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13 tradiciones navideñas que todo barcelonés ha hecho, por lo menos, una vez en la vida

Llega la Navidad y, aunque la de este año será muy diferente, hay cosas que no cambiarán nunca

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Cada casa tiene sus tradiciones cuando llega Navidad, pero hay cosas que todo barcelonés o barcelonesa ha hecho, como mínimo, una vez en la vida. Si todavía no has hecho ninguna de las cosas de esta lista es que no eres un barcelonés de verdad, así que ponte las pilas y sácale el polvo a tu espíritu navideño.

1. Ver el espectáculo 'Cortylandia' de El Corte Inglés de plaza Catalunya.

Si sois muy jóvenes, no sabréis de qué estamos hablando, pero los que tengan una edad recordarán el mega espectáculo que montaban cada Navidad en los escaparates de El Corte Inglés de plaza Catalunya. Autómatas, paisajes nevados, personajes de cuento –en los años 80 instalaron un Gulliver gigantesco– y la canción... la maldita canción que te pasabas días enteros cantando: "Cortylandia, Cortylandia, vamos todos a cantar..."

2. Comprar regalos de Reyes en el último momento en la Feria de Gran Via.

Ya sea por necesidad –se nos ha tirado el tiempo encima y todavía nos quedan regalos por comprar– o por tradición, la Feria de Gran Via es el comodín que muchos se guardan en la manga. Allí puedes encontrar prácticamente de todo: desde el juguete que todos buscan a chucherías de todos los tamaños y colores, aquellos cuadros de terciopelo para pintar con rotuladores Carioca, artesanía –joyas, bolsos...–, discos, pequeños electrodomésticos, libros y 'pongos' en cantidad. ¡Ah!, y las churrerías, que casi tienen más demanda que los puestecitos. 

3. Ir a la cabalgata con una escalera y paraguas.

Cuando los ves por primera vez cargando con la escalera o un taburete piensas que se han vuelto locos, pero después de ver la técnica sabes que el año que viene tú serás uno de estos espabilados. Y llegas a la cabalgata del centro con mucha antelación para encontrar el lugar perfecto, subes a la criatura encima de la escalera para que no se pierda ni un detalle de las carrozas y tú, al lado, con el paraguas abierto y del revés lo utilizas como red. Volvéis a casa felices y cargados con caramelos –sin gluten, claro– que se acabarán echando a perder en un bote de la cocina. 

4. Participar en la Cursa dels Nassos

El Home dels Nassos es ese personaje con una cabeza enorme que aparece el día 31 de diciembre y que tiene tantas narices como días le quedan al año. Y él es quien da nombre a la tradicional carrera de Navidad –sería como la San Silvestre madrileña– que este año presenta novedades: habrá dos carreras, una de cinco kilómetros exclusiva para deportistas de élite, y otra de diez kilómetros para el resto de los mortales. Y todas las medidas de seguridad están garantizadas.  

5. Mojar el churro en un chocolate a la taza en una granja de la calle Petritxol.

Quién dice mojar el churro dice el cruasán, mancharte la cara como si fueras un pequeñajo mientras te tomas un suizo (chocolate a la taza con nata), hacer el combo Cacaolat caliente más ensaimada... No importa, la calle Petritxol es la casa de los umpa lumpa barcelonesa, el paraíso del chocolate y los dulces gracias a un montón de granjas de toda la vida que todavía resisten. Las colas que se montan delante de la Dulcinea y de la granja La Pallaresa merecen el tiempo de espera.   

Xocolata calenta i melindros
Foto: Shutterstock

6. Comprar figuritas del pesebre en la Feria de Santa Llúcia.

De pequeños, ¿no os hacía ilusión ir a la Feria de Santa Llúcia a buscar aquel pastorcillo que os faltaba para ponerlo en el pesebre, al lado del río hecho con papel de plata? O ver qué famoso se ha merecido tener su figura de caganer, sentir el olor del musgo, escoger el árbol de Navidad –natural o artificial–, regalitos de artesanía... Este año Santa Llúcia se hará con ciertos cambios, pero el espíritu navideño resiste. 

7. Hacer cola para comprar turrones en la Planelles Donat.

Hay dos tipos de personas en Barcelona, las que compran los turrones en el supermercado y siempre son los mismos, o los de paladar más fino que optan por visitar tiendas donde dominan el tema a la perfección. Una de ellas es la Planelles Donat, donde las colas para entrar en las tiendas de ropa de Portal de l'Àngel se confunden con las de esta tienda que también es un templo del helado y la horchata. 

8. Admirar o criticar el pesebre de la plaza de Sant Jaume.

Que el pesebre de la plaza de Sant Jaume no deja indiferente a nadie, es un hecho. Por fascinación o por indignación. Y ya es una tradición ir a diseccionar cada año el pesebre. En 2020 no habrá pesebre en la plaza de Sant Jaume –¡ooooh!– y con un año tan horrible como el que hemos vivido, el artista en cuestión tendría buen material; pero a cambio han montado una exposición en el Ayuntamiento con una selección de piezas de los últimos diez pesebres de la plaza. Para que matemos el gusanillo. 

Pessebre de la plaça Sant Jaume 2019
FOTO: Marc AndreuPessebre de la plaça Sant Jaume 2019

9. Abrirte paso como puedes en Portal de l'Àngel y la calle Pelai.

Ir de rebajas o hacer las compras navideñas en el centro de la ciudad, sobre todo en el Portal de l'Àngel y en la calle Pelai, es un deporte de riesgo no apto para gente con poca paciencia. Un recorrido que se hace en pocos minutos si no entras en todas las tiendas, se convierte en una procesión más lenta que las de Semana Santa. Golpes con las bolsas, pisotones, sentir el aliento de un desconocido (ahora con mascarilla) en tu nuca... Con las restricciones de aforo no sabemos si este año será mejor o peor todavía. ¡Tomáoslo con calma! 

10. Bañarse en el mar el 1 de enero.

Recibir el nuevo año en remojo no es ninguna broma. Si no os habéis atrevido todavía, este año tampoco podrá ser, ya que el Club Natació Atlètic Barceloneta, el organizador del Primer baño del año, ha decidido cancelar la edición de 2021 a causa de la pandemia. Desde 1998 que se hacía ininterrumpidamente. Tenéis un año entero para prepararos. 

11. Comprar lotería en el Gato Negro.

Cada ciudad tiene su administración de lotería fetiche, la más famosa, donde 'siempre' toca. En Barcelona, la que más afluencia de público tiene es el Gato Negro, en la calle Pelai, donde las supersticiones se olvidan si hablamos de millones y millones de euros. La Valdés, en la Rambla, tampoco se queda atrás. Para aseguraros el tiro, comprad un décimo en cada una. 

12. Pasear por La Rambla bajo las luces de Navidad.

Aunque tengáis menos espíritu navideño que el señor Scrooge, hay cosas que son impepinables. Una de ellas es que Barcelona está todavía más bonita iluminada por las luces de Navidad. Bombillas que parecen estrellas fugaces, figuras oníricas... ¡Incluso echaremos de menos los 'Muac, muac', 'Glup, glup' y 'Txin, txin' cuando los jubilen!

La Rambla amb els llums de Nadal
Foto: Mariona Gil

13. Escuchar el Canto de la Sibila.

En Nochebuena, antes de la misa del Gallo, se representa este drama litúrgico y con canto gregoriano que protagoniza un niño o un/a joven vestidos de sibila –adivinadora del mundo pagano. En Barcelona se interpreta en la Catedral, en Santa Maria del Mar y en las parroquias de Santa Maria de Gràcia y de Sant Gervasi i Protasi en la Bonanova. Una experiencia mística, dicen.  

 

NO TE LO PIERDAS: Navidad 2020 en Barcelona: guía completa.

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