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Hace unos años que la vanguardia artística huye de Barcelona. El núcleo creativo se ha desplazado a Hospitalet de Llobregat: la ciudad más densa de Europa ha visto nacer espacios de creación, talleres de artistas y galerías de arte y su papel de ciudad creativa está consolidado. No lo decimos nosotros, sino Rosalía. A finales del año pasado, la estrella de Sant Esteve de Ses Rovires explicaba que ha comprado un edificio en Hospitalet donde tiene pensado construir un estudio de grabación. Ella es la guinda de un pastel que hace muchos años que se cuece a fuego lento.
A diferencia de Rosalía, los primeros artistas que fueron a parar a L'Hospitalet aterrizaban allí por motivos económicos. Por un precio radicalmente menor que en Barcelona podían alquilar espacios más grandes y más luminosos, dos condiciones muy necesarias para aquellos que trabajan con material pesado u obras de gran formato. Los primeros se agruparon en una nave industrial de la calle Salamina, y no eran desconocidos, sino creadores de la talla de Pere Llobera, Ramsus Nilausen, Lúa Coderch y David Bestué.
Esto era hacia 2014, cuando también empezaba un proyecto del ayuntamiento de L'Hospitalet para dinamizar la cultura. Querían aprovechar la ola de artistas y las naves industriales vacías de algunas áreas de la ciudad para transformarlas en un Distrito Cultural. La iniciativa partía de los equipamientos culturales que ya existían en la zona, como el Centro de Arte Tecla Sala y la Fundación Arranz-Bravo, pero impulsó festivales como el CREA, de arte y creación contemporánea, y veló por que los artistas de L'Hospitalet participaran de iniciativas como los Tallers Oberts, el festival Art Nou, el BCN Gallery Weekend y la Bienal de Arte Manifiesta, entre otros. Además, para favorecer más la llegada de creadores, el Distrito Cultural ofrecía subvenciones para la creación de entidades ciudadanas y bonificaciones para los profesionales de la cultura.
Desde la primera nave de artistas en la calle Salamina, los espacios dedicados a la cultura no han parado de crecer. En 2018, Eudard Escoffet, Jordi Colomer y Carolina Olivares fundaron La Infinita, un laboratorio de creación, investigación y producción artística con sede en Hospitalet de donde han salido algunos de los nombres más interesantes del panorama cultural actual. También hay galerías como Ana Mas Projects, etHall y Alegría.
1. Tener contacto directo con trabajadores industriales
“L'Hospitalet es un sitio que guarda la esencia de las zonas industriales. Aquí trabaja gente que ya debería haberse jubilado”, explican los integrantes de Lolo & Sosaku. Este dúo artístico argentino-japonés, de gran renombre internacional, tiene su base en Hospitalet de Llobregat. Las instalaciones incorporan esculturas que se mueven azarosamente y artefactos que parecen tener vida propia. Y para construir todo este mundo alternativo les va muy bien estar en l'Hospitalet, donde tienen contacto directo con artesanos e industriales que les proveen de materiales y servicios. “En la esquina de nuestro estudio hay un taller de hierro y forja, que son oficios en peligro de extinción. Lo regenta Siscu y hablamos con él muy a menudo. El otro día nos decía que la inteligencia artificial nunca podrá doblar un martillo como lo hace él”, ríen. Las creaciones de Lolo & Sosaku han dado la vuelta al mundo (del MACBA, Sónar y Liceo en Sao Paulo, Shanghai, Milan, Taipei y Los Ángeles) pero no existirían, dicen, sin la posibilidad de romper barreras entre los artistas y los trabajadores industriales que les ofrece la ciudad en la que trabajan.
