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"Teníamos que estar en Slow Food, tener la estrella verde de Michelin y a la vez tener el Sol de Repsol. Daba de comer a ochenta comensales al día y me había autoimpuesto muchas reglas: quería la sostenibilidad al cien por cien, Y al final no podía comprar nada, porque todo se escapaba del marco en que me había confinado". Quien así habla es Matteo Bertozzi, el chef italiano que triunfó a lo grande con My Fucking Restaurant (MFR a partir de ahora) y el marcianísimo y exquisito gastrobar de vinos Assalto.

En el epicentro guiri de la ciudad, Nou de la Rambla a 50 metros de la Rambla, Bertozzi hizo una carambola digna de campeón mundial de billar: logró un restaurante gastronómico informal que triunfó entre locales y turistas – favorito de Slow Food y a la vez número uno en Trip Advisor– con todo ecológico y sin gluten. Parece un gag de Pantomima Full (solo le faltaba ser halal) pero es real. "Hacía ochenta, cien comensales por día. MFR era muy divertido y muy jodido a la vez. Éramos uno de los sitios más sostenibles de Catalunya, usábamos ozono en lugar de químicos. Pero no era tan rentable. Y dije basta", explica entre satisfecho y aliviado.
Llevo seis años en Poblenou y vi que el Raval no se recuperaba, iba a peor
Esta es la noticia: Bertozzi vendió su parte de MFR y Assalto y acaba de abrir Atipical Casa de Menjars (Llull, 259. 615 66 97 83. Ma. y Mi. de 12.30 a 15.30; Ju. a Sá. de 12.30 a 15 h y de 19.30 a 22.30; Do. y Lu. cerrado). Está entre los jardines de Gandhi y de Josep Trueta, en una zona de Poblenou todavía virgen de cafeterías de especialidad y expats. Y lo de casa de menjars no es postureo: al mediodía se come por un precio de 18-20 euros, por la noche entre 25 y 35.

Bertozzi es sincero y directo: "Llevo seis años viviendo en Poblenou. Y vi que el Raval no se recuperaba, sino que iba a peor. Tenía ofertas y dije ¿sabes qué? Hasta luego. Vivir y trabajar cerca del restaurante es otro mundo, por la tarde vuelves a tu casa. Necesitaba algo más tranquilo y relajado".
¿Por qué Atipical? Antes había un restaurante llamado el Tipical, y le hizo gracia. No es muy Tipical: "Es un restaurante gastronómico de barrio. Hemos dado un pasito más hacia Italia que en MFR, porque no tenemos gluten y nos hacemos la pasta. Sigue siendo un gastronómico muy divertido y no demasiado caro", considera.
Pues me siento a comer: Bertozzi me saca medias raciones, para que pueda probar más. Primero, una ensalada con caballa soasada, remolacha, yogur y naranja, una delicia refrescante y cítrica, con el contrapunto ahumado de la caballa y el tostadito cálido de los piñones.

Y alucino con el bistec tártaro de la casa. De ternera angus madurada 45 días, con yema de huevo ahumada, lleva una mayonesa de pimienta espelette y cebollino. Lo redondea la grasa del chuletón, que le otorga un sabor más dulce y goloso que el habitual férrico. Van con pan carasatu, buenísimo (y cuesta diez pavos, uno de los tártaros más baratos de la ciudad es de los más buenos).

El festival prosigue con unas judías verdes con stracciatella ahumada, miso casero con recortes de pan y almendra garrapiñada, un plato veraniego y con matices.

Y me deja KO con un tremendo tataki de presa ibérica tonnata. La misma crema que en el plato italiano, pero con cerdo. La usual salsa de alcaparras y anchoa va combinada con un chimichurri de algas, el toque de grasa contrastado con salinidad marina y vinagre. Un plato delicioso y lleno de contrapuntos.

Más Italia estilo Bertozzi en unos espléndidos raviolis rellenos de patata ahumada, com demi-glace de cebolla quemada, y pecorino romano.

Y culmina la comida con un platazo intenso y de cuchara: su versión del cordero a la marroquí, con cuello de cordero acompañado de zanahorias y garbanzos en distintas formas y cocciones, buenísimo.

Hay que valorar Atipical en su justa medida, que es mucha: estamos en un restaurante gastronómico a precio de barrio, en el que el chef crea en cada plato. Y se come, al mediodía, en un rango muy similar al del Gelida, por ejemplo; Bertozzi ofrece muy buen producto de temporada y proximidad con un toque maestro. Por la noche, la carta es muy similar y el precio se eleva tan solo unos cuatro o cinco euros.
Atipical es un restaurante a precios de barrio en que el chef crea en cada plato
(Por cierto, tenemos suerte de vivir en Cataluña, con todo lo bueno que nos da; ayer vi un documental de la nueva cocina nórdica, y los muy desaprensivos te clavan 350 euros por una degustación de platos de aneto granizado, rúcula, hierbajos silvestres, hojas de pino y esterificaciones de nata agria. Eso sí, todo en platos de diseño maravilloso).
¿El estilo de cocina en Atipical quizás es mas directo que en MFR? "Sí. Son platos que dan mucho trabajo, pero quiero que se entiendan. Estamos en un barrio. No puedo ir a lo creativo total como en Assalto", corrobora Bertozzi, no sin advertir que por la noche pondrán toques más divertidos. Y pese a que al mediodía se coma a 18, 20 euros, "si la gente quiere menú, pondré menú, y te cocinaremos exactamente igual. Y por la noche, diversión algo más friki". Compran "en pequeñito y ecológico", y la carta cambiará cada semana: de momento, este es un sitio de uso habitual, de fiesta cotidiana.
Hay un gran trabajo de carta de vinos a cargo de Darío, el sommelier: disponen de 40 vinos de km 0 y de todo el mundo, naturales y no, con 15 referencias a copas, a precios muy interesantes. "Toda nuestra botellería es muy barata. Hemos querido ganar menos para mover más vino. Cualquiera que sepa de vinos lo va a preciar bastante", explica. Y en un gesto que ejemplifica su vocación de barrio, te dan el agua filtrada gratis y la copa de birra a 2,20 euros, que como cualquiera que viva en Barcelona sabe, es el mínimo común denominador del bar manolo.
Barcelona pasará por aquí. Por la elaboración de los platos y su precio, por lo agradable del sitio, por la posibilidad de salir a comer y pasear por el parque. Son palabras de Bertozzi que suscribo al cien por cien. Id a Atipical.
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