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Reabre el Bar Casi de Barcelona, el último restaurante del Park Güell sin turistas (¡y se come igual de bien que siempre!)

Después de unos meses de cierre, este clásico del menú de mediodía y el desayuno de tenedor vuelve a funcionar como un negocio familiar

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
Editor de Menjar i Beure, Time Out Barcelona
Bar Casi segona etapa: Esteve i Martí Cañas, amb la seva mare, Elisabet Prat
Foto: Karla Schmotzer | Bar Casi segona etapa: Esteve i Martí Cañas, amb la seva mare, Elisabet Prat
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Una de las cosas que más debería dolerle al barcelonés es que cierre un comercio de proximidad y lo sustituya un restaurante de brunch o, que Dios nos libre, una tienda de carcasas de móvil o una cafetería de especialidad. Ejemplos hemos visto muchos últimamente (algunos tan sangrantes como el de un pub irlandés que ocupará el espacio de un restaurante centenario en el Gòtic).

Pero de vez en cuando hay brotes verdes. La reapertura del pequeño Bar Casi es una de ellas: lo abrió Casimiro Montes en 1978 en la parte más solitaria de Gràcia, esa que se debate entre la desolación de la Travessera de Dalt, pero recibe la afluencia turística del Park Güell. Luego asumió la dirección su hijo, Xavier Montes, que empezó a trabajar allí a principios de los noventa, con 19 años. Durante 48 años, padre e hijo, Xavi y Casi, formaron un tándem imbatible: el padre en la cocina, y el hijo en la sala.

Bar Casi
Foto: Karla SchmotzerBar Casi

Xavi tiene un carisma de tabernero y maitre de los de toda la vida,  "tete" arriba y "rei" abajo, que te hacía sentir como en casa, aunque fuera la primera vez que te sentabas allí. Y Casimiro aportaba una mano experta guisando y diseñando menús de mediodía, con buen producto y precios populares.

Lo mismo podías comer como domingo de abuela, con los macarrones de la casa y un costillar al horno, que disfrutar de pescado fresco a la plancha con unas acelgas hervidas impecables. Para desayunar, una vitrina con surtido de tortillas recién hechas. Xavi cerró a finales de 2024, un año después de la jubilación de su padre: locales y turistas hacían cola en la puerta, y traspasó el negocio porque quería pasar más tiempo con su familia y no trabajar 15 horas al día.

Sirva este larguísimo prólogo para anunciar que otra familia del barrio, los Cañas-Prat, acaba de reabrir el Bar Casi. Al frente están dos jóvenes de 20 y 21 años, Esteve (20) y Martí Cañas (21), en cocina y sala, respectivamente. En los fogones también está la madre, Elisabet Prat. "Los Montes solo querían traspasarlo a una familia que mantuviera un negocio similar, les preocupaba mucho que lo cogiera un fondo de inversión o que abrieran un brunch", me cuenta con orgullo Martí. El 1 de diciembre los Montes se retiraron, y pocos meses después lo reabrieron los Cañas, con un lavado de cara y actualización. Entre las dos familias "hay mucha amistad, y los dos últimos meses veníamos cada día a ver cómo funcionaba el negocio", dice Martí.

A la familia Montes le preocupaba mucho que lo cogiera un fondo de inversión y montaran un brunch

¿No son demasiado jóvenes para esta carga laboral? Tienen 20 años recién cumplidos y trabajan de lunes a sábado, abriendo de 8 a 16.30 h. Querían un lugar así, explica Martí, que asegura con entusiasmo que desde los 15 años ha trabajado en una treintena de restaurantes de Barcelona. "Con Esteve vamos cada domingo a desayunar de tenedor, a comer juntos, al Gelida o a la Fonda Pepa. Ahora la gente joven busca cosas menos artificiales, estamos hartos del brunch, queremos ir a comer como si nos cocinara nuestra madre", dice rotundo (y en su caso, la tienen en la cocina, por cierto).

¿Soy joven para llevar un bar así? Tengo 21 años y trabajo en restaurantes desde los 15.

Las tortillas siguen en la vitrina, lo veo, y me siento. Cada día hay un desayuno de tenedor distinto, que puede ser capipota, tripa, fricandó, según mercado. El menú del día es muy atractivo, a 15,90 euros.

Bar Casi
Foto: Karla SchmotzerBar Casi

Me decanto por unos garbanzos con butifarra negra, en su punto justo de cocción y muy sabrosos, y de segundo me obsequian incluyéndome en el menú un plato del día fuera de carta, un capipota con garbanzos notable (sí, me va la marcha).

Bar Casi
Foto: Karla SchmotzerBar Casi

 Comida muy bien hecha y abundante. El flan de postre es casero, como la crema catalana. Entre otros platos del menú del día hay crema de calabacín, pollo al horno, quiche, trinxat de la Cerdanya, todo hecho en la pequeña cocina, a cuatro manos, entre madre e hijo. "Todavía ofrecemos pescado fresco en el menú, y la butifarra nos la traen de Vic. Son esos pequeños detalles los que hacen que la gente siga viniendo", explica. Si alguien temía por el nuevo Casi, puede estar tranquilo.

Bar Casi
Foto: Karla SchmotzerBar Casi

Al mediodía llega Esteve padre para echar una mano en la sala. El Casi empieza a servir menús a eso de las doce y media. Paradójicamente, los primeros clientes del día son turistas asiáticos que han esquivado la irradiación infernal del Park Güell de fritanga y Paellador. No serán los últimos. "No paella no sangría, here, just catalan food", les advierte con amable sorna Martí, y ellos se sientan y comen encantados

La majestuosa barra del Bar Casi, clavada el 1978
Foto: Karla SchmotzerLa majestuosa barra del Bar Casi, clavada el 1978

Diez minutos después, las treinta sillas se llenan de clientela local, feliz de poder disfrutar del ritual de lo habitual. Los soportes vacíos del Bicing, fijados frente a la puerta del Casi, en lo alto de la empinada calle Massens, hablan mudos de esta emulsión de realidades dispares. Aquí ha pasado Casi un milagro, si se me permite el juego de palabras.

Te gusta comer, ¿eh? No te pierdas el Time Out Fest el 24 y 25 de mayo en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, con platos de 10 de los mejores restaurantes de Cataluña reunidos por primera vez

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