Descubrimos Sant Andreu: bares, restaurantes y tiendas destacadas

Desde 2014

L'Harmonia nació en las calles y las plazas de Sant Andreu, donde el vecindario y la federación de entidades socioculturales y de ocio reclamaban un espacio del recinto de la Fabra i Coats para la gestión comunitaria. Esta es la mayor diferencia entre un centro cívico y un ateneo popular: su gestión; empresarial en el primer caso, comunitaria en el segundo. Este matiz lo es todo, porque significa que aquí nadie manda más que otro y que todo el mundo es bienvenido desde el respeto y la voluntad de aprender, de enseñar, y de hacer que la cadena se alimente y se fortalezca. Hablamos con Emma Llésera, responsable de comunicación, y David Vallverdú, dinamizador cultural. Este edificio luminoso y cercano hace de hogar de asociaciones y grupos vecinales que van desde 'diables' hasta cooperativas de consumo, desde grupos de pintura hasta fabricantes de cerveza. Se hace política sin partido y sobre todo se va a una. Se acoge a quien quiera participar, pero a la vez, recuerda David, "esto no es un hotel de entidades". Como espacio de conocimiento, el retorno se da por hecho. También se realizan talleres y actividades, cada año más cuidadosos respecto a la línea comunitaria e inclusiva del proyecto: hay autodefensa feminista y cocina vegetariana, circo y fotografía, por citar algunos. Sólo tiene cuatro años, y ya es un espacio imprescindible.

Desde 1919

El 21 de febrero de 2019 hará cien años que un grupo de vecinos de Sant Andreu, "jóvenes, católicos y con inquietudes artísticas", fundaron esta entidad. El primer presidente de la junta fue Josep Ribó Payarols, el abuelo del actual tesorero Jaume Ribó, que nos explica la historia. En el Casal hacían teatro, se reunían para hablar, para preparar 'Els Pastorets' que todavía interpretan hoy en un precioso teatro de madera de los de antes, con poleas, decorados de tela y el puesto del apuntador. Durante la Guerra se instaló la UGT y, una vez terminada, el auxilio social sirvió comidas. Hacia los 60 se hace el último acto propiamente católico: una charla sobre consejos matrimoniales. En los 70 llega la apertura. El Casal, a falta de otros equipamientos como los que tiene ahora Sant Andreu, canaliza los cambios sociales del final de la dictadura. Hoy el Casal tiene 400 socios que lo sustentan y acoge, en un edificio de 2.000 metros cuadrados, las secciones de Teatre y Pastorets, la Federación de Tenis de Mesa (donde tienen colgada la foto de Joaquín Renom, campeón mundial de veteranos de más de 90 años), el ajedrez, la asociación Benavinguts -que organiza salidas culturales-, el Esbart Maragall (fundado en 1932!) y el club de lectura. Seáis o no socios, en el bar os esperan con los brazos abiertos.

Viviendas dignas para los obreros. Esta es la génesis de los pisos de la Casa Bloc; un proyecto que la Generalitat encargó al grupo de arquitectos GATCPAC. La dignidad pedía dar luz natural, ventilación y espacios verdes a los obreros que hasta entonces vivían en barracas. El proyecto, iniciado en la República, quedó frustrado por el franquismo, que lo destinó a militares, viudas de guerra y policías nacionales. Si quieres saber más, puedes visitar el piso-museo.

Las bibliotecas son uno de los grandes patrimonios que tiene Barcelona. La Ignasi Iglesias es un templo dedicado al cómic con novedades, clásicos y recomendaciones que van cambiando. Elk día que la visitamos, habían seleccionado lo más nuevo de la editorial Fulgencio Pimentel y un cómic sobre el proceso creativo de Nick Cave, 'Mercy on me', del dibujante Reinhard Kleist. El apartado de cine no se queda corto. Sobre un mismo estante hay pelis de Kore-eda, Yorgos Lanthimos y Mia Hansen-Løve.

Hablamos a menudo de lo que ocurre en la fábrica de creación pero no lo hacemos tanto de la fábrica textil que fue y las historias que tuvieron lugar desde el 1837, cuando se fundó, y hasta el 2005, cuando se cerró definitivamente. Los Amigos de la Fabra i Coats, ex trabajadores de la fábrica, organizan visitas culturales por el complejo y también montan exposiciones.

La okupación tiene raíces fuertes en Sant Andreu, donde buena parte del vecindario denuncia y lucha contra la especulación inmobiliaria y en favor del acceso igualitario a la cultura. Hace un par de años okuparon unos cines abandonados para convertirlos en un centro vivo que acoge actividades abiertas a todo el pueblo. Un gran ejemplo de gestión comunitaria y un buen lugar para ver cine.

Fundada en 1870, la sociedad cultural y deportiva La Lira se creó cuando Sant Andreu de Palomar era todavía un pueblo separado de Barcelona, que lo absorvió en 1897. En 2014 estrenaron reforma entera, pero la fachada es todavía la de la época. Además de funcionar como sede de diversas asociaciones, también hacen actividades abiertas al público.

Fue la entidad más importante en cuanto al asociacionismo popular hasta la Guerra Civil. El Ateneu Obrer, que tenía una escuela laica, fue el centro con más alumnos del barrio hasta la Guerra. Actualmente es una entidad privada sin ánimo de lucro que organiza actividades lúdicas y deportivas.

Quizás paseas por Sant Andreu y no te pasa por la cabeza ir a patear la pelota o a hacer unos largos, pero ambas instituciones son templos deportivos y sociales de orgullo 'andreuenc'. Si quieres conocer bien Sant Andreu, tendrás que pisarlos tarde o temprano.