22 bares y coctelerías para descubrir en la World Class Cocktail Week

Techos altos, una decoración austera y minimalista e infinitas botellas de cristal son la carta de presentación de esta coctelería de Malasaña. Es toda una experiencia para el cliente, que se deja llevar por la recomendación del equipo del local liderado con gusto por Alberto Martínez. 1862 Dry Bar recupera el espíritu dandy de los hombres más elegantes gracias a la sofisticación y al clasicismo de sus cócteles, con más 150 marcas en sus vitrinas. Es fácil imaginar a Humphrey Bogart o a Gregory Peck tomando un combinado en su amplia barra.

Hace tiempo era un pub irlandés transformado totalmente en un espacio chill-out que cubre todo el espectro: de día se puede comer y picar algo, por la tarde se transforma en un sitio donde relajarse y por la noche se calienta para recibir a gente 'cool' en su tour nocturno de la ciudad que buscan ricos cócteles. Su lounge con sofás y cojines hace difícil irse.

A medio camino entre la hamburguesería/dinner estadounidense de los cincuenta y el cocktail bar, este local se vende fácil como un agradable punto de partida antes de internarse en la Malasaña noctámbula. Cómodo, buenos precios y mejor música.

El grupo hostelero Larrumba (Marieta, Frida) ha tirado la casa por la ventana y recientemente ha abierto un local en el que perderse. Literal. El espacio es enorme, combina barras para tomarse un trago después del trabajo (todos los cócteles habituales y alguno más) con agradables mesas junto amplios ventanales para desayunos/meriendas, una terraza/soportal para fumadores, una zona de sofás y un comedor.

El delicioso tartar de tomate con torta del casar, las colas de cigala en tempura o  los muslitos de codorniz en chups son solo algunos de los manjares que encontrarás en la cocina de este restaurante, que dirige el prestigioso chef José María Ibáñez. Su terraza está plagada de flores, encantadoras mesitas y detalles de lo más modernos que reinventan lo mejor del pasado. Su interiorismo corre de la mano del estudio DecoLab. Ideal para perdir unas raciones, unos cócteles o unos pintxos regados con alguno de sus 40 vinos.

La mítica sala de fiestas reabría sus puertas en 2016 con una renovada oferta de ocio y gastronomía. Rehabilitado y decorado por el interiorista Pascua Ortega y la arquitectónica realizada por Guillermo García – Hoz Su apuesta por la gastronomía, de la mano del Chef Joaquín Felipe y el espectáculo engloba el día y la noche. Durante las horas de sol podéis disfrutar de sus diferentes espacios, como un bar de tapas, un pequeño mercado con diferentes puestos y una bonita terraza. 

No hagas las maletas, pues Cuba se presenta en este nuevo restaurante de tintes coloniales, decoración caribeña, palmeras, flores y grandes ventanales donde la luz da color a un ambiente sin igual.

Lo de esta calle con la restauración es ya una relación consolidadísima. El penúltimo hijo es esta tabernita que hará salivar a todos los vermuteros de pro a la vez que a ese puñado de noctámbulos. Chacinas selectas, laterío interesante y una magnífica tortilla de patata son anzuelos más que suficientes para asomarse cualquier sábado al mediodía. La oferta se despliega en una carta breve con una docena de platos/raciones para compartir y se anima con varios cócteles propios.

Un innovador espacio de ocio gastronómico ha abierto sus puertas en Madrid en el antiguo cine Carlos III. 5.800 metros cuadrados para disfrutar de una experiencia única en la capital. 6 estrellas Michelín, un amplio escenario, tienda gourmet, coctelerías, música en directo, danza, artes escénicas, retransmisiones en una pantalla gigante… ¡Platea lo tiene todo! Pero vayamos por partes. La decoración corrió a cargo de Lázaro Rosa-Violán, que se ha inspirado en la estética de los años 40 y 50 para dotar a cada espacio de este amplio recinto de una identidad propia sin perder el sentido de la unidad global.

Pluma a la pekinesa, escalope napolitano con queso y salsa de tomate, falso risotto al curry con solomillo de pavo a las finas hierbas. Por ahí va la propuesta de César Galán. Por la vía de la cocina internacional para todos los gustos, los ingredientes mediterráneos, algún detalle propio y emplatados bien aseados. En la carta también toca los palos más 'in'. Léase baos y dumplings. Buena dirección para compartir con amigos. 

Íñigo Urrechu (Pérez, en realidad) sigue ampliando su cartera de locales y regresa ahora desde Pozuelo al centro de Madrid, donde ya estuvo hace más de dos décadas en El Amparo. Sigue, también, rindiendo homenaje a sus orígenes, a ese pueblo al que hace referencia el nombre de sus restaurantes y su apodo, tomado casi como apellido natural. Abierto a finales de 2017, Urrechu Velázquez da un pequeño paso adelante en cuanto a lo cosmopolita, incorporando algunos toques de fuera en ingredientes y pequeños aderezos. 

Una esquela personalizada de aire gótico ilustra la portada de una carta, concisa y transparente, que pronto sumará cuatro creaciones propias. “Tenemos dos máximas: no copiar nada ni a nadie –ni estética, ni actitud, ni selección musical– y crear comunidad, una red de carne y hueso, que vengas y puedas charlar amistosamente con el barman o con otros clientes”, refuerza Alberto Villarroel, uno de los socios fundadores. 

El penúltimo proyecto de Diego Cabrera es una coctelería, sí, pero donde, además de alegrarte el gaznate como en pocas barras de la ciudad, puedes también contentar tu estómago: hummus, minihamburguesas, tapas de bacalao y unos encurtidos que generan adicción. Con guiños al cómic, una de las pasiones del bartender argentino, el interiorismo corre a cargo del estudio Madrid in Love. Domina el ambiente desenfadado y la decoración de cóctel-bar de los sesenta pero la joya de la corona, pasada la barra y varias butacas bajas, es la mesa del barman.

El Museo Reina Sofía tiene un nuevo inquilino. En los bajos del edificio Nouvel, cohabitando magistralmente con el diseño del arquitecto francés, acaba de abrir el nuevo proyecto de Azotea Grupo. A los fogones, el incombustible Javier Muñoz-Calero, que presenta una carta mediterránea que tiende hacia lustrosos toques de autor a la hora de emplatar; es la cena el momento idóneo para entregarse a su cocina. Tras los cócteles, el acreditado Joel Jamal, que ha sumado a la carta habitual una decena de creaciones propias. 

Decadente no porque decaiga, desde luego, sino porque, y citamos a la RAE, 'en materia estética gusta de los refinamientos de lo pasado'. Algo así este ¿restaurante, 'cocktail bar', club? que ya hemos visto en Nueva York o en Londres pero que faltaba en un barrio como el de Huertas, en Madrid. Vigas de madera, ladrillo visto, gran barra com reflejos dorados, un poco a lo café ‘vintage’. El efectista interiorismo es obra del propietario, Marco Martínez, un conocido restaurador y noctámbulo. Aquí, en este entorno, se cena bien, se bebe bien, hasta se baila bien. 

La Latina no es solo territorio de cañas. También lo es de vermut, y este local es buenísima prueba de ello y uno de los referentes de la ciudad. Lo suyo es el vermut de grifo, acompañado de una buena gilda hecha al momento. Aunque de noche, también es territorio de copas, coctelería y destilados.