Empiezan, poco a poco, a salir también las historias de las mujeres que sufrieron el horror de los campos de concentración, mujeres que durante años han sido olvidadas por los libros de historia, por los homenajes públicos, por la ficción sobre el Holocausto. También las víctimas más invisibles siempre son las mujeres.
Por eso es reconfortante que Amaranta Osorio e Itziar Pascual hayan elegido a una judía del campo de Terezin como protagonista de este 'Moje Holka, Moje Holka', que así se titulaba originalmente el texto que ganó el Premio Jesús Domínguez en 2016. Una judía que sufre las violaciones de los nazis, