Existen piezas de la indumentaria tradicional que han sido sistemáticamente menospreciadas. Y un buen ejemplo es el delantal, asociado al trabajo doméstico y no tanto a los oficios manuales. Fue Fernando Brambilla, un diseñador gráfico argentino, quien le dio la vuelta al asunto. Desde una pequeña tienda-taller situada a dos pasos del Palau de la Música Catalana convirtió sus delantales -de piel, algodón y denim japonés- en objetos de deseo para cocineros, floristas, arquitectos, pintores o cualquiera que supiera apreciar el valor de las cosas bien hechas.
Por su amor a la alta montaña, Brambilla trasladó el negocio a La Cerdanya una larga temporada, pero este año ha vuelto a sus orígenes. Y lo hace hecho por partida doble: acaba de abrir un espacio en el Gòtic y, como en sus inicios, ahora sólo vende su producto artesanal: delantales, bolsas y camisas de diseño con su inconfundible toque retro. Le llueven pedidos desde Japón y Estados Unidos, pero él sigue más Bramby que nunca. Con su pose zen, una amabilidad exquisita y siempre dispuesto a ofrecerte el mejor café del mundo. Visítalo y lo entendersá. Bien vuelto, Mr. ¡Apron!