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Colmado Múrria
Foto: Marc GuillenColmado Múrria

El histórico Colmado Múrria reabre con un bar de tapas y un restaurante de alta cocina

La tienda de comestibles tiene tres espacios de restauración dirigidos por Jordi Vilà, chef de Alkimia

Ricard Martín
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Ricard Martín
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Por suerte, en Barcelona todavía quedan tiendas que son patrimonio tanto por su contenido como por su continente. Una de ellas es el histórico Colmado Múrria, que el pasado agosto cerró por reformas y acaba de reabrir como una tienda de delicatessen con tres espacios de restauración, dirigidos por Jordi Vilà, chef de Alkimia y Alkostat. "No es un cambio de modelo de negocio, sino que es una mejora, esa es la palabra", considera Joan Múrria, uno de los socios del establecimiento.

Con la reforma, bajo el histórico cartel de Ramon Casas, ahora hay cuatro espacios diferenciados: una charcutería, Colmado Múrria, especializada en productos gastronómicos catalanes e internacionales, con un surtido de más de 200 quesos artesanos, ahumados, embutidos, conservas, frutos secos, caviar, aceites, cafés y vinos y cavas.

La charcutería de Colmado Múrria
Foto: Marc GuillenLa charcutería de Colmado Múrria

El Murri, un restaurante informal con barra y mesas altas, con capacidad para 25 comensales.

El colmado como bar de tapas
Foto: Marc GuillenEl colmado como bar de tapas

La oferta gastronómica la firma Jordi Vilà, que también dirige El 1898, un restaurante de alta cocina en la trastienda para ocho comensales.

El 1898
Foto: Marc GuillenEl 1898

Y donde había un almacén, en el altillo, funcionará el MurMurri, un 'clandestino' para diez personas que solo abrirá bajo reserva.

La restauración empezará a funcionar la próxima semana, y el nuevo Múrria estará abierto de martes a sábado de 10 a 24 h –cocina abierta hasta las 23 h–, con desayunos, aperitivos, almuerzos y cenas. "Se trata de cerrar el círculo: la gente podrá venir a probar productor, comprarlo y sentarse a comer", explica Múrria, quien anticipa que el "bar no será para millonarios: tendrá un precio asequible, pero ya se sabe que este es un local para gente con inquietudes gastronómicas, no para venir a hacer un agua y una cerveza".

El espacio de venta de productos se ha reducido, claro –ahora convive con una barra de bar y mesitas altas– pero el comerciante asegura que "esto va a mejorar la rotación de producto". El propio Múrria se mantiene al frente de un mostrador de charcutería pionero, por el que entraron en Barcelona muchas conservas y quesos gourmet por primera vez. La clientela fiel puede estar tranquila, que en Navidad no peligra el surtido de casa Múrria.

Y en el restaurante El 1898 –que empezará a funcionar a partir del 10 de enero– Múrria augura el mejor producto posible: caviar fresco, salmón salvaje, quesos con trufa, foie caramelizado, todo bajo la dirección de Jordi Vilà. Con solo ocho plazas y una oferta de dos menús degustación, se postula como uno de los comedores más exclusivos de Barcelona.

Joan Múrria, Ernest Pérez-Mas y Jordi Vilà
Foto: Marc GuillenJoan Múrria, Ernest Pérez-Mas y Jordi Vilà

En la conversión del Colmado Múrria de tienda a restaurante singular juega un papel fundamental el socio mayoritario, Ernest Pérez-Mas, CEO de la operadora Parlem y propietario de las bodegas Heretat Mascorrubí. "Se trata de convertir una tienda de comestibles del siglo XIX en una tienda y restaurante del siglo XXI. Pero la gente puede estar tranquila, porque los mejores embutidos, quesos y conservas convivirán con las cocinas de Jordi Vilà", explica, "tan aptos para salir del trabajo y hacer unas tapas" como para disfrutar de una larga degustación de alta cocina creativa.

Colmado Múrria antes de la reforma
Foto: Irene FernandezColmado Múrria antes de la reforma
Se trata de convertir un colmado del siglo XIX en un una tienda y restaurante del siglo XXI

Múrria es la tienda de comestibles más antigua de Barcelona: abrió en 1898, y la familia Múrria la adquirió en 1943. Desde 1969 se ha hecho cargo Joan Múrria. El tendero del Eixample ha hecho cosas importantes: primero, ha mantenido abierto un negocio durante 53 años, que él asumió con 19, cuando murió su padre. Paralelamente a tomar la dirección de la empresa, Múrria viajó por capitales europeas como "Berlín, Lyon o Turín para descubrir modelos de ciudades que funcionaban a muy buen ritmo, llenas de pequeñas tiendas especializadas". Por cierto, para fastidiar al franquismo, por cierto, puso un precioso cartel en catalán que todavía hoy grita "queviures".

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