Si parece un laboratorio es porque lo es. Aunque con alma francesa, esta boutique de perfumes de culto viene desde Nueva York, con su aspecto marginal y su esencia artesana. Igual que sucede en el resto de tiendas que la marca tiene repartidas por todo el mundo, en esta de la zona de Salesas también podremos testar nuestra propia fragancia antes de comprarla, eligiendo entre su carta de esencias la que las más nos guste (por supuesto, bajo el asesoramiento de su equipo de narices expertas y de Juan Ma, su amabilísimo gerente) e incluso personalizar la etiqueta de nuestro perfume. Tarea difícil cuando se trata de elegir entre alguno de los 18 icónicos de la casa, todos unisex y creados para conmover y evocar sensaciones con los aromas. Santal 33 es uno de ellos. Si queréis acertar a la primera, quedaos con ese nombre y ese número.
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