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5 ideas para maridar ocio con un buen vino

Ir de compras, al teatro, al cine, a un museo o salir a cenar. Cualquier actividad mejora si se complementa con una parada para tomar un buen vino. Te damos algunas pistas para que degustes los mejores.

Time Out en colaboración con Oive
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Cualquier excusa es buena para ir a tomar un vino en compañía y Barcelona ofrece una gran variedad de vinaterías y ‘cellers’ para nuestro disfrute. ¿Que estás en medio de una maratoniana jornada de compras por el centro? Para en una buena mesa y recupera fuerzas. Si te han invitado al teatro, escoge tú el bar de vinos: en el barrio barcelonés de la farándula, entre Montjuïc i Poble-sec, la oferta es inabarcable. Para los cinéfilos que no se pierden una, en Gracia hay más de un rincón donde comentar la peli mientras se saborea un buen vino. ¿Y quién no maridaría una buena expo o una visita a un taller de artista con un mediodía radiante sazonado con unos ricos platillos y un sabroso caldo? Y si acabas de improvisar una cena, también hemos pensado en ti. Aquí va nuestro particular maridaje de ocio y vino.

De compras por el centro

El eje comercial del casco antiguo de Barcelona es tan extenso que parece inabarcable. Hace falta técnica para andarlo de arriba abajo, o sea, parar en el momento justo y tomar un tentempié antes de que los pies digan basta. Si andas por la zona de Portaferrissa, lo mejor es que te acerques al barrio del Call para degustar unas tapas o unos platos maridados con una buena copa de vino de la bodega del acogedor Zona d’Ombra. Si, en cambio, te has adentrado en las magníficas tiendas del Born, no puedes perderte La Vinya del senyor, un local con terraza situado justo delante de Santa Maria del Mar donde se puede escoger entre una gran variedad de vinos con DO y tomarlos a copas. Si cruzas La Rambla, tienes una parada obligada en el Moix Wine & Gastrobar, con una carta que incluye casi un centenar de vinos singulares que no encontrarás en cualquier sitio. El local es precioso y la cocina que factura, espectacular.

De teatro entre Montjuïc y Poble-sec

Si el barrio de Montjuïc y Poble-sec es conocido por los teatros que pueblan la emblemática avenida del Paral·lel y por la Ciutat del Teatre, con el Lliure y el Mercat de les Flors al frente, no lo es menos por los restaurantes de toda la vida que siguen al pie del cañón entre sus callejones. El mítico Quimet i Quimet es uno de ellos: regentado por la cuarta generación de Quimets, su larguísima oferta de vinos, como sus tapas, quita el aliento. Es un imperdible en toda regla, antes o después de la función. En la misma zona se encuentra el Celler Cal Marino, un cásico que aún mantiene barricas de vino y que ofrece originales viandas y un menú maridado súper completo. No es el único lugar del barrio con enjundia y barricas: en la ecléctica Gran Bodega Saltó, los amantes de lo antiguo aún pueden comprar vino a granel o sentarse a la mesa y disfrutar de unas tapas con vino y, si se tercia, escuchar música en directo.

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De cine en Gracia

Para los amantes del cine europeo y de autor, las calles Verdi y Torrijos son visita obligada. Y en este barrio alegre que mantiene aún aires de pueblo, la oferta en bares, restaurantes y cafeterías es tan amplia como variada. En materia de vinos, hay lugares inefables, como la Viblioteca, un bar sin fogones que mima con esmero su variada carta de vinos y quesos: sencillamente brutal. Si lo que buscas es un bar de vinos con fogones, el pequeño Intrèpid sirve tapas espectaculares y ofrece una carta de vinos tan original como el propio local.

De talleres de artistas y exposiciones en Poblenou

Poblenou, ese barrio eternamente emergente que tantas satisfacciones nos proporciona, es tierra de artistas e innovadores. En el arte y en la cocina. Un plan perfecto para conocer su idiosincrasia pasa por visitar los talleres de los artistas que trabajan en la zona o escaparse a uno de sus museos, desde el de Can Framis al del Diseño, para luego pararse a comer en alguno de sus excelentes locales. Como el Més de Vi, que ofrece platillos para acompañar con vino en la barra pero que también tiene espacio para cenas reposadas con maridajes y hasta catas. En su carta, presentan los vinos como lo que son, joyas hechas por personas que buscan emocionar y que respetan la tierra. Otro must de la zona es la Bodega Alaparra: amplísima y variada carta de quesos, embutidos ibéricos que se deshacen en la boca y una extensísima selección de vinos que pone el acento en los pequeños productores.

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De cenas improvisadas en el Eixample

El mundo se divide entre los que reservan mesa antes de salir a cenar y aquellos que se lanzan a la aventura y dejan en manos de la improvisación el lugar donde alegrar sus ágapes. Una apuesta segura, a riesgo de encontrarlo lleno, puede ser el hermoso bar de vinos La Volátil, amplio y luminoso como su carta de vinos, que incluye unas 180 referencias. Además, solo por leerlas, se te hará la boca agua con sus tapas. Otra opción pasmosa es Monvínic, cuya frondosísima bodega se mantiene al día gracias a un amplio equipo de sommeliers que trabajan con vinos de los cinco continentes. Y en el mismo paseo de Gracia destaca otro buen lugar para probar suerte sin reserva: La Vinoteca Torres, el bar de vinos de la histórica vitivinícola. La marca de la casa: una cocina hecha para disfrutar el vino y unos vinos hechos para disfrutar la cocina. Ahí es nada.

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