Una de las piscinas naturales más bonitas de España se esconde en el interior de Castellón
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Las piscinas naturales más espectaculares e imprescindibles de España

Tenerife, Lanzarote, Guadalajara, Cuenca, Castellón o Teruel esconden lugares increíbles para darse el mejor baño del verano

Dani Cabezas
Escrito por: Noelia Santos
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Piscinas naturales, playas fluviales, pozas en plena naturaleza, embalses, pantanos o charcas de agua dulce. Lo importante no es cómo las llames, sino decirte dónde están las mejores piscinas naturales de España. Porque aunque Madrid presume de pueblos marineros con playa, también es interesante poner rumbo hacia otras latitudes (pero sin salir de España), desde a las exóticas islas de Tenerife y Lanzarote, o al mar interior de Guadalajara e incluso Teruel, en el corazón de la Toscana española. Todos ellos auténticos paraísos en los que disfrutar de un refrescante baño de agua dulce o salada y que se merecen una escapada única en cualquier época del año (pero en verano más).

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Resulta increíble que a poco más de dos horas desde Madrid (en AVE o en coche) se encuentre uno de los mejores ejemplos de termalismo europeos. Se trata del lago termal más grande de Europa, una piscina natural gigantesca, de aguas tranquilas y aspecto cristalino, en medio de una finca de bosque frondoso de más de 70.000 metros cuadrados. Rodeado de un paisaje romántico y decimonónico, en este lugar brotan varios manantiales de agua mineromedicinal a una temperatura constante de 32º C; hasta que llegan al lago, entonces bajan hasta los 28 y 29º C y así se mantienen durante todo el año.

Fuente de los Baños de Montanejos (Castellón)

La piscina natural de Fuente de los Baños de Montanejos lo tiene todo para estar en la lista de las más bonitas de España por motivos propios: aguas cristalinas, de un intenso azul turquesa y entre barrancos, como un lago azul rodeado de paredes rocosas de vértigo. Y de aguas mineromedicinales, porque de sus manantiales brotan aguas con efectos curativos conocidas desde finales del siglo XIX, que fue cuando se levantó el balneario que dio fama a esta zona del interior de Castellón. Un destino al norte de la Comunidad valenciana que, para quien no lo sepa, es la segunda provincia más montañosa de España, dato curioso teniendo en cuenta que se trata de un lugar bañado por el Mediterráneo. 

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Charco Azul (La Palma)

Después de la tomernta siempre llega la calma, y ahora que la erupción del volcán Cumbre Vieja parece solo un sueño, es momento de regresar a La Palma y contrubuir en la medida de lo posibie en la reconstrucción de la isla. Sobran los motivos, y el Charco Azul es uno de ellos, que para eso es su piscina natural más elogiada: un rompeolas entre San Andrés y Sauces (uno de los pueblos más bellos del norte de la isla) protegido del oleaje gracias a una intervención premiada internacionalmente. Entre sus virtudes, sus grandes dimensiones, su piscina infantil, una pequeña cascada, escaleras de acceso y hasta solárium. 

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Otro paraíso cercano si vives en Madrid. El municipio de Enguídanos, en la Serranía de Cuenca, está bañado por cinco ríos, el Cabriel y cuatro de sus afluentes, el Guadazaón, el Narboneta, el San Martín, y el Mira. En Las Chorreras encontrarás rápidos, gargantas, cascadas y unas encantadoras piscinas de agua turquesa. Todas ellas recorren unos 300 metros en el trascurso del río Cabriel, invitando al baño a quienes se acerquen a descubrir este enclave único.

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Playa de Ardales (Málaga)

Aguas azul turquesa e impresionantes arenales que asoman tras un frondoso bosque de pinos. Pero no, la playa de Ardales no es una playa sino una zona de baño a orillas del embalse de Guadalhorce, en el interior de la provincia de Málaga. Muchos la conocen ya como la playa del Caminito del Rey, porque es ahí donde se encuentra: al final de la ruta de senderismo más conocida y vertiginosa de Andalucía, como un premio para refrescarse al concluir la hazaña de cruzar sus icónicas pasarelas. 

La Pesquera (Teruel)

No es una, sino varias las piscinas naturales y pozas que salpican el cauce del río Ulldemó, afluente del Matarraña que da nombre a una comarca tan desconocida y misteriosa como preciosa y sorprendente. Estas piscinas son uno de sus grandes ejemplos: charcos de aguas azul turquesa rodeadas de un paisaje que muchos han bautizado como 'Toscana española'. La Pesquera se llega desde la vecina localidad de Beceite, uno de los pueblos más bonitos de la comarca, con permiso del idílico y fotogénico Valderrobres. 

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Gulpiyuri (Asturias)

¿Puede existir una playa sin mar? Claro que sí. Y la prueba está en Asturias. Con sus apenas 50 metros de costa, Gulpiyuri puede presumir de ser la playa más pequeña de España y, probablemente, una de las más pequeñas del mundo. De lo que no hay duda es de que se trata de una de las más curiosas. Se formó a lo largo de siglos, cuando el mar fue creando una cueva que, tras hundirse, permitió el paso del agua. ¿El resultado? Hay que verlo para creerlo... y disfrutarlo.

El Charco Azul de Chulilla (Valencia)

No todos los baños de Valencia se hacen en el mar. Sucece en este pueblo del interior de la Comunidad Valenciana, que esconde no de los mejores baños del verano. Se trata del Charco Azul de Chulilla, un pueblo oculto en el Parque Natural de Los Calderones, donde el río Turia serpentea por barrancos y cañones impresionantes. Es precisamente ahí, escondido entre paredes rocosas verticales de más de cien metros de altura, donde se encuentra esta piscina natural, un premio para los senderistas y aventureros que se lanzan a caminar los dos kilómetros que separan este pequeño embalse del pueblo (quien se atreva con la ruta circular, tendrá que recoerrer unos 3,6 kilómetros, pero merece la pena). 

 

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El Caletón (Tenerife)

Es una de las atracciones preferidas por quienes visitan la isla canaria de Tenerife. El Caletón, en la localidad de Garachico, al norte de la isla, es famoso por sus caprichosas formas originadas por la erupción del del volcán de Trevejo, allá por 1706. Un lugar perfecto para bañarse cuando baja la marea y también para que los más valientes salten desde lo alto de las rocas. Aunque la entrada es gratuita, reservar es imprescindible dado que el aforo es limitado.  

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Es imposible asistir a una maravilla de la naturaleza como el Valle del Jerte y no quedar prendado por su belleza. Casi tanto como no darse un baño en las piscinas naturales de la Garganta de los Infiernos. Una de las más conocidas es la de Los Pilones, un paisaje tan inconfundible como onírico, gracias a sus singulares pozas de agua cristalina moldeadas en la piedra debido a la erosión del agua a lo largo de los siglos.  

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Pou Clar d’Ontinyent (Valencia)

Si algo invita a un baño son las aguas cristalinas. Y pocas lo son más que las de Pou Clar d’Ontinyent, una playa natural formada gracias al caudal del río Clariano y ubicada en el Paraje Natural Municipal Serra de l’Ombria-Pou Clar. Un pequeño paraíso del que los vecinos de Ontinyent se sienten orgullosos. No querrás salir del agua. 

Lago de Sanabria (Zamora)

A juzgar por la cantidad de sombrillas en primera línea, nadie diría (a simple vista) que esta no es una playa. Y es que el lago natural más grande de España (y uno de los más grandes de Europa, con unos tres kilómetros de largo, y más de 50 metros de profundidad) se convierte cada verano en una la zona de baño más concurrida del interior de la provincia de Zamora. No faltan ni las tablas de paddle surf ni los unicornios flotantes tamaño XL. La visita en los días de calor es incuestionable, en invierno también: el paisaje glaciar que lo formó hace más de 100.000 años de antigüedad lo merece. 

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La Font Calda, (Tarragona)

Si lo que buscas es agua caliente, pocos lugares tan espectaculares como la Font Calda, a sólo 13 kilómetros de Gandesa, en Tarragona. Allí, en el margen izquierdo del río Canaletes, hay una fuente termal de la que brota el agua a una temperatura de 28 grados. No es un agua cualquiera: se le atribuyen propiedades medicinales gracias a su riqueza en  cloruro sódico, cloruro cálcico, sulfato magnésico y carbonato cálcico. 

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Cualquier visita a la Sierra de Gredos es un acierto seguro. Pero en verano, esa excursión ha de pasar sí o sí por la localidad abulense de Arenas de San Pedro. Allí se ubican dos espectaculares piscinas naturales de aguas, eso sí, frías como el hielo. También, tan limpias y cristalinas que puedes ver a las truchas nadando entre tus piernas mientras te bañas.

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Sa Pedrera (Ibiza)

Es uno de los secretos mejor guardados de la siempre sorprendente isla de Ibiza. Unas cantera de piedra arenisca en las que se forman charcos de aguas transparentes, que cambian de color según el momento el día, y que invitan al máximo relax. Eso sí: hablamos de un lugar pensado para los aventureros. Para llegar allí es necesario atravesar caminos de tierra, un bosque y hasta dunas de arena. Merece la pena. 

Fuentes del Algar (Alicante)

A sólo 16 kilómetros de Benidorm, en la localidad de Callosa d'en Sarrià, existe un recóndito lugar que contrasta con sus rascacielos infinitos. Declarado como Zona Húmeda Protegida, las Fuentes del Algar son un espectáculo de la naturaleza. Sus cascadas se conectan entre sí a través de pequeños canales. Y sus piscinas invitan a un refrescante baño. El paraíso debe parecerse a esto. 

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No hace falta irse muy lejos del centro de Madrid para descubrir una de las piscinas naturales más increíbles de toda la Península. Las Presillas, junto al cauce del río Lozoya y con unas increíbles vistas del Pico de Peñalara, es un complejo que incluye tres piscinas naturales. También uno de los destinos preferidos por los madrileños que buscan huír del calor. Y hay pocos lugares mejores que este para hacerlo: la temperatura del agua hace honor al pueblo en el que están ubicadas, Rascafría.

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