nueva y hortera nomenclatura. Me espanta pensar que voy a meter los dedos en el guiso y comer con las manos a modo de cucharón y plato. Y no. La idea, sencilla y eficaz como todas las buenas ideas, es servirlo sobre una rebanada ("es una coca de Dani Jordà, más gruesa para que se empape y no se rompa"). Ni plato de anticuario ni bocadillo, sino lo mejor de ambos. Pan ya untado, cumple con esa idea de que en la salsa está la razón de la receta. Ese fricandó-para-dedos, llata cocinada 12 horas, debería ser el modelo de Bardeni: crear desde lo creado.  

Vuelvo al inicio, al tartar de solomillo de angus y babilla de wagyu. Dani es un hombre de familia, trabaja con su madre, Vicenta; con su mujer, Maria Lluïsa y con sus primos. Y uno de ellos, Jorge García, con él desde el primer día, es el responsable de ese acuchillamiento mezclado con salsa Perrins. "En Caldeni vendemos unos 40 por semana". Multiplicará la cifra en Bardeni. Porque es uno de los mejores tartars de Barcelona. Y uno de los primeros de la Era Tartárica. Otra anotación para los futuros historiadores.

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Bardeni
  • 4 de 5 estrellas
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  • Braserías
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 3 de 4

Justo al lado del restaurante Caldeni-uno de los que tocan mejor la carne de toda Barcelona-su factótum Dani Lechuga ha abierto Bardeni. Él lo define como 'meatbar', bar de carne, y a fe que la definición es buena. En su barra sirve uno de los mejores tártaros de Barcelona, y delicadezas como una tapa de fricandó que se come con las manos, o una deliciosa hamburguesa Café de París, entre otras carnes excelsas.

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