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La Casa Batlló es una de las transformaciones arquitectónicas más extremas que Gaudí y su colaborador, Josep Maria Jujol, hicieron para el magnate textil Josep Batlló entre 1902 y 1906. Gaudí transformó un edificio cualquiera en una de sus creaciones más impresionantes y admiradas. Las opiniones difieren en relación a la fachada del edificio, las paredes policromadas brillantes, los balcones siniestros y el techo escamoso: algunos dicen que es el espíritu del carnaval; otros, una cala de la Costa Brava. Sin embargo, la teoría más aceptada, teniendo en cuenta los sentimientos patrióticos del arquitecto, es que representa a Sant Jordi y el dragón (la cruz en la parte superior sería la lanza del caballero, el tejado la parte trasera de la bestia, y los balcones los cráneos y los huesos de sus víctimas).
La oportunidad de explorar el interior, aunque la entrada es un poco cara, permite entender cómo Gaudí, a veces considerado rimbombante y exagerado, era en realidad muy detallista: la ventilación en las puertas es ingeniosa y la luz natural que se refleja en las paredes azules del patio interior es increíble, fijaros también en la forma en que las manijas de las ventanas de bronce se adaptan a la forma de la mano.
Un apartamento del edificio está abierto al público, y también se puede acceder al ático y a la azotea. Las habitaciones con arcos de la planta superior, originalmente utilizadas como lavandería y tendedero de ropa, son algunos de los espacios más característicos.