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Puerta con puerta, está el antiguo Café Schilling convertido en un Taco Bell. ¿Hay algo más triste que ver esta antigua armería fundada en 1900 por una familia adinerada austriaca convertida en una cadena de comida rápida? Mires donde mires hay souvenirs, comida rápida, hostales. Un poco más adelante, la Librería Sant Jordi también estuvo a punto de desaparecer, pero por suerte, se ha podido salvar in extremis y este verano abrirá como un espacio cultural con cafetería. No todo son malas noticias, por tanto. En la misma calle Ferran, en el número 25, hay otro local emblemático, la antigua joyería modernista Macià, de Puig i Cadafalch, que se ha escapado de la depredación turística: se trata de Velada, un oasis bello y tranquilo donde refugiarse del bullicio exterior y admirar el magnífico mosaico del suelo y la espectacular marquetería de madera del techo, diseñados por el autor de la Casa de les Punxes y de la Casa Amatller.
Entrar allí es cambiar de dimensión: techos altísimos, música suave y un trato amabilísimo te acogen y te aíslan del ruido. Se trata del negocio de la familia de Jay Nebhwani, cuyo padre llegó de la India cuando era pequeño, hace ya 50 años. “Hemos sido vegetarianos desde hace muchos años, y yo soy vegano –cuenta Jay–, no nos habríamos sentido cómodos vendiendo otra cosa”. No solo te atienden y te dan la carta en catalán (en un barrio donde normalmente te la ofrecen en inglés), sino que tanto los productos que usan como las tapas que elaboran tienen un claro sello local: las bravas, la bomba de la Barceloneta, el bikini, la coca de recapte, el pan con tomate, la crema catalana... Aunque también hay toques exóticos: es una carta muy variada.

Una apuesta valiente
“Durante el Covid toda la calle se vació”, dice Jay. De hecho, fue entonces cuando se perdió el Schilling. También estaba libre la antigua joyería, que en los años 80 acogió una tienda de ropa Escorpion, un Dunkin' Donuts en los 90 y un Starbucks en los 2000. Fue entonces cuando la familia de Jay, que siempre había hablado de abrir un negocio de restauración, decidió hacer una apuesta valiente: ofrecer tapas veganas y cócteles con cocina ininterrumpida, de 13 a 22 h entre semana y hasta las 23 h los viernes y sábados. Les viene mucha gente que los encuentra por Happy Cow y Google Maps. En general, saben a dónde van; si pasa por delante algún hooligan, no entra, ya ve que no es su sitio.

Empezaron a crear la carta con el chef ejecutivo Àlex Pirla, pero ahora ya son autónomos. La encargada es Marta Cabedo (sobre todo en sala, pero también en cocina) y la jefa de cocina es Laia Pérez. Las tapas estrella son las bravas, la flor de alcachofa con alioli de ajo negro y la bomba de la Barceloneta con jackfruit o yaca (¿quizá la única bomba vegana de Barcelona?). También salen mucho la coliflor tikka masala, la samosa chaat y las brochetas teriyaki. Curiosamente, los estadounidenses son quienes más piden la tortilla de patatas (acompañada de confitura de parmigiana), y los franceses el pan con tomate (“está en el top 3 de los más pedidos”, aseguran).
No fue hasta la hora del café que supo que Velada era un restaurante vegano
También tienen arroz de verduras, tacos pulled barbacoa (también de yaca) y varias hamburguesas caseras hechas con proteína de guisante, lentejas, garbanzos y remolacha, espectaculares en sabor y textura. Y, en la carta de verano, han añadido un bikini cremoso por dentro y crujiente por fuera, como debe ser. Entre semana, los postres también son caseros y los viernes y sábados los refuerzan con los que les trae Benevola, una nueva pastelería vegana de Sant Martí. Todos los vinos son veganos y tienen cócteles con y sin alcohol que cuestan 15 y 12 euros, respectivamente.

Tres años después de la apertura, Nebhwani se muestra muy contento con cómo les va. Además del público internacional, los veganos y vegetarianos de Barcelona ya los conoce y cree que la cosa irá a más: “la gente se está dando cuenta de que comer carne no es bueno ni para el medio ambiente ni para ellos”. Mucho menos para los animales, claro. Quizá lo que falta es que las personas no veganas se olviden de prejuicios y se den cuenta de que no hacen falta productos animales para elaborar una cocina deliciosa. Jay nos cuenta que un señor que había comido una hamburguesa volvió porque le había encantado y la volvió a pedir. Nuevamente satisfecho, no fue hasta la hora del café –por la leche, claro– que supo que Velada era un restaurante vegano. Id y probadlo, os costará unos 25 euros por persona y veréis cómo van cayendo mitos.


