Se puede aprovechar su horario ininterrumpido para venir a desayunar o merendar y sentir que estás durante un rato en un bistrot parisino (incluidos el poco espacio entre mesas, el color rojo, las grandes cristaleras, ese 'savoir faire') pero a lo que uno viene es a levantar su propio acta sobre esa mítica salsa que acompaña al no menos famoso 'entrecotte'. Salsa que cada semana traen de Ginebra, donde se inventó en los años 30 y cuyo secreto sigue intacto. Elige el punto de la carne y acompáñala con una tabla de quesos y un buen tinto. Para cerrar una visita de marcado acento francés, crème brulèe.
Francia ganó el Mundial, conquistó su segunda estrella. Pero quizás más que por su juego, les admiremos por su gastronomía, por todo lo que han aportado a la cocina mundial, por ese 'savoir faire' y ese cuidado ya sea un plato muy elaborado, delicadísimo o sea un crepe o una ostra. Habrán conquistado la Copa del mundo pero la copa que realmente nos interesa es en la que cabe un Borgoña.
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