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Cataluña está llena de pueblos preciosos. Rupit i Pruit, por ejemplo, ha sido nombrado por la OMT como el pueblo más bonito del mundo en diversas ocasiones. No es poca cosa. Y ahora National Geographic acaba de coronar Calella de Palafrugell como “el pueblo más bonito de España para viajar este agosto” y, bueno, no seremos nosotros quienes les llevemos la contraria. Según la revista, es “un antiguo pueblo de pescadores que preserva su encanto marinero entre casas blancas, sabor a mar y planes con mucha salinidad”.
Los motivos para hacer esta afirmación comienzan, según la publicación de viajes, por las calas: El Golfet, Port Bo, Canadell… “separadas entre sí por suaves elevaciones rocosas que se adentran en el mar” y con los islotes de las Formigues en el horizonte. Desde el Mirador de Manel Juanola i Reixach o la Punta dels Burricaires, la vista es “tan bella de día, cuando tienes la sensación de estar frente a una postal, como de noche, cuando el puerto se ilumina”.
En Time Out estamos de acuerdo: Calella “parece salida de una marina pintada” y aún conserva ese espíritu de antes de que el turismo masivo llegara a la Costa Brava. Al norte tienes el paraje natural Castell-Cap Roig (¡ideal para pasear!) y al sur, Llafranc, a solo 1,5 km por el precioso camino de ronda. En verano, el Jardín Botánico acoge el Festival de Cap Roig, uno de los eventos musicales más especiales de Cataluña.
La playa de Port Bo es el corazón de Calella. Bajo los arcos de las casas, los restaurantes sirven pescado fresco, arroces que hacen salivar y, si te quedas por la noche, un 'cremat' marinero que reconforta el alma. Aquí, desde 1966, se celebra la Cantada de Habaneras más famosa del país: la playa se convierte en escenario al aire libre, la arena en grada y las voces en un viaje sonoro a la memoria marinera.
Llegar es fácil: en coche, a pie o con el bus turístico Julivia, que conecta los rincones clave de Palafrugell. Pero lo mejor es dejarse perder sin prisa, escuchar el murmullo de las olas y entender por qué, en Calella de Palafrugell, el verano es otra cosa.