Embalse de Santillana
©Ricardo Ricote Rodríguez
©Ricardo Ricote Rodríguez

14 lugares insólitos de Madrid que no todo el mundo conoce

Rincones únicos y extraordinarios de la Comunidad que os dejarán con la boca abierta

Marta BacIsabel Gil
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Entre las calles castizas de Lavapiés, los bares hípsters de Malasaña y los cafés con encanto del Barrio de las Letras se esconden espacios únicos y originales, lugares increíbles en Madrid, pequeñas joyas arquitectónicas que parecen sacadas de otras ciudades, épocas y estilos. Desde un jardín tropical hasta una iglesia ortodoxa, pasando por edificios abandonados, esta es una ruta por los sitios más extraordinarios de la capital que os transportarán lejos de la ciudad sin apenas tener que desplazaros.

RECOMENDADO: Los 44 lugares más bonitos de Madrid. 

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Si te quedaste enganchado con 'Eduardo Manostijeras', la peli de Tim Burton protagonizada por Johnny Depp, no te puedes perder este parque, "un jardín botánico único en Europa", según anuncian sus promotores. El Bosque Encantado, como su nombre indica, es un lugar increíble en Madrid que hará las delicias de los niños y los no tan niños, con sus más de 300 esculturas de setos que recrean dragones, princesas, bonsais y laberintos. No podía faltar en este espacio un arroyo y una de las pocas cascadas naturales de la Sierra Oeste. Todo muy mágico, sorprendente y hasta onírico. Por cierto, también hay merendero con sillas, mesas y microondas y te puedes llevar comida y al perro (a diferencia de otros parques temáticos). Y aunque la entrada no es barata, si estás atento, a través de Facebook suelen sacar promociones. 

La 'Capilla Sixtina' de Madrid
La 'Capilla Sixtina' de Madrid

Su fachada sencilla y sobria, realizada en ladrillo, poco hace presagiar que su interior pueda acoger la que es conocida popularmente como la ‘Capilla Sixtina de Madrid’. Y no es para menos. Completamente pintada al fresco, la forma parte del conjunto hospitalario fundado por Felipe III a principios del siglo XVII para atender a enfermos y peregrinos portugueses de paso por Madrid. De ahí que el nombre original del templo fuera San Antonio de los Portugueses, denominación que se abandonaría en 1640 cuando la corona española perdió Portugal y que se sustituiría por la actual tras pasar a destinarse a la comunidad alemana. Elaborados por pintores como Juan Carreño de Miranda, Francisco de Ricci o Luca Giordano, los frescos de la iglesia narran distintos pasajes de la vida y milagros de San Antonio de Padua, santo a la que se dedicó en sus orígenes.

¿Dónde?: Corredera Baja de San Pablo, 16.

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Tampoco hay que viajar hasta Nueva York para contemplar la estatua de la Libertad de cerca. Porque muy próximo a Atocha, en el panteón de los Hombres Ilustres, Madrid tiene la suya propia. Aunque puede que no te hayas fijado porque el tamaño es bastante menor y porque no está a la vista, sino en el interior del patio, coronando el monumento a la Libertad. Se trata de un monumento levantado en 1853 (originariamente en el antiguo cementerio de San Nicolás) para recordar a tres grandes ilustres liberales españoles: Agustín Argüelles, José María Calatrava y Juan Álvarez Mendizábal. Y el encargado de llevar a cabo el proyecto fue Federico Aparici, autor de ese túmulo cilíndrico rematado por una escultura de la estatua de la Libertad. Lo anecdótico es que no solo hay una estatua en Madrid, sino dos: la otra está en el frontón del Congreso de los Diputados. Y esa, al igual que la del panteón, también porta la diadema de rayos. Dicen que Bartholdi (el escultor francés autor de la estatua de la Libertad de Nueva York que todos conocemos) se inspiró en esta de Madrid para su reproducción. Y puede que la leyenda sea verdad: la madrileña es de 1848, mientras que la que da la bienvenida en la isla de Ellis es de 1876. 

