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Miquel Barceló: "La pintura me lleva a un estado trascendente, como el de la droga"

La nueva exposición de La Pedrera recorre tres décadas del trabajo con cerámica del artista mallorquín

Rita Roig
Escrito por
Rita Roig
Editora Cultura i Notícies
Miquel Barceló a La Pedrera
Irene FernandezMiquel Barceló a La Pedrera
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'Todos somos griegos'. Con este nombre, que hace referencia a la admiración por las civilizaciones que vivieron y crearon antes que nosotros, se ha bautizado la exposición de cerámicas de Miquel Barceló en La Pedrera. Cuando entras, de una pared azul se asoman las caras de peces salvajes. Después te cruzas con atunes y toros, cangrejos y ciervos, calaveras y piedras volcánicas. La muestra comprende tres décadas de trabajo, desde las primeras obras africanas, de 1994, hasta su producción más reciente. Toda la exposición es una oda en la naturaleza y en la cerámica, y cierra con sus últimos trabajos casi recién salidos del horno. Barceló se muestra satisfecho, aunque echa de menos algunas de sus creaciones más recientes en la muestra: “Pienso en las piezas que hice ayer, o hace una semana. Como no sé hacia dónde voy, siempre me interesa lo que estoy haciendo en este momento". Le fascina la sorpresa de la cerámica: “La obra es tan diferente cuando está cruda que cuando está hecha, que únicamente puedo pensar en cómo saldrán del horno las próximas creaciones”.

Te interesa el azar.

Sí, mucho, porque el horno es alquimia y transformación. Esperas que la cerámica salga mejorada del horno, ¡pero no siempre es así! La gracia es arriesgarse, llevarla al límite, hasta el punto de dudar de si tu creación sobrevivirá a la transformación. Por ejemplo, hice una pieza inspirándome en la imagen de un atún partida por la mitad, una imagen que me parecía bíblica y sanguinaria. Quería que la cerámica se abriera al máximo, llevar el material al límite de lo que podía aguantar. Y en el taller, ¡me decían que caería! Pero cuando salió del horno, vimos que había sobrevivido. Es una obra que está en el límite, como la torre de Pisa.

La cerámica la descubriste en África, en Malí. ¿Crees que arrastras como herencia su forma de trabajarla? ¿O te identificas más con la tradición ceramista de aquí?

Las cosas que no había aprendido en 10 años, las aprendí en África porque fue un gran choque. No solamente artísticamente, sino que entrar en contacto con la realidad colonial fue un impacto. Es un lugar donde la vida y la muerte están muy cerca, y eso lo impregna absolutamente todo. A su regreso, fui a trabajar a una 'teulera' en un taller de un ceramista de Mallorca. Era como entrar en el siglo XIX, porque tenía un horno de leña. Incluso podríamos decir que era un horno primitivo, neolítico. Yo creo que he hacho un camino desde los 10.000 años antes de cristo hasta el siglo XXI, con la cerámica. He trabajado con servicios modernos, con tecnología, pero también de la forma más rudimentaria. Y formo parte de una tradición de artistas que se interesaron por este arte, como Miró y Picasso, que trabajaron con Artigues. Él fue un gran ceramista que realizó un trabajo en sintonía con la alquimia y la transformación. Me parece que mis ceramistas preferidos de la historia son Miró, Artigues, y después Fontana, también. Pero también me interesa la cerámica popular: africana, china o coreana.

"La cerámica y la pintura son lo mismo. Consisten en hacer cambiar la materia"

¿La pintura, para ti, tiene el mismo peso que la cerámica?

La cerámica y la pintura son lo mismo. Consisten en cambiar la materia. Al final la cerámica es como una pintura que metes en el horno, ¿no? Esta mañana estaba trabajando en un grabado, que es exactamente la misma transformación, pero imprimiendo el inverso de tu creación. También es cambio. Todo son variantes de lo mismo. Aquí incluiría el cine y la fotografía, que son formas de fabricar imágenes con el pensamiento. Creo que en el siglo XX hacíamos estas distinciones, al igual que distinguíamos el figurativo del abstracto. ¡Pero todo son formas de lo visible! Sí, es verdad que en un momento, la cerámica era considerada un arte menor, lo que me parece un grave error porque la han trabajado grandes artistas. Pero para mí es tan importante que la he utilizado para obras monumentales y de gran formato. Intuí que podía usarla como si fuera un fresco, trabajando sobre la arquitectura, como cuando Giotto ideaba una capilla y, después, la pintaba. Y por eso me interesa la cerámica.

Miquel Barceló a 'La Pedrera'
Irene FernandezMiquel Barceló a 'La Pedrera'

En tu obra, los elementos que aparecen son siempre identificables. En la exposición hay mil referencias a la naturaleza, a los animales, al fondo marino…

Esto siempre ha sido así, es intuitivo. He nacido en una isla, frente al mar. Cuando tenía un año ya estaba en el agua. Siempre me ha fascinado la vida marina, es algo que hubiera podido estudiar, como mucha gente de mi entorno que se dedicó a la oceanografía. De pequeños, todos hacíamos submarinismo, pescábamos y leíamos las historias de Cousteau. El mar me interesaba por sí mismo, pero también por el vínculo que tiene con la memoria y la historia, que nos muestran las ánforas y otros descubrimientos de arqueología marina. Y las pinturas de peces y paisajes submarinos me llamaban la atención, aunque fueran un género maltratado.

¿Se consideraban también un arte menor?

Bien, se decía que eran un poco kitsch, ¿no? Los dibujos de peces realistas, los escenarios del fondo del mar… Lo mismo ocurre con los toros o con el pesebre. Estas imágenes kitsch, he intentado recuperarlas como género porque me parecen interesantes, incluso cuando a la gente le parecía de mal gusto tener un cuadro de un pez colgado en la pared. En cambio, en mi infancia, ¡los peces eran tan importantes como mi vecino! Pasaba más horas con los peces que la gente en el bar, más horas dentro del agua que fuera.

"En mi infancia, ¡los peces eran tan importantes como mi vecino! Pasaba más horas con los peces que la gente en el bar, más horas dentro del agua que fuera". 

Pero en la escuela nos decían que los primitivos pintaban para celebrar las cacerías exitosas, ¡no porque quisieran crear!

Esto es una teoría muy dudosa, yo no creo que así fuera. En las cuevas, no pintaba cualquiera. Era siempre la misma mano, una y otra vez. A veces, invitaban a alguien a pintar expresamente porque tenía esa habilidad. Y el propio artista borraba pinturas anteriores, para pintar sobre ellas: hacía de crítico de arte. Las observaciones en las cuevas nos dicen que el arte que se hacía era muy refinado. En algunas de estas cuevas no hay pinturas precisamente porque los hombres primitivos consideraron que, en esa pared, no era necesario añadir nada. Que ya tenía valor artístico por sí sola. Seguramente sabían ver cosas en las paredes, cosas que ahora no sabemos ver, porque hemos perdido esa capacidad. La de ver imágenes en las que, a priori, no las hay.

La Pedrera
Tots som grecsLa Pedrera

Entonces, ¿tú por qué dirías que pintas?

Es una necesidad que yo tengo desde hace mucho tiempo. Mi madre pintaba y empecé de pequeño. Luego intenté hacer música, cine, fotografías, escribir… me gustaba. Pero la pintura era lo único que me lleva a un estado trascendente, no sé, como el de la droga. Es lo único que me produce ese efecto.

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