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Un Kase.O jovial y entregadísimo encarnó todas las sensaciones vividas en la primera jornada del Cruïlla 2021, una noche histórica para el festival y para los 15.000 asistentes que, tras pasar un cribaje, pudieron volver a bailar en el Parc del Fòrum como no lo hacían desde el 2019. Con las mascarillas entregadas por la organización, con zonas de aforo controlado alrededor de los escenarios donde no se podían entrar bebidas y con decenas de personas vigilando que se respetaran las medidas de seguridad.
Para los espectadores, la jornada comenzó con el test de antígenos. A primera hora de la tarde no había colas y la prueba se podía hacer con fluidez, tras pasar los controles pertinentes. En quince minutos los asistentes recibían un mensaje en el móvil con el resultado de la prueba y si era negativo ya podían entrar en el recinto. Solo 126 personas dieron positivo y fueron atendidas e informadas por el personal médico del festival, según la organización.
A plena luz del día empezaban a sonar los primeros beats de una noche dedicada al rap sin ninguna mujer sobre el escenario. Sr. Wilson y Griffi fueron los encargados de calentar el ambiente, ya que Senyor Oca, que era quien estaba programado en primer lugar, no pudo actuar por dar positivo en covid. Griffi y Wilson regalaron ritmos caribeños a los primeros asistentes, que empezaban a disfrutar mientras la gente iba llegando, sin aglomeraciones ni en el escenario ni en las barras.
El madrileño Rayden comenzó a poner la contundencia que marcaría las tres siguientes actuaciones. Con banda de rock y presentando el disco 'Homónimo' (2021), David Martínez Álvarez encendió los ánimos con fuerza vocal y potencia instrumental. El sol empezaba a ponerse detrás del escenario cuando asaltó las tablas el rap combativo de Lágrimas de Sangre, con el público a sus pies, coreando letras en catalán y castellano, y con palabras para Pablo Hasel y Valtònyc.
La intensidad de Natos y Waor, que ya habían estado en la noche de rap del Cruïlla del 2019, permitió continuar con la línea ascendente. A pesar de alguna pieza más oscura, tiraron de pirotecnia y de explosiones de energía con el contrapunto más melódico de Recycled J, que subió al escenario para cantar las canciones de 'Hijos de la ruina, vol. 3' (2021), un disco que han hecho juntos.
Otra dimensión
Finalmente, llegó la hora de Kase.O, Javier Ibarra, el dueño del percal, casi el inventor de todo esto o, cuando menos, el rapero más importante de la historia del rap español. Lo hizo con una alegría visible, contento de volver a los escenarios acompañado de Jazz Magnetism, una maquinaria de jazz contemporáneo fantásticamente engrasada sobre la que planea su flow imbatible. Las canciones del audaz 'Kase.O Jazz Magnetism' (2011) han cumplido 10 años y la gente las coreaba.
El MC de Violadores del Verso, con camisa blanca y descalzo, apelaba a la espiritualidad de la música y parecía convencido de su poder curativo. "La música es el arte más elevado", dijo, y mientras cantaba "mi estilo es como el sol" parecía que el astro saliera en la medianoche del Parc del Fòrum. El bajo metronómico de Juan Pablo Balcázar, el saxo hipnótico de Hugo Astudillo –que también se atrevió a rimar– y el resto de la banda llevaron los asistentes a otra dimensión, una dimensión desconocida desde hacía más de un año.