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Es toda una garantía saber que tras un local asiático está el británico Gilles Brown, copropietario del Mosquito y el Red Ant. Su aproximación a la gastronomía del sureste asiático es metódica y obsesiva con la calidad. El Grasshopper es todavía más pequeño que el Ramen Ya Hiro: una pequeña barra baja con capacidad para quince comensales. Brown me habla de caldos con cocciones de dieciocho horas y de los tares, las salsas o los fondos que distinguen un ramen de otro. “Esto es alta cocina que se tiene que servir rápido, no es una tontería”, concluye. También elaboran sus propios fideos, y añaden 'kansui', una solución alcalina para que el agua tenga una propiedad similar a la de Japón (y la pasta sea elástica y absorbente). Tienen los tres tares (miso, soja y marisco) y también un ramen vegetariano. Me como el de soja, delicioso, y me afano en escoger una birra para de entre un ejército de cervezas artesanas, entre ellas BeerCat, cerveza hecha en Cataluña con un equipo de Inglaterra e Irlanda.