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De Isabelle Huppert a La Escopeta Nacional: el teatro que no puedes perderte la próxima temporada en Madrid

Os recomendamos las obras más interesantes para acabar el año y empezar el 2026 sobre las tablas

Escrito por
Carlo Ferri
Isabelle Huppert / Romeo Castellucci en Bérénice
Isabelle Huppert / Romeo Castellucci en Bérénice
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Llega una nueva temporada cargada de grandes propuestas para mantener vivo este ritual tan antiguo y tan moderno a la vez que es el teatro. Ya no hay dudas: el teatro vive un momento muy dulce en Madrid y los patios de butacas se llenan cada tarde y cada noche hasta el punto de que, como ha pasado en la temporada anterior, se agotan las entradas y mucha gente se queda con ganas de comprobar el rumor del boca a oreja que dice que tal o cual obra es imperdible. Los teatros públicos dan entrada a poéticas novedosas y vanguardistas, al tiempo que los teatros privados ofrecen productos de calidad contrastada para el gran público. Todo tiene su lugar y su público y esa sana convivencia habla muy bien del esfuerzo que los profesionales del teatro hacen para ofrecer lo que mejor saben hacer pese a las dificultades y las precariedades endémicas.

La oferta es ingente, así que aquí te vamos a dar unas cuantas opciones que juzgamos muy interesantes (dejando a un lado géneros como el musical o los monólogos cómicos, que tienen su propio espacio porque cada vez es mayor el número y la calidad de las propuestas). 

Un dios salvaje (Teatro Alcázar)

Teatro Alcázar
Teatro Alcázar

La gran apuesta del Teatro Alcázar esta temporada es una apuesta segura, casi como cualquier obra de la autora francesa Yasmina Reza, una aguda disección de la pasivo agresividad encarnada en dos parejas de clase media a las que se les podría aplicar ese título del teatro barroco español tan certero pero un tanto alterado: lo que bien empieza, mal acaba. Un dios salvaje es un clásico contemporáneo ya, un texto exquisito con un argumento sencillo que, en forma de sátira, con mucho sentido del humor y mucha mala leche, habla de las relaciones de pareja, la educación y la competitividad malsana que nos corroe en la sociedad actual. La obra, que en Europa ha estado protagonizada por actrices como Isabelle Huppert y actores como Ralph Fiennes, llega en este caso con Luis Merlo, Natalia Millán, Juanan Lumbreras y Clara Sanchis como intérpretes. Dan vida a dos parejas que se reúnen porque el hijo de una de ellas, de tan solo nueve años, ha golpeado al de la otra pareja en un parque. Deciden quedar para arreglar el asunto como adultos, cívicamente, conciliadores, tolerantes, empáticos, comprensivos. Poco a poco las actitudes, muy sutilmente, van cambiando hasta abandonar toda perspectiva de civismo. Surge ese dios salvaje que cada uno lleva dentro y lo cómico empieza a oler a trágico.

Fuenteovejuna (Teatro La Comedia)

Fuenteovejuna, Festival de Almagro. Foto: Pablo Lorente
Fuenteovejuna, Festival de Almagro. Foto: Pablo Lorente

La nueva temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la primera que asume íntegramente su nueva directora, Laila Ripoll, no podía empezar más arriba con la aproximación radical de la directora Rakel Camacho a una de las piedras angulares de nuestro teatro clásico, Fuenteovejuna, de Lope de Vega, un pilar que, junto a títulos como La vida es sueño o El burlador de Sevilla, sostienen el edificio de una tradición que todavía da sentido a las formas y contenidos de la escena española actual. "Fuenteovejuna -dice Rakel Camacho- es piel, carne, huesos. Es la humanidad lanzando y recogiendo una pregunta imposible de responder: ¿cómo acabar con la violencia? ¿Por qué se perpetúa siglo tras siglo, año tras año, día tras día?". Escrita en torno al año 1614, en ella ficciona Lope un hecho real ocurrido en tiempos de los Reyes Católicos en la localidad cordobesa de Fuente Obejuna, una suerte de rebelión en la que el pueblo actúa como ente colectivo. Como explica María Folguera, fiel colaboradora en los montajes de Camacho, que se encarga aquí de la versión que se ha puesto en escena: "No es casual que hasta la llegada del siglo XX fuese una obra poco conocida. La Revolución Rusa descubrió su fuerza y a partir de entonces se sucedieron distintas versiones, pero siempre con el monólogo de Laurencia como centro: un desgarro en el telón del teatro español".

