Ruta de la poesía en Barcelona

Aquello fue un verdadero big bang dentro de la cultura catalana: la tertulia de Borralleras del Ateneu Barcelonès, en 1922, era frecuentada, entre otros, por personajes cruciales como Josep Pla, Francesc Pujols o Josep Maria de Sagarra. Críticas, silencios, displicencia, enfados… Aquel grupo de jóvenes escritores se foguearon los unos a los otros, atacándose según quién y cómo, con una intuición, un entusiasmo y una ambición literaria que pocas generaciones anteriores o posteriores igualarían.

En 1970 el anciano Josep Carner, (Barcelona, 1884-Bruselas, 1970), víctima de un Alzheimer devastador, vuelve a su querida ciudad después de un largo y doloroso exilio. Baja la Rambla despistado y bastante perdido, sin saber muy bien dónde se encuentra. De repente, se detiene frente al Liceu y se queda admirándolo. Al cabo de un instante, dice “Esta debe ser una gran ciudad”. Sin pretenderlo ni darse cuenta, el príncipe de los poeta, representa de manera trágica la última escena de la película ‘El planeta de los simios’.

El franquismo no se acababa nunca y los jóvenes luchaban por vivir en una Cataluña en color y no en blanco y negro. La poesía era un arma de combate y tenía que ser dicha, publicada, leída, proclamada. ¿El lugar más adecuado? Una sala de boxea, el Gran Price. En 1970 se celebró el I Festival de Poesia Catalana, con una lista de poetas que tumba: Joan Colomines, Agustí Bartra, Feliu Formosa, Joan Oliver, Salvador Espriu, Jordi Teixidor, Joan Vinyoli, Rosa Leveroni, Josep Palau i Fabre, Joan Brossa, Gabriel Ferrater, Jordi Sarsanedas...

Explican unos cuantos estudiantes de Letras que escribían versos en los 80 que alguna vez se habían atrevido a dárselos a leer a Jaime Gil de Biedma (Barcelona 1929-1990) para pedirle consejo. Gil de Biedma los citaba en el London Bar y los esperaba en una mesa al fondo con un vaso de whisky delante. La cara del poeta ya provecto se hacía poema cuando el alumno que se presentaba ante él con las hojas en la mano no correspondía, precisamente, con la idea de un efebo.

En el piso de arriba del restaurante Pitarra se encontraban los jóvenes peludos del grupo de los Llibres del Mall: Ramon Balasch, el trepa de Xavier Bru de Sala, la malograda Maria Mercè Marçal, Vicenç Altaió, Josep-Ramon Bach, Miquel de Palol... La colección de poesía nació en 1973 gracias a las aportaciones económicas de Joan Miró, Antoni Tàpies y el doctor Obiols y se acabó en 1986 después de haber publicado decenas de títulos y haber marcado una clara tendencia a favor del experimentalismo y la postmodernidad en la poesía catalana.

Tenemos el templo, el (H)original, donde hace diez años que Ferran Garcia y Josep Pedrals, tras la breve aventura inicial de Meritxell Cucurella, programan, cada miércoles a las 20:30 h, un acto poético. Allí se han forjado editoriales como LaBreu y generaciones de escritores como la de Joan Todó, Jordi Nopca, Marina Espasa, Albert Forns (que hace una buena descripción en su debut en prosa ‘Albert Serra, la novel·la no el cineasta, Max Besora y más...

Al otro lado de la Rambla, en el Palau de la Música, hace un montón de años que se celebra el Festival Internacional de Pesoia de Barcelona, que empezó en el año 1985 en el Institut Francès bajo la dirección de Àlex Susanna. Por el festival ha pasado la flor y nata de la poesía mundial: Amiri Baraka, Gamoneda,Giorno, Kwesi Johnson, Parra, Pinkhas Sadé, Soyinka, Zagajewski... Cada mayo los barceloneses vamos a conocer cómo trabajan los poetas del mundo.

Un buen puñado de activistas no se quedaron de brazos cruzados ante el cierre del Espai Mallorca de la calle del Carme, que siempre había programado poesía, y empezaron a reunirse semanalmente para encontrar una salida a esta situación. El trabajo en común y el esfuerzo de mucha gente ha hecho posible que el Espai Mallorca volviera a abrir este Sant Jordi en el número 1 de la plaza de Vicenç Martorell, con firmas de Pau Vadell o Lucia Pietrelli, y un recital de micro abierto con Ester Xargay, Mireia Calafell, David Castillo, Núria Martínez-Vernis... La apertura definitiva está programada para el próximo noviembre.

Barcelona ha sido durante muchos años un referente revolucionario a nivel internacional. La llamaban la Rosa de foc, y éste es el nombre que tomó ya hace diez años un ateneo de Gràcia para abrir su local en la calle Robí 5, y acoger redes de intercambio (Xaingra), cooperativas de consumo agroecológico (La Tòfona), redes de intercambio de conocimientos (XIC) y también el ciclo de poesía que lleva Edgar Alemany, que este año ha hecho recita a poetas como Blanca Llum Vidal, Carles Rebassa o Andriy Antonovsky.

Podemos ir por libre y pasear por las calles, plazas y parques dedicados a los rapsodas. Tenemos, por ejemplo, el paseo de Joan Salvat-Papasseit, en la Barceloneta, los bonitos Jardines de Mossèn Cinto Verdaguer –ideales para organizar un picnic– en Montjuïc, el paseo de Josep Carner, en el lado marítimo del Poble-sec, los jardines de Salvador Espriu... También hay una calle dedicada a la poesía, en el barrio de Montbau, y otro a los Jocs Florals, en Sants. Y si no queréis ir de punta a punta de la ciudad en el Turó Parc se puede hacer un recorrido literario buscando los versos de poetas como Maria Mercè Marçal, Blai Bonet, Joan Vinyoli, Lorca y Dylan Thomas entre otros que se esconden entre su flora.