No solo la sangre une a Carol, Anna y Bonnie. Son abuela, hija y nieta, tres generaciones de mujeres marcadas por la desgracia, por tener algo dentro que les impide vivir, por poseer, como dice el poema de Anne Sexton, "un idioma propio". Las tres protagonizan Anatomia d'un suïcidi, una obra dura y compleja de la británica Alice Birch que, desde su estreno en Londres en 2018, se ha visto en medio continente europeo y ahora llega al TNC de la mano de Glòria Balañà.
No es fácil llevarla a escena, porque, de hecho, se trata de tres piezas en una. La primera habla de Carol (Marta Ossó), una mujer que, al empezar la función, ha intentado cortarse las venas. Estamos en los años 70, es ama de casa y le gusta estar sola. Pero es como si no encontrara su lugar en el mundo. La segunda trata sobre Anna (Maria Ribera), hija de Carol, con serios problemas con las drogas, pero que finalmente parece haber encontrado un camino. La tercera nos presenta a Bonnie (Patrícia Bargalló), hija de Anna y nieta de Carol, una médica solitaria, lesbiana, que carga con todo un pasado de mujeres que se borraron del mundo por voluntad propia.
Tienen, además, un elemento en común: la casa que compraron Carol y John (Eduardo Lloveras), donde ella intentó ser feliz, a la que Anna vuelve para intentarlo de nuevo, y de la que Bonnie no sabe cómo deshacerse. Las tres, al mismo tiempo, en el mismo hogar, se dirigirán al público en una función coreográfica, que tiene mucho de partitura musical, de agudos bien afinados y graves que nos pasarán por encima como una apisonadora.
Birch es una autora extraordinaria
El único problema es el tempo de la función. Transiciones muy lentas y una banda sonora que a menudo cobra un protagonismo inesperado. ¿Pueden convivir en una obra tan dura You really got me de los Kinks, Purple rain de Prince y Venus in furs de Velvet Underground? Quizás Balañá busca distender una acción que nos conduce irremediablemente hacia el abismo, un toque pop en una tragedia desoladora. Ya sabemos lo que venimos a ver: una obra sobre el suicidio. ¿Hace falta añadir un audio de Anne Sexton recitando Wanting to die? No lo sé.
Birch es una autora extraordinaria. Atrevida, libre, con una poética soberbia, a la altura de sus referentes. Hace un par de años, gracias al Tantarantana y a la Fundació Brossa, pudimos disfrutar de una parte de [Blank], texto posterior a Anatomia d'un suïcidi. Si entonces ofrecía un terrible puzle sobre las relaciones personales, ahora se aproxima de forma brutal a la herencia estructural de las mujeres, empujadas al electroshock para calmar su furia, su angustia.
En escena, en el TNC, tanto Ossó como Ribera y Bargalló encarnan a estas tres mujeres devastadas. Sostienen la función solas, con la mirada, la contención, todo lo que han vivido. Que la primera fuera Cate en Blasted y la segunda Mila en Solitud, en producciones anteriores del TNC, es un punto a favor de esta función. Porque su dolor viene de lejos.
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