Historia
El toldo azul de este establecimiento familiar no engaña: 'Desde 1978 dando bien de comer'. Hace más de 40 años que una granadina, Mercedes, y un sevillano, Juan, emigraron al Carmel para alimentar al barrio a base de comida casera, abundante y rica. Hoy son sus hijos, Jordi y Laura, quienes capitanean el negocio. Lo ha mantenido todo igual (incluso la ambientación de club de fans del Betis, aunque él sea del Barça).
Carta
Comer un menú de mediodía aquí significa, entre otras cosas, recordar que hay algo llamado normalidad que aparece cuando te alejas del centro de Barcelona: un menú del día casero, con raciones abundantes y un precio muy asequible. Son cinco primeros y siete segundos, donde abundan los platos de cuchara, el horno a fuego lento y la plancha con producto de calidad (aunque siempre hay un par de platos más nobles, como el rabo de toro o el bacalao con samfaina, con un pequeño suplemento).
Preparaos para reencontrar la felicidad infantil de ir a comer con los abuelos, a base de platazos como macarrones a la navarra –con sofrito de chistorra–, unas impecables lentejas guisadas o unas carrilleras de cerdo con patatas fritas que dejan en evidencia a los restaurantes de cocina catalana de capipota a 23 euros. En verano, la carta se llena de opciones refrescantes y siempre incluye el gazpacho. Los postres también son caseros (pedid natillas de la casa).
Ambiente
Tan transversal como el placer de comer aquí. Vecinos, currantes de la zona y muchos jubilados que lo mismo hacen chistes vintage ("Melon Blando, Flan Sinnata") que hablan del interiorismo de la Gauche Divine.
Ojo, los feligreses del Rincón no son pocos. Es habitual tener que hacer cola para poder conseguir mesa y disfrutar de su menú de mediodía. Poneos zen; inspirad y espirad aire puro del Carmel tantas veces como haga falta. La espera siempre vale la pena.
Sin lugar a dudas, una de las mejores y más hilarantes cuentas de la restauración barcelonesa (@sevillanoelrincon). La gestiona el propio Jordi. Los platos, los cambios de horario, las vacaciones, la llegada de la lotería de navidad, etc., son anunciados por los mismos clientes con himnos rockeros de fondo y, a veces, incluso con coreografías.