Al igual que la antigua Roma se formó a partir de siete colinas, Barcelona también tiene las suyas. El Turó de la Rovira es considerado uno de ellos y disfruta de una vista panorámica de la ciudad. La montaña está a 262 metros por encima del nivel del mar y está ubicada en el distrito de Horta-Guinardó, donde forma una pequeña cordillera que recibe el nombre de los Tres Turons: el Cerro de la Rovira, el Cerro del Carmel y la Creueta del Cuello.
Historia de la colina
Pese a que las fechas no son exactas, lo que sí es seguro es que el Turó de la Rovira fue el lugar que escogió un poblado ibérico para asentarse entre los siglos IV y I a. Han sido las reiteradas intervenciones arqueológicas las que han podido confirmar la existencia de esta civilización, puesto que los restos casi desaparecieron con la construcción de casas y calles.
Más adelante, durante la Guerra Civil, Barcelona sufrió una serie de bombardeos que afectaron a muchas partes de la ciudad, como la plaza de Sant Felip Neri, o el propio Turó de la Rovira. Los republicanos instalaron en la cima de la montaña unas baterías antiaéreas donde, posteriormente, se establecieron los últimos barrios de chabolas de Barcelona por el aumento de inmigración tras la posguerra. En los años 50, llegaron a vivir unas 100.000 personas, que aprovecharon los antiguos puestos de mando o las construcciones antiaéreas para construir las precarias viviendas. El barranquismo siguió hasta 1990, cuando fue expulsado del distrito.
Los Búnkeres del Carmel
Los que son actualmente uno de los miradores más famosos de Barcelona, antes había una batería antiaérea y sus instalaciones. Durante los años previos a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, se concedieron pisos todo el mundo que vivía en las barracas y así poder destruir las precarias viviendas. Fue en 2006 cuando iniciaron las labores de recuperación del antiguo búnker hasta que, en 2011, inauguraron las obras de limpieza y adecuación de la zona y la hicieron más accesible.
A partir de esta reforma, los búnkeres se convirtieron en un sitio cada vez más concurrido, hasta convertirse en uno de los mejores miradores de la ciudad. Desde la cima hay unas vistas 360 de Barcelona y están muy cerca de puntos turísticos tradicionales, como el Park Güell.