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Cierra El Gran Cafè, en la calle Avinyó

El negocio, a pesar de tener un grado de protección patrimonial, no era un restaurante histórico

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
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El pasado 28 de agosto cerró el restaurante El Gran Café, histórica e icónica esquina de Aviñón: las redes se llenaron de lágrimas de cocodrilo y sentidas declaraciones de amor al patrimonio histórico y comercial que estamos dejando caer. Cuando no es culpa de la codicia del turismo, una pandemia se ceba con los locales históricos. ¿Pero, hay para tanto, en este caso?

La esquina es histórica e icónica, pero no el restaurante (que en su propia web todavía explica que abrió en 1920, un dato falso que algunos medios han reproducido). Porqué en realidad en la dirección de Avinyó 9 hasta 1970 hubo una tienda de máquinas de coser Wertheim, que abrió en 1897. Según podemos comprobar en la web de la Ruta de los Emblemáticos, del Ayuntamiento de Barcelona, ​​El Gran Cafè abrió puertas como restaurante en 1970.

La recién cerrada encarnación del restaurante, propiedad del Grupo Cacheiro, no tiene una gran antigüedad: el Grupo Cacheiro mismo se fundó en el año 2000. Según explica Quim Monzó en un artículo en La Vanguardia, le parece que El Gran Cafè comenzó a funcionar como restaurante a principios de los 80: dice que era frecuente ver políticos comer (normal, está a dos pasos de Sant Jaume) y "tenía un aire falso y cargante". Monzó se ventila El Gran Café diciendo que "era un decorado de cartón-piedra y además se comía mal".

¿Cartón piedra? Pues en cierto modo, sí. Cuando pasó de tienda de máquinas de coser a restaurante mantuvo el suelo y parte del mobiliario original. Y tiene la categoría de protección E2 del Ayuntamiento de Barcelona: está protegido solo parcialmente porque intervenciones posteriores han modificado su fisonomía y ha perdido la coherencia de la construcción original. O sea que tranquilos, que aunque pongan una tienda de patinetes eléctricos, una parrilla vasca o una panadería-prostíbulo (categoría inventada de Monzó) la esquina mantendrá ese no sé qué de madera oscura que hace que la gente, sobre todo los turistas, se detengan. ¿Cómo se comía? Pues no lo sé: pedir una ensalada de quinua negra con verduras en texturas y escabeches en un establecimiento que se decía de 1920 siempre me dio mala espina.

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