¿Dónde? Panteón de los hombres ilustres (Julián Gayarre, 3)

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¿Y si te decimos que no hace faltar recorrer los 3.463 kilómetros que separan Madrid de Helsinki para contemplar un auténtico bosque finlandés? Es más, sabemos de un sitio en el que hay hasta una genuina sauna, también finlandesa, a imagen y semejanza de las miles que hay en el país más feliz del mundo. Está en Rascafría, junto a un lago, dentro de un paraje de cuento bautizado como 'el bosque finlandés', y su parecido con los miles que hay en los Países Nórdicos es más que razonable: son árboles autóctonos de Finlandia. El bosque se creó en los años 80 para celebrar el hermanamiento entre Rascafría y Helsinki con ejemplares traídos de allí. Y así nació El Potario (nombre oficial de este bosque finlandés) en el que, para más autenticidad, se instaló una cabaña con sauna. Una pena que no se pueda acceder a su interior para darse un baño de vapor y entrar en calor durante los fríos días del invierno en Madrid. 

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Si estás buscando un sitio extraño en Madrid, te diremos que aquí puedes encontrar hasta un desierto. Mejor dicho, un jardín paisajístico experimental con vivero biotecnológico, todo muy del siglo XXI. Un espacio de más de 5.000 metros cuadrados dedicado a jardines botánicos donde los cactus son los amos. Y no están solos. En este macro jardín botánico experimental de más de 5.000 m2 y más de 400 especies xerofíticas, les acompañan otras plantas, muchas de ellas incluso autóctonas de la Comunidad de Madrid. 

¿Dónde?: Desert City. A-1, KM 25, 28708 San Sebastián de los Reyes.

6. Una iglesia al estilo bizantino

En mayo de 2013 abría sus puertas en el barrio de Canillas uno de esos lugares increíbles en Madrid: la Iglesia de Santa María de Magdalena, el segundo templo ortodoxo de la capital tras la Catedral Ortodoxa griega de los Santos Andrés y Demetrio, puesta en marcha cuatro décadas antes. Realizado en estilo bizantino, el edificio atrae la atención de quienes pasean por la Gran Vía de Hortaleza con sus cinco domos o cúpulas doradas, que representan a Cristo y los cuatro evangelistas, y su llamativa estética blanca, que recuerda a la arquitectura de los pueblos del sur de España. La pieza estrella de su interior, mucho más sobrio, es la pintura de Santa María Magdalena, de la que toma nombre la parroquia, custodiada en los siglos XVIII y XIX por la capilla de la embajada rusa, hasta su exilio a Argentina tras la ruptura de relaciones con la iglesia rusa a finales del XIX.

¿Dónde?: Gran Vía de Hortaleza, 48

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7. Nuestra propia Torre de Belém

A medio camino entre un lago de las Highland de Escocia y la famosa Torre de Belem de Lisboa, se encuentra el embalse de Santillana o de Manzanares el Real, localidad donde está situado. Este gran lago artificial ocupa más de mil hectáreas y se construyó en 1907. La idea era que la presa no desentonara con el entorno (el conocido castillo de la zona está muy próximo), así que se utilizó mampostería de granito. Y en el nexo de unión entre las dos zonas de la presa se alza esta torre de 35 metros de altura y forma octogonal, que quedó anegada y situada en medio del agua tras la construcción de la nueva presa en 1979 -cinco metros más alta que la anterior-, convirtiéndolo en uno de esos lugares increíbles en Madrid.

¿Dónde?: Manzanares el Real.

Durante gran parte del siglo XX un muro separó una ciudad, un país y el mundo entero. Berlín vivió durante años dividida por un bloque de hormigón y cemento de más de 150 kilómetros y 3,5 metros de altura que, hasta su caída el 9 de noviembre de 1989, avergonzó a la humanidad. La capital alemana y Madrid están hermanadas –sus escudos incluso están protagonizados por un oso- y esa unión hizo que tres bloques del muro fueran trasladados a la urbe española para que sus habitantes pudieran recordar este episodio negro de la historia. Incluso estos fragmentos cuentan con sus pinturas originales, aunque estuvieron a punto de ser borradas por un funcionario despistado. Están instalados en el parque de Berlín, entre las calles de Príncipe de Vergara y Ramón y Cajal, en pleno Chamartín. Casi cinco hectáreas de verde que acogen, entre otros elementos, una estatua de Beethoven y otra del oso berlinés. Un rincón muy alemán idóneo para disfrutar de un buen paseo.

¿Dónde?: Parque de Berlín.

