20 lugares de Tarragona que debes conocer

Ir a ver un espectáculo a la Trono es casi siempre sinónimo de garantía. Esta sala con una capacidad de 60 personas promueve el teatro independiente y contemporáneo. Espectáculos de pequeño formato, de teatro y danza, para un teatro de pocas butacas pero grandes pretensiones. Los conciertos que se hacen de vez en cuando en la Trono, ofrecen una calidez muy especial para la proximidad con el espectador.

Dentro del edificio del Col·legi d’Arquitectes de Tarragona diseñado por el arquitecto Rafael Moneo, encontramos una de las terrazas con más encanto de la Parte Alta de la Tarragona Romana. En verano, la gente se sienta para tomar una copa o picar algo, pero si tenéis ganas de algo más, la carta del Barhaus esconde desde una suprema de bacalao con miel y sobrasada hasta un coulant de galleta Lotus con chocolate 77% y un toque de sal. Además de la carta también disponen de un menú diario para poder probar todos sus platos. No te pierdas las comidas bajo las Lunas de su terraza!

El bar y espacio cultural del Teatre Metropol ha ganado vida en los últimos tiempos. Ya no es sólo ese lugar de espera antes de que la obra salga a escena. Funciona como una cafetería del teatro y como un espacio multidisciplinario donde se pueden ver recitales de poesía, pequeños conciertos, presentaciones de libros, exposiciones, tertulias, conferencias, proyecciones... incluso catas de vinos! Cuenta también con una agradable terraza situada en el patio interior y una buena carta de cócteles, combinados y cenas a base de ensaladas y tostadas (con reserva previa). 

Tarragona es uno de los mejores lugares para comer pescado de playa. Y el lugar para hacerlo es el Serrallo, el barrio marítimo. El Balandra es uno de los restaurantes del barrio y no decepcionará a quien quiera probar las delicias del Mediterráneo: unos buenos langostinos, mejillones fresquísimos acompañados de romesco... Si lo preferís, también es un buen lugar para el arroz acompañado de un vino blanco y fresco de la zona. 

Dentro de la Regidoria de Joventut, encontramos el Espai Kesse uno de los más activos de la ciudad. Se organizan conciertos, teatro y actividades culturales de todo tipo dirigidas a los jóvenes de 12 a 35 años pero abiertas a todos los públicos. El espacio de 1000 m² está dividido en 5 plantas donde se hacen actividades esportivas, de teatro, cocina, idiomas, cinema, manualidades, espacios de suporte en el estudio y mucho más. En verano, en el escenario de la sala La Palmera -dentro de la antigua facultad de Letras-, se celebran espectáculos al aire libre.

Ostras peruanas con leche de tigre, cilantro y mayonesa de Rocoto o un canelón XXL de asado con pecorino trufado. En el restaurante AQ hacen cocina directa y cambiante. Ofrecen menús de degustación y de temporada, con una oferta de más de 30 platos y 30 vinos que no son permanentes, para que vuelvas y pruebes cosas diferentes. Llenos y satisfechos, al salir por la puerta del AQ nos encontraremos ante el precioso claustro de la catedral. Puede ser que se nos escape un “¡oh, qué bonito!”.

Si alguien no conoce mucho la ciudad, este local le puede impresionar. Dentro de una cueva romana del siglo I y como parte de la estructura del circo romano, encontraréis la sala El Cau. Cada día organizan noches temáticas con DJ de diversos estilos. Las sesiones se intercambian con conciertos de bandas independientes.

Shiva Music es una tienda de discos en un mundo en el que ya no se compra música, por tanto, es una exótica maravilla. Llena de compactos y con una sección fantástica de vinilos de segunda mano, Shiva Music ofrece música para los creyentes del rock’n’roll. El techo es la portada de un disco de música psicodélica, burbujas de color, espirales y el pelo de Jimmy Hendrix volando por todas partes. Diego y su gorra están detrás del mostrador desde que abrió. Si tenéis dudas, es un pozo de conocimiento y curiosidades.

Dejamos atrás las murallas y la típica melodía y nos adentramos en la Parte Alta a través del Portal del Roser, un arco continuación de la muralla construida de piedra romana. En la misma esquina, y casi con una acera que le pide permiso a la historia, está este bar ínfimo que posee una esquina de postal. Ya sea dentro del bar o en la terraza, la vista es inmejorable. Suerte que Woody Allen no ha venido a Tarragona a comer carquinyolis, si no ya sabemos dónde rodaría su próxima película.

Uno de los lugares imprescindibles de Tarragona es un bar de bocadillos. Y lo es porque quien regenta este pequeño bar es Eduard Boada, un hombre que ya elaboraba tortillas con patatas fritas de bolsa antes que nadie supiera quien era Ferran Adrià. El señor Boada ha conseguido auténticos fans de sus bocadillos. Capaz de hacer maravillas con lo que tenga en la nevera, el señor Boada crea bocadillos de salchichón con robellones y piñones, escalivada o huevos fritos con sorpresa. La medida de sus creaciones es tan extraordinaria como su imaginación. No lleguéis tarde. Abre cada mañana, y cuando el pan se acaba, baja la persiana sin remordimientos.