Bistronómika
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Dónde comer pescado y marisco en Madrid, el mejor puerto de España

Estos son los mayores expertos a la hora de cocinar, aunque lo toquen lo justo para elevarlo, el mar en la capital

Gorka Elorrieta
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Que la capital española se encuentre en el centro de la península, alejada de cualquiera de los dos mares que bañan nuestras costas, no es impedimento para que haya restaurantes en la ciudad que sean auténticos expertos en cocinar este producto. Siempre se dijo que el mejor pescado de España salía disparado de las lonjas a Madrid y que era aquí dónde se disfrutan las mejores piezas. Entre estos establecimientos consagrados a su preparación encontraréis versiones cocinadas para todos los gustos: a la parrilla, a la sal o al horno, a la plancha, ahumado, frito, a las brasas, marinado, rebozado, al pil pil, a la meunière…  Sea cual sea tu favorita, no tendrás que lamentar estar lejos del mar con esta selección de restaurantes especialistas en pescado.

RECOMENDADO: Y si te apetece carne, las mejores parrillas son estas

  • A la brasa
  • Madrid

Pescados salvajes, parrilla y fuego. El gran empresario David Lecanda transforma el local al que llegó para conquistar Madrid con El pimiento verde hace más de 25 años en su proyecto más personal y elegante. Aquí mandan las brasas, la más pura tradición vasca de respeto al producto, de disfrute alrededor de una mesa, de compartir como en las conocidas sociedad gastronómicas. No faltan en sus parrillas cortes nobles para los grandes aficionados a la carne pero besugos, rodaballos y las mejores piezas que van llegando a las lonjas del país gobiernan la carta y comparten protagonismo con una exquisita selección de mariscos donde el cangrejo real que traen del mar de Barents (y que lo preparan a la parrilla o hacen un txangurro) es el más exclusivo atractivo del restaurante; los ejemplares, junto a las langostas mediterráneas, se pueden ver en los grandes viveros que exhiben en el mismo local.

  • Madrid
  • Crítica de Time Out

Tras un ascenso escalonado en Barcelona, la bendición de Adrià e incontables clientes satisfechos y reincidentes (madrileños muchos), Anna y Rafa han abierto sucursal a la sombra del Congreso. Aunque prefieren un ritmo más pausado (“no nacimos con intención de ser algo grande, todo lo contrario”), caen a ojos mediáticos como la apertura de la temporada. Y, aunque todo, desde la distribución del espacio al equipo, precise un tiempo de adaptación caen de pie con una puntuación de Simone Biles. “Estimar, sinónimo de apreciar, es ‘amar’ en catalán. Alimentamos el ego del comensal, no del chef. Como esa mesa en la cocina de los grandes restaurantes, queremos que todas las nuestras sean VIP”. El servicio de sala, la cocina vista, un extremo cuidado en los detalles, su línea purista (tres o cuatro ingredientes por plato) y ese espléndido abanico de técnicas y fueras de carta reman a favor de una experiencia superlativa, y el viento que impulsa el barco viene, como siempre, de Rosas. El producto de la familia de Anna, generaciones dedicadas al mar, es el verdadero protagonista. “Nos traen lo mejorcito e intentamos no cagarla. Limpiamos solo 20 anchoas por la mañana y otras tantas por la tarde. Desde un punto de vista romántico, esto es lo que somos”. Un Mediterráneo arrebatador.

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  • Española
  • Madrid
  • Crítica de Time Out

Pescaderías Coruñesas siempre ha sido garantía de un producto excepcional y para ratificarlo una vez más suman este restaurante, el más ambicioso de su trayectoria en la restauración. Un espacio, coherente con la filosofía de la casa, que da una vuelta de tuerca a toda esa experiencia acumulada a la vez que rinde homenaje a los fundadores del sello. Es una apuesta en toda regla en cuanto que el menú (oscila entre 120 y 150 euros; el cliente puede elegir algunos de los primeros platos -tres de los seis entrantes- pero el principal será el mejor pescado -rodaballo, besugo, mero... todos salvajes- que haya llegado ese día, sea el que sea) cambia cada día según el mercado y la temporada. Juegan en esa línea fina porque pueden, porque les sobran galones y porque, además del buen trabajo en cocina, han fichado a Abel Valverde (ex Santceloni, Premio Nacional de Gastronomía y tabla de quesos imbatible) para darle un aire especial a la sala, que forme parte intrínseca y fundamental de lo que es sentarse en su comedor. 

Lobito de Mar

Lobito de Mar, el “bar resalao” que forma parte del grupo de restaurantes del cocinero y empresario Dani García en la capital, es otra de las direcciones a considerar si lo que queremos es comer pescado y marisco. Ya sea para darnos un homenaje o para una comida o cena en la que prefiramos apostar por el picoteo, esta referencia en plena calle de Jorge Juan es un acierto. Lobito de Mar será el lugar adecuado, especialmente, si la debilidad marina del comensal es el atún rojo, pescado al que dedica una oda, que comprende todas sus partes y diferentes técnicas de elaboración. En la sección de entrantes, en la que de por sí ya hay mucha presencia de producto del mar: las sardinas de Marbella ahumadas, las ostras, los berberechos, las conchas finas, las quisquillas, la merluza en tacos, las diferentes versiones de langostinos de Sanlúcar, de cigalas o de carabineros. Y de la lonja, la oferta de pescados del día, que se sirven con patata a la roteña y ensalada de lechuga.

