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Lluís Soler, Babou Cham y Clara de Ramon brillan en la versión que Oriol Broggi ha hecho de este clásico de Shakespeare

'La tempestat' puede verse en la Biblioteca de Catalunya hasta el 26 de julio

Andreu Gomila
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Andreu Gomila
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'La tempestat'
Foto: La Perla 29 | 'La tempestat'
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Si La tempestat que ha dirigido Oriol Broggi es una gran función, es por los versos traducidos por Jaume Coll Mariné, el Próspero de Lluís Soler, el Ariel de Babou Cham y la Miranda de Clara de Ramon. Porque sin estos cuatro elementos, el montaje podría ser más bien anecdótico o, simplemente, un retroceso en el tiempo, ya que nos transporta a la época en que el director barcelonés levantaba Hamlet en la Biblioteca de Catalunya y nos maravillaba: la profundidad, el lirismo, la pulcritud. No hay nada que no hayamos visto. Y todo sigue funcionando.

Las crónicas del siglo XVII sitúan The tempest como la última obra que escribió Shakespeare, en 1611, cinco años antes de su muerte. Es una pieza canónica en cinco actos, que se mueve entre la obra romántica y la tragicomedia, escrita en un 80% en pentámetro yámbico, donde no muere nadie. Y muchos la han visto como el testamento del Bardo, encarnado en la figura de Próspero, el duque de Milán desterrado que encuentra refugio en una isla, con su hija Miranda, donde puede desplegar su magia gracias a un espíritu, Ariel, mientras subyuga al indígena Caliban.

Todo, sin embargo, comienza con un naufragio, el de un barco en el que viajan los antiguos enemigos de Próspero, especialmente el hermano que le arrebató el ducado, y su aliado, el rey de Nápoles. El exiliado les tiende una trampa para lograr ser restituido y, al mismo tiempo, hacer feliz a su hija. Hasta aquí, el argumento, lo que todos sabemos de La tempestat.

'La tempestat'
Foto: La Perla 29'La tempestat'

Un Ariel negro

La obra, para muchos, es una metáfora del colonialismo, porque Próspero se instala en una isla y somete a sus habitantes, tanto a Caliban como a los espíritus que la pueblan. Es la viva imagen del colonizador. A finales del siglo XX, Peter Brook dio un giro a este significado cuando hizo que un actor racializado encarnara el papel del duque de Milán. Broggi, heredero del director inglés, se decanta por un Ariel negro y por hacer una lectura más suave del clásico. Su Próspero es buena gente, igual que Miranda, mientras que Caliban es un salvaje sin criterio, loco, que, a pesar de los esfuerzos de su amo, no ha sido capaz de instruirse, de civilizarse.

Broggi ha hecho una lectura no muy ideológica del clásico que apuesta más por la estética, por encontrar cobijo en la belleza de los versos tardíos de Shakespeare, en aquello de "estamos hechos de la materia de nuestros sueños", que Soler, Cham y De Ramon recitan de maravilla. Soler es ya un Próspero que pasará a la historia, una cima para un actor de primera que tiene la poesía metida en el cuerpo, que la desprende en cada gesto, cada inflexión de la voz.

Si buscamos algo más, aquí no lo encontraremos. Tendremos que recordar aquel magnífico L’empestat que Jordi Oriol, en la piel de Caliban, recitaba sobre el piano de Carles Pedragosa bajo una lluvia constante. Era una versión propia, de acuerdo, inspirada en Shakespeare, pero nos decía más cosas sobre la historia del viaje del duque de Milán y su hija, perdidos en una isla entre Nápoles y Túnez.

Biblioteca de Catalunya. Hasta el 26 de julio. 23-29 €

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