
1. Alcalá de Júcar
La fama de la iluminación de este pueblo de Albacete que presume de estar excavado en la roca se remonta unas cuantas décadas atrás, tanto que se puede decir que fue uno de los primeros pueblos de España en recibir una mención a su iluminación mucho antes de que una conocida firma de chocolates los hiciera famosos en Navidad. Y es que Alcalá de Júcar puede alardear de haber recibido el tercer premio a la Mejor Iluminación Artística (durante todo el año) en el año 1986, solo superado por (agarraos los machos) la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul. Su belleza natural, como haciendo equilibrios junto a la hoz del río Júcar, lo convierten en un paraje de visita obligada: casas de arquitectura popular excavadas en la montaña y calles estrechas y empinadas que parecen trepar hasta el castillo que corona la montaña. Si a eso le añades una iluminación de cuento, el resultado es una de las estampas más bonitas de la Navidad. Y está a poco más de hora y media desde Madrid.