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  • Comer

Terracita, unas gambas y unas burbujas o unas cañas. Esto es solo la punta del iceberg de lo que propone y lo que puedes hacer en este recién abierto chiringuito urbano. Una marisquería contemporánea, una barra que busca seguir animando a la parroquia que se arracima en el barrio de Trafalgar, las calles de moda si has tenido la idea de abrir un restaurante, una taberna o una bar de vinos naturales. En la siempre animada y agradable plaza de Olavide acaba de levantar la persiana un local repleto de gambas (rojas, blancas o de Huelva), ostras de primer nivel (razón: Gillardeau) y demás bocados para tapear fino. Aquí hay marisco (a precios competitivos) pero también platos que salen de cocina. Aquí cabe toda la familia, sea del barrio o ande de turismo por lo más trendy de Chamberí.

Cardumen

Hay que verlo para creerlo. Dentro de un polígono industrial situado en la Avenida de la Albufera, cerca de Vallecas, se encuentra este museo dedicado al pescado y al marisco que puede presumir de despachar el mejor género sin temor a equivocarse. Aquí la especialidad son los pescados y mariscos -frescos a más no poder- a la brasa, que son cuidadosamente seleccionados para que el disfrute del comensal sea siempre de diez. Es más, el cliente tiene la posibilidad de seleccionar la pieza que quiere que le cocinen en Cardumen. Es entonces cuando su equipo de cocina, que cuenta con varios maestros en el arte de la brasa, se dispone a limpiarlo y a prepararlo para, seguidamente, arrimarlo al fuego. Es lo que hacen con el rodaballo, el virrey, la urta, la almeja fina o el jurel, que son algunos de los manjares con los que suelen trabajar en este restaurante que también cuenta con una bodega de aúpa (con más de 1000 referencias de vino).

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  • Comer

Su propietario sabe bien lo que ofrece porque él mismo va periódicamente a las lonjas de Rosas y Palamós para supervisar/comprar el género. Estamos en el primer restaurante de cocina ampurdanesa de la capital. Y ese territorio siempre apetece. Así que si este verano no ha tocado vacaciones en la Costa Brava, acercaos por este placentero restaurante que no pasa desapercibido en el barrio de Almagro. 

  • Española
  • Chamberí
  • precio 3 de 4
  • Crítica de Time Out

Manuel Domínguez, natural de Carballiño (Orense), es uno de los chefs que ha sabido interpretar, con mayor acierto, esos códigos intocables de la cocina gallega que desde hace casi 20 años está pudiendo apreciar el público madrileño. Lúa es uno de esos restaurantes donde sabes que siempre vas a acertar cuando el cuerpo te pide una experiencia basada en cocina gallega honesta y respetuosa con la tradición. Viniendo de familia pulpeira, te puedes imaginar cuál es la elaboración que bordan en este restaurante gallego del barrio de Almagro. Aunque no solo de pulpo a feira vive este templo del producto, con dos soles Repsol, en el que tradición y vanguardia se llevan de maravilla. Otros platos que no puedes dejar de pedir son el salpicón de bogavante, cigala, carabinero y langostinos; el caldo gallego; la ensaladilla de marisco; y la cecina de wagyu. De sus postres, todos caseros, nos quedamos con la tarta líquida de Santiago, la crema de queso San Simón, miel y violeta y las cañas fritas de Carballiño. Como alternativa a la carta, Lúa cuenta con dos menús degustación (92€ y 135€).

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  • Marisco
  • Retiro
  • precio 3 de 4
  • Crítica de Time Out

“Trabajamos sobre un alambre. No sé por qué me complico tanto pero es que esto me apasiona. Dependemos de pequeños proveedores en Coruña, Burela o Conil. Importa la temporada pero luego hay tantos otros factores que influyen en la pesca... Ayer pedimos ocho cosas y han venido tres. Lo que nos llega son pequeñas joyas y las tratamos como tal”. Silvia y Carlos seducen a diario con unos pescados tan poco comunes (del sargo negro al pinto, de la hurta al rubio) como exquisitos. Ejemplares que pasan del centro de la sala a una brasa abierta. Una operación que conducen con atención de cirujano y tacto de artesano para ennoblecer y hacer aún más nítidos todos los matices de un producto siempre soberbio y a veces extraordinariamente singular. 

  • A la brasa
  • Alonso Martínez
  • precio 3 de 4
  • Crítica de Time Out

En el restaurante El Señor Martín el cocinero Carlos Urrutikoetxea emplea materia prima marina proveniente de lonjas de toda España, en las que sus ojeadores seleccionan y compran el mejor producto y lo hacen llegar, en pocas horas, al restaurante capitalino. Enunciados en pizarras sobre las paredes, los datos de pesca del día concretan la oferta que se encuentra a disposición del cliente cada jornada. Una vez hecha la decisión más difícil –qué pescado degustar– se concreta cómo se preparará la pieza o el corte seleccionado, pues ambas opciones coexisten en carta. La parrilla es la técnica favorita de la casa, que destaca precisamente por el control de las brasas.

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