American Buffalo (Teatro Fernán Gómez)

Foto del reparto de American Buffalo
American Buffalo

Desde El plan, mítica función del off madrileño que lo petó hace una década más o menos, sabemos que a Ignasi Vidal (autor y director de aquella obra) se le dan muy bien estas obras protagonizadas por hombres que escamotean las palabras, que construyen potentes subtextos. Aquella pieza era muy mametiana y lógico es que finalmente Vidal se atreva con uno de los textos del maestro norteamericano más aclamados. Él mismo lo reconoce: "Siempre conectado con los instintos más básicos de sus personajes, retrata un universo psicológico que todos compartimos. Su fino bisturí para diseccionar la psique más simple, y lo que no se dice, lo que se calla, era lo que más me atraía". American Buffalo es una pieza única sobre el poder de la mediocridad, sobre la suerte esquiva, sobre perdedores, esa gente, ese arquetipo tan de la ficción estadounidense que tan bien supo retratar siempre Mamet. Esos personajes esconden más que enseñan, dicen lo justo, todo parece una banal conversación en un bar sin mayor trascendencia, pero a medida que pasa el tiempo y las reacciones se van cargando de extrañeza, aflora un caos emocional fascinante. "Un único espacio, tiempo real, tres personajes que luchan por sobrevivir y salir del ostracismo a través de teorías y sueños… puro teatro", explica Vidal, que ha contado con los actores Israel Elejalde, David Lorente y Roberto Hoyo para los protagonistas.

Historia del Amor (Nave 10 Matadero)

Fotografia Geraldine Leloutre
Fotografia Geraldine Leloutre

El singular lenguaje teatral del colectivo catalán Agrupación Señor Serrano se pone al servicio de una pregunta eterna, una que ha ocupado los desvelos de pensadores y artistas desde que existimos: ¿qué es el amor? Parece delirante dedicarse a pensar hoy sobre el amor y volcarlo en una obra teatral, pero al combo liderado por Àlex Serrano y Pau Palacios le va la marcha y nunca se ponen retos fáciles. Aquí presentan un despliegue de recursos audiovisuales donde el cuerpo de la performer que hay en escena no deja de ser un elemento significativo más, una intérprete que va tejiendo una tupida red a partir de una historia de amor personal que se cruza con otras historias, famosas o anónimas. Se trata de mirar al amor desde el presente de dos hombres ya cincuentones que se saben en crisis y aprovechan esa crisis -que es la crisis de todos los hombres, la crisis de lo masculino- para avanzar en la pregunta eterna a base de desgajar de ella otras muchas preguntas, porque ante el amor siempre hay cosas que decir, quizás las mismas de siempre, quizás desde otros puntos de vista inéditos. Al fin y al cabo, el amor sigue en el centro de nuestros desvelos, y quien esté libre de caer en su hechizo, que tire la primera piedra.

Los días perfectos (Teatro La Latina)

Los días perfectos. Foto: Sergio Parra
Los días perfectos. Foto: Sergio Parra

Uno de los directores argentinos más solicitados, capaz de convertir en éxito cada obra que dirige, el maestro Daniel Veronese, une su nombre al del actor, también argentino, Leonardo Sbaraglia, que debuta en el teatro español para presentar este monólogo que, a partir de unas cartas de William Faulkner, es toda una disección de la vida en pareja. Sbaraglia interpreta a un hombre que, a partir de la lectura en un centro de documentación de Texas de originales de cartas que William Faulker le había enviado a su amante Meta Carpenter, decide hacer una revisión de su propio matrimonio. Poco a poco irá repasando su vida sentimental, los cambios a partir de 17 años de convivencia, el deseo de la creación de una familia y su inevitable rutina, lo que se extravía, lo que logramos retener, lo que se ambiciona no perder, el natural devenir de un amor que se presentaba idílico en la juventud. La obra sale de la novela homónima de Jacobo Bergareche, la historia de Luis, un periodista cansado de su trabajo y su matrimonio, que se va a un congreso en Texas como excusa para encontrarse con una amante que, para su sorpresa, quiere romper la relación. En su desconsolación, Luis se refugia casualmente en esas cartas del autor de El ruido y la furia que tanto van a cambiar su visión de las cosas.

Del fandom al troleo (Teatro de La Abadía)

Teatro La Abadía. Foto: celina_martins
Teatro La Abadía. Foto: celina_martins

La obra lleva como subtítulo Una sátira del bla bla bla. Hay millones de conversaciones vacías en nuestros días y de flujos de información que se pierden en la insustancialidad y la infertilidad. Berta Prieto, una de las creadoras de la serie Autodefensa, una serie que irá cobrando peso a medida que el tiempo nos dé perspectiva para comprender hasta qué punto rompió moldes narrativos, es también una de las artistas escénicas jóvenes más interesantes del panorama actual. Hace un año o así estrenaba la obra en Barcelona y salta ahora a Madrid con esta autoficción sobre el ego y el mundo de la creación o de la creatividad, que no siempre es lo mismo. Cinco actrices en escena y una combinación imposible entre humor, música y diversos lenguajes escénicos para abordar desde la sátira el fenómeno, tan de la Generación Z, contagiado a las anteriores y las posteriores, del overthinking. La obra cuenta la historia de dos personajes: Paula Miró y Ximena White. Ximena White es guionista, directora, feminista y moderna. Conocida en toda la ciudad, ella aspira a serlo en todo el mundo. Paula Miró es una ciberactivista que creía que todo lo que le angustiaba tenía que ver con sobrepensarlo todo; decidió exponerse y explicar su proceso de transición hacia lo que ella consideraba su liberación definitiva: ser tonta para dejar de sufrir.

Fotografía por Geraldine Leloutre
Fotografía por Geraldine Leloutre

Desde la pasada temporada, la Nave 10 de Matadero está consagrada al teatro contemporáneo, a la creación escénica con anhelo de búsqueda y vanguardia. No debe de extrañar que este año, junto a artistas como Niño de Elche, Matías Umpiérrez o Fernanda Orazi, esté también la madre de todas las vanguardias escénicas españolas, la veterana compañía jerezana La Zaranda. Con esta nueva obra van a cumplir la increíble cifra de 48 años en activo, y lo harán mirando a la periferia, desde la periferia, un lugar que, en realidad, nunca han abandonado. Han creado siempre ensanchando los límites del teatro y sin miedo a la corriente en contra. Es más, atizados por esa necesidad de trabajar mirando el cielo a través de la tormenta. Estrenada en marzo de 2025 en Toledo, Todos los ángeles alzaron el vuelo es una obra dedicada a Laura Gómez-Lacueva, una de las actrices de referencia de la compañía. Eusebio Calonge en la dramaturgia y el incombustible Paco de La Zaranda como director, que se desdobla en escena como actor junto

Teatro de La Abadía. Foto: Hodei Torres
Teatro de La Abadía. Foto: Hodei Torres

Esta obra, que firma María Goiricelaya (una de las dos patas de la compañía La Dramática Errante, junto a la actriz Ane Pikaza), se concibió y se escribió a partir de 2021, con los ecos de la pandemia todavía calientes. Y es una obra sobre el buen morir. Una cosa y la otra por fuerza han de estar relacionadas. Se trata de una historia de superación, ternura y humanidad centrada en lo que significan los cuidados paliativos, el último acompañamiento que puede tener una persona que ve aproximarse el final de su vida. A través del humor, la emoción y la conciencia social, el espectáculo persigue otorgar un reconocimiento a toda esa gente que acompaña las últimas etapas de otros. La obra, cuyo texto se pudo escribir gracias a las Residencias Dramáticas del Centro Dramático Nacional, propone una viaje que entraña una dificultad intrínseca a la hora de ser puesto en escena. Pero imaginamos que, siendo la misma persona la autora y la directora, ya había algo de la idea de montaje en la propia concepción del texto. En el escenario veremos cómo con sus dos protagonistas, a los que dan vida excepcionalmente Ane Pikaza y el veterano Patxo Tellería, se combina lo cinematográfico con lo teatral para mostrar cómo las distintas etapas del Camino de Santiago que están realizando pueden explicar la esencia de lo que significa vivir y lo que significa morir.

The Summit, en Teatros del Canal
The Summit, en Teatros del Canal

Dejando a un lado el Festival de Otoño, que este año tiene un marcado acento latinoamericano, la escena internacional se dará cita este año en Teatros del Canal, por ejemplo, con la llegada de uno de los directores europeos más aclamados y con un lenguaje más original, el suizo Christoph Marthaler. Gran renovador del teatro musical, llevándolo a cotas poco comparables a lo que entendemos por teatro musical (lo de Broadway o la Gran Vía), su nueva comedia presenta esa forma suya tan peculiar, divertida y cáustica, entre lo absurdo y lo intelectual. El título de la pieza hace referencia a una cumbre como cúspide, como cénit, como logro de la perfección. En esa cumbre se reúnen seis artistas de varias procedencias (en la obra se habla italiano, alemán, inglés o francés). Un chalet, un refugio, una choza… no queda muy claro, solo que están en lo alto de una montaña. Todo muy suizo, claro, con altas cumbres y varios idiomas. El caso es que no sabemos si están allí reunidos a propósito, si están escapando de algo, si están escondidos, si son políticos que están conspirando o personalidades que tienen el privilegio de escapar del caos en el que se ha convertido el mundo. "Igual que Europa va en busca de su rumbo -dice Eric Vautrin, dramaturgo del Teatro Vidy-Lausanne-, nadie duda de que los personajes alcanzarán la cima, aunque el camino pueda dar giros inesperados".

Isabelle Huppert / Romeo Castellucci en Bérénice
Isabelle Huppert / Romeo Castellucci en Bérénice

Fue una de las grandes noticias teatrales a nivel europeo en la pasada temporada, la unión en un mismo proyecto del pope del teatro contemporáneo Romeo Castellucci y una de las actrices más reconocidas a nivel mundial, Isabelle Huppert. Juntos transforman la tragedia clásica de Jean Racine en un monólogo sobre la locura, la verdad y la mentira de amar y ser amado. "El amor es el teatro de la crueldad", dice Castellucci. Es el lugar donde las renuncias pesan más que las acciones y los frenos son más poderosos que el acelerador. Berenice es una tragedia inmóvil, estática, "paralítica", en palabras del director italiano, siempre desconcertante. Pero también es emotiva y puede provocar el llanto. Todo está en manos de una sola estrella que copa todo ese firmamento, la actriz que encarna a la protagonista, que se manifiesta en Bérénice, la Huppert, "sinécdoque del arte de la interpretación en el teatro occidental", dice, hiperbólico ahora, Romeo Castellucci. Hay una dimensión más, a parte de la interpretativa y la potente estética visual acostumbrada en los montajes de este creador, y es la dimensión sonora, procesada por el mago Scott Gibbons a partir de la voz de la propia actriz. Sin duda, va a ser una experiencia escénica que deje huella.

Foto: Pau-Romero
Foto: Pau-Romero

Esto es un notición. El Conde de Torrefiel, con 15 años de trayectoria a sus espaldas ya, es probablemente la compañía española que más trabaja fuera de España ahora mismo. Ha estado en los festivales y escenarios más importantes del panorama contemporáneo y, por fin, va a encadenar un mes de funciones en un teatro público de aquí. La expectativa es alta, desde luego. Y como van a estar todo ese mes en un templo de la palabra, en un lugar sagrado de transmisión de saber como el madrileño teatro María Guerrero, la idea de transfusión está en el centro de su pieza. Transfusión sanguínea como metáfora del lenguaje, la sangre de nuestra cultura, de nuestra esencia humana. Las obras de El Conde no son complacientes, no son teatro que cuenta una historia con un principio y un final a la manera clásica. Es un teatro que activa las percepciones y las ideas poniendo en juego diversos lenguajes que se concitan sobre un escenario, desde el cine al arte sonoro, atravesado siempre por un performatividad definitoria. Habrá extracción de sangre y habrá bustos parlantes robotizados, conjugando en una escena difícil de aventurar hoy, a casi nueve meses de su estreno, lo humano y lo maquinal. Nada más actual en un mundo que está aprendiendo a vivir con la IA.

Tinieblas, por Edurne Rubio
Tinieblas, por Edurne Rubio

Pensar en tinieblas, Edurne Rubio y teatro Valle-Inclán es pensar inmediatamente en una obra que, para los pocos que la pudieron disfrutar, fue una experiencia inolvidable. Hablamos de Light years away, que se pudo "ver" en el mismo Valle-Inclán 10 años atrás, en 2016, donde, sentado en un teatro, uno tenía la vivencia de estar en las profundidades oscuras de la tierra, en los recovecos de las cuevas burgalesas de Ojo Guareña. La creadora Edurne Rubio vuelve a esta sala con otra indagación de lo tenebroso, no en el sentido de lo inquietante o lo terrorífico, sino en el sentido de aquello que pierde claridad, que está nublado por la incapacidad de ajustar la mirada a lo que los sentidos nos dicen que es la aparente verdad. Tinieblas es, también, una obra "contra" la cartografía, contra lo conocido, y por eso está sustentada en historias de gente que se pierde, que se sale del carril marcado, cuando tan difícil parece perderse en nuestro mundo actual. Una narración polifónica que recrea sucesos reales o bien situaciones que quizás solo hayan existido en la imaginación colectiva: leyendas, cuentos, rumores… Conectados a miles de satélites que orbitan el planeta, buscamos nuestro camino sin mirar el mundo que nos rodea. ¿Dónde y cómo podemos perdernos hoy? ¿En el teatro?

Juan Diego Botto
Juan Diego Botto

Por aclamación popular, por ser todo un fenómeno que podría eternizarse en las carteleras, por albergar una potencia emotiva inigualable, Una noche sin luna vuelve a hacer temporada en Madrid, apenas un mes, apenas un puñado de funciones para las que conseguir una entrada se va a convertir en una odisea. Pero esta es la pequeña épica del teatro, su condición efímera y la posibilidad de resucitar proyectos o mantenerlos con vida porque el público no se cansa. Obras como esta trascienden el concepto de éxito, se convierten en motor, en acicate, en motivo. Porque Federico no ha dejado de hablarnos en presente pese a llevar casi un siglo asesinado. Y Juan Diego Botto consigue encarnar al poeta inmortal con la sensibilidad del siglo XXI. El viaje que plantea la función no es un viaje arqueológico sino una forma de conocer, a través de su obra, nuestra propia realidad. A través de palabras entresacadas de entrevistas, charlas y conferencias, Lorca entra en el cuerpo de Botto y, con ironía, emotividad y sentido del humor, repasa algunos acontecimientos de su vida. La noche que lo mataron en el Barranco de Víznar era una noche sin luna y, sin quererlo, su figura pasó a darnos luz en tantos episodios oscuros de nuestra historia, y todavía más en nuestro presente convulso.

La escopeta nacional, en el Teatro Español
La escopeta nacional, en el Teatro Español

Siempre es pertinente y hasta necesario volver sobre la dupla Berlanga-Azcona, gente que ha retratado lo español como nadie más, aunque no queda claro si han reflejado cómo somos o lo han inventado, han destilado las esencias, han alumbrado un panóptico de personajes y luego hemos corrido todos los españolitos a imitarlos porque, en el fondo, nos gusta ser así, mordaces, corruptos, amantes del poder pero torpes para conseguirlo y para sostenerlo, envidiosos, absurdos, interesados, hipócritas, pero unos cachondos amantes de la buena vida, que espantamos los problemas con matamoscas del todo a cien. Sea como sea, el clásico del cine (la peli es del 78) llega ahora al teatro con Pere Ponce, Marta Ribera, Enrique Viana, Chani Martin, Luisa Martín, Pedro Mari Sánchez, Luis Callejo o Elisa Matilla al frente del reparto que dirige Juan Echanove. Es la historia de un empresario catalán que busca hacer negocios en Madrid y acude a una cacería con la élite del régimen franquista. Entre lo cómico y lo crítico, entre lo irónico y lo agudo, este "retablillo del poder", en palabras de Echanove, es una gran oportunidad para volverse a mirar en el espejo de la historia a través de la risa. "Una risa un tanto amarga que nos hace ver que después de 50 años pueden haber cambiado los hilos, pero el telar sigue siendo el mismo", sentencia el director.

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