2. Hacer arte con los amigos y tejer red
Rita Sala empezó a pintar de muy pequeña. “Con la pintura se pueden realizar imágenes desde cero. Esto la hace complicada, pero libre”, explica. Pintar, para ella, siempre es una lucha: “Empiezo intentando configurar una imagen sin la carga de todo lo que he visto, de las imágenes que ya existen”. Llegó a Hospitalet después de la pandemia. Con unos amigos buscaron una nave industrial y, bajo el nombre La butxaca màgica, organizan saraos culturales, conciertos y exposiciones. Pero el espacio también es su taller. Es un lugar de grandes dimensiones y luz natural donde Rita puede trabajar los formatos de pintura que ella prefiere. Estar en L'Hospitalet también le ha llevado a relacionarse con el ecosistema artístico de la zona. De cara a junio ha preparado su primera exposición individual en la galería Ana Mas Projects, una de las primeras que se instalaron en la ciudad. La muestra formará parte del festival de Art Nou 2024 y se llamará 'Arriba la sierra'. Habrá piezas que reflexionen sobre cómo los humanos nos relacionamos con el espacio y cómo los lugares que ocupamos dan significado a nuestras vidas.
3. No tener que escoger entre el arte y la artesanía
Fernando Setien es un creador singular: hace miniaturas de muebles aplicando las técnicas de ebanistería tradicional. El resultado son sillas, mesas y escritorios de tamaños casi microscópicos, que recuerdan los muebles de una casa de muñecas tradicionales, pero con el añadido de que son piezas que se inspiran en el mueble danés, inglés y americano de los años 30 a los años 50. Setien era carpintero y se dedicó a la carpintería durante 20 años, pero la crisis económica del 2008 le dejó con menos trabajo y más tiempo libre en las manos: “Me lanzé a la piscina”, explica, y la suya obra comenzó a llamar la atención de los coleccionistas internacionales. Lo que le gusta reproducir muebles del estilo nórdico y mid-century es que “son objetos muy cálidos y escultóricos, pero a la vez funcionales”. Él también trabaja desde Hospitalet en una antigua fábrica que ahora acoge a artistas y artesanos que huyen de la masificación barcelonesa. Cuando le preguntas si lo que él hace es arte o artesanía, dice que "es la pregunta del millón". “Técnicamente, soy artesano, hago prendas con las manos. Pero el resultado final de mi trabajo puede llegar a transmitir algo. Y si un objeto transmite un sentimiento o una idea, también podríamos decir que es arte”, reflexiona.
4. Pensar y crear desde la calma
Laia Noal trabaja desde el Edificio Freixas, una de las construcciones más reconocibles del paisaje de L'Hospitalet. Construido en los años 60 durante el boom industrial, ahora acoge a pequeños industriales, artistas y artesanos que trabajan a gusto porque el espacio es de lo más agradable. Los creadores comparten varias salas diáfanas y luminosas que convierten en sus talleres, y Noal trabaja sus investigaciones sobre el paisaje. "Me gusta pensar que la línea entre lo artificial y lo natural es inexistente", explica, "ya partir de ahí he hecho proyectos artísticos que exploran el impacto del hombre en la ciudad de Barcelona". Desde un trabajo sobre las hierbas silvestres de la ciudad u otro sobre los incendios de Portbou, las obras de Laia Noal parten de la noción del tercer paisaje de Gilles Clément, según la cual la naturaleza es inteligente. “El ser humano se esfuerza por ordenar la naturaleza, pero en los descampados urbanos que tenemos en Barcelona, si no hiciéramos nada, dentro de 10 o 20 años tendríamos un bosque con mucha más biodiversidad que la que podríamos conseguir interviniendo”.
5. Tener espacio para crecer
TAKK es un dúo de arquitectos que crea arquitecturas efímeras partiendo de criterios sostenibles, feministas y queer. Detrás están los nombres de Mireia Luzárraga y Alejandro Muiño, y han hecho instalaciones que seguro han visto por la ciudad (como este refugio climático de color rosa en la terraza del Santa Mónica), pero que también han traspasado fronteras. Aunque trabajan juntos desde 2010, no fue hasta 2019 que se instalaron en Hospitalet: “¡Antes teníamos un despacho precioso en el Eixample, pero nuestro trabajo implica ocupar tanta superficie que rápidamente se nos quedó pequeño!”, explica Luzárraga. Ahora trabajan un espacio industrial de 400 metros cuadrados, luminoso y con un gran montacargas que estaba vacío porque la empresa que lo ocupaba tuvo que cerrar después de la crisis. “El espacio tiene muchas facilidades para nosotros: nuestros clientes son museos y ayuntamientos, que no permiten dedicar todo el tiempo de lo mucho al montaje. Y por eso los metros cuadrados son valiosísimos para nosotros”.