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Un buen libro, un café y los cientos de tortugas que habitan esta pequeña selva urbana pueden convertirse en los mejores compañeros en la espera del próximo tren o la llegada de un ser querido. Unas 7.000 plantas de 400 especies diferentes conforman este peculiar jardín con un microclima propio bajo la estructura metálica y acristalada de la estación.

¿Dónde?: Estación de Atocha.

La vidriera del modernismo
La vidriera del modernismo

Este edificio ha cogido mala fama en los últimos años por ser la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). No por ello ha dejado de ser uno de esos lugares increíbles en Madrid. Su fachada es inconfundible y es el ejemplo mejor conservado y más importante del movimiento modernista en la ciudad. Sin embargo, uno de los secretos mejor guardados del Palacio de Longoria es su impresionante cúpula, obra de la Casa Maumejean, una empresa familiar fundada en 1860 por Jules Pierre Maumejean dedicada a la realización de vidrieras. Un maravilloso espectáculo para la vista gracias a sus cristales de colores iluminados por el sol.

¿Dónde?: Palacio de Longoria.

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A finales del siglo XIX, hubo una fiebre por la pelota vasca en Madrid, o juego de la pelota como se conocía por entonces. Se encargó al arquitecto Joaquín Rucoba la construcción de un frontón donde poder desarrollar esta actividad deportiva. El frontón Beti-Jai se inauguró en abril de 1894, en pleno barrio de Chamberí, y es el único que existe con estas características en la ciudad. Con capacidad para 4.000 espectadores, dejó de usarse como frontón en 1919, pasando a ser desde una comisaría de policía hasta un taller de coches o una cárcel, hasta que en 2019 se llevó a cabo un completo trabajo de rehabilitación y restauración. Fue declarado monumento nacional en 1991 y Bien de Interés Cultural en 2011 y se puede visitar de forma gratuita dentro del programa Pasea Madrid (si conseguís entradas). 

¿Dónde?: Marqués de Riscal, 7.

El ‘hanami’ es la tradición japonesa de observar la belleza de las flores y se utiliza normalmente cuando llega la época de floración de los cerezos y los nipones acuden a los parques cercanos a disfrutar de este fenómeno de la naturaleza. En Madrid, tenemos algo similar en La Quinta de los Molinos. Este bonito parque, situado en el barrio de El Salvador del distrito de San Blas, es un desconocido para muchos madrileños. Sus 21,5 hectáreas albergan una gran cantidad de especies, como olivos, pinos y eucaliptos, además de varias fuentes y un lago. Pero las verdaderas protagonistas son las flores blancas y rosadas de los almendros, que desprenden además un olor embriagador. Este jardín era propiedad del Conde de Torre Arias, pero en 1920 pasó formar parte del patrimonio de César Cort Botí, un ingeniero y arquitecto. Desde 1997 está considerado como Parque Histórico y los fines de semana se llena de familias con niños que juegan a la pelota, parejas de todas las edades y grupos de amigos que no paran de hacer fotos a los coloridos árboles con sus móviles.

¿Dónde?: Parque de la Quinta de los Molinos.

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Si las ciudades más famosas del mundo, como Londres o Nueva York, tienen su propio barrio chino, Madrid no iba a ser menos. En los últimos años, la población china de la ciudad ha escogido Usera como epicentro para sus comercios, restaurantes, bancos y todo tipo de servicios adaptados a sus costumbres y, por supuesto, su idioma. Pasear hoy en día por sus calles es encontrarse con carteles escritos con caracteres chinos en cada fachada y los supermercados asiáticos son los más habituales. También es la mejor zona para disfrutar de su gastronomía (no dejéis de acercaros a Royal Cantonés). Y, cómo no, es el escenario elegido para celebrar cada año el Año Nuevo Chino

¿Dónde?: Usera

Los Jardines de Aranjuez son un clásico entre los lugares más bellos de Madrid. Bosques, jardines, parques, fuentes y estatuas forman parte de este bello conjunto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001. Este espacio verde está situado junto al río Tajo y al Palacio Real de Aranjuez, conocido también como el pequeño Versalles por sus similitudes con el complejo francés, y está dividido en el Jardín del Parterre, el de la Isla, el del Príncipe y el de Isabel II. Kioscos chinescos, templetes y estanques se distribuyen por cada hectárea de este recinto en el que merece la pena perderse durante horas.

¿Dónde?: Aranjuez.

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