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El mejor restaurante marinero de la Barceloneta según 'Joc de Cartes' cumple 30 años en plena forma

Este clásico de los arroces y el pescado fresco acumula el oficio culinario de cinco generaciones

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
Editor de Menjar i Beure, Time Out Barcelona
El Merendero de la Mari
Foto: El Merendero de la Mari | El Merendero de la Mari
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La Barceloneta es quizás el barrio de Barcelona más presionado por el turismo. Medio mundo viene de vacaciones a Barcelona, y todos hacen parada en la Barceloneta (la mayoría de los 170.000 turistas diarios de la ciudad visitan la playa de Ciutat Vella). Si ya es complicado encontrar allí un negocio local y pensado para locales, impresiona sentarse con alguien de una familia que lleva un siglo sirviendo comida en el barrio marinero de la ciudad. Rosa María Ribera Vellvé es la cuarta generación de una familia que empezó a dar de comer en 1927 sobre la arena de la playa de Sant Miquel. "Empezó mi bisabuela sirviendo pan con chocolate primero en un mostrador de madera. Y luego montó una barraca, l’Esport, donde hacían mejillones y sardinas a la brasa", explica desde la magnífica terraza del Merendero de la Mari (Plaça de Pau Vila, 11), en el Palau de Mar.

El Merendero de la Mari –en honor a la fundadora, su madre Maria Vellvé Costa– acaba de cumplir 30 años de vida en el Palau de Mar, que quizá parezcan poca cosa si lo comparamos con cien años de cocina en la Barceloneta. Ahora bien, resistir en primera línea turística todos estos años sin bajar el nivel ni claudicar ante los pokes o las hamburguesas tiene mérito. Una buena parte del secreto es que la quinta generación de la familia, Guillermo Coloma Ribera –chef– y Jordi Coloma –jefe de sala– trabajan con su madre, Ribera, y su padre, Jorge Coloma. Sí, esto es un paquebote familiar: una terraza con capacidad para 230 personas y un interior para 130. Desde el exterior, una magnífica vista al paseo marítimo

El Merendero de la Mari
Foto: El Merendero de la MariEl Merendero de la Mari

La cocina, explica Ribera, "tiene algunas recetas que son tal como las hacía mi bisabuela: las sardinas en escabeche son iguales, los arroces son iguales", por ejemplo. Con el paso de los años, claro, han ampliado la carta, pero no el concepto: es cocina mediterránea, con raíces, sin postureo ni exotismos ni ceviches ni quinoas. Ahora han añadido platos nuevos como el arroz de espardeñas o el de verduras, pero lo fuerte sigue siendo el fondo de armario: zarzuela, fideuá, rape a la Mari, almejas a la marinera, lenguado a la naranja, frituras de esas que nunca fallan.

El Merendero de la Mari
Foto: El Merendero de la MariEl Merendero de la Mari

Y entre los hits, algunas piezas de coleccionista: la ‘paella del Nen’, un arroz sin complicaciones, con un punto entre seco y meloso, y unos macarrones míticos, los de la Mari, cocinados con la receta secreta que le pasó Josep Maria Freixa (solo se pueden probar entre semana, de martes a viernes). Comer aquí cuesta unos 50 euros por persona –pescado y marisco fresco cada día del mercado central– y nunca falla: las raciones son generosas, tienen el sabor rico y marinero que se les supone; evitaréis esa sensación de insustancialidad que a menudo se da en un hotel de lujo donde han de satisfacer la idea que alguien de Chicago o de Finlandia puede tener de un arroz.

Muchas recetas son como las hacía mi bisabuela

Después de tres generaciones de cocina en Barcelona, con restaurantes que ya son historia –Cal Pinxo, Can Costa– su madre decidió abrir el primer Merendero de la Mari en 1988, en la zona de los chiringuitos de la Barceloneta. "Ya sabíamos que aquello se tiraría abajo, pero mis padres ya trabajaban allí, y decidieron seguir hasta que se pudiera", recuerda. La piqueta de los Juegos Olímpicos llegó en 1991 y el Merendero fue el segundo restaurante en instalarse en el Palau de Mar en 1994. Ribera presume de tener un 80 % de clientela local y reincidente. "Sí, es un merendero en un Palau, pero mantuvimos el nombre porque la clientela ya estaba hecha", ríe.

Hay que recordarle al barcelonés que seguimos aquí

Aquel 1994, Ribera recuerda que "había muy pocos turistas", y ahora "hay que recordarle de vez en cuando al barcelonés, sobre todo al de la parte alta, que seguimos aquí. Porque les cuesta mucho bajar. Sobre todo por las obras de la Rambla y la Via Laietana" (ganaron, por cierto, la edición de Joc de Cartes al mejor restaurante marinero de la Barceloneta). Un último motivo para acercarse: los postres de la casa, sobre todo el paquetito de crema. Un hatillo de pasta filo frita, relleno de crema pastelera, delicioso y goloso, con tanto éxito que lo preparan y venden a otros restaurantes. 

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