A diario, los mediodías de Manifesto 13 son algo tranquilos, a la espera de que el ritmo se acelere de noche. Cada momento luce en un local al que Marta Banús ha sabido sacarle toda su fotogenia y mood de rabiosa actualidad. La estética industrial de tuberías al aire, paredes desnudas y esqueleto de hormigón se suaviza con formas redondeadas, madera limpia en la gran estantería, y luz natural que baña la planta de arriba desde los enormes ventanales a la calle. A medio camino entre Brooklyn y una bottega italiana. Abajo convive el obrador (todos los días hacen pasta fresca con sémola rimacinata y harina 00) con una mesa larga que dará mucho juego. Pero es difícil alejarse de la preciosa barra de triple piedra y armazón negro sobre la que gravita todo. El resto es para que algunos vinilos decoren mientras el vino natural en el botellero de obra termine por definir las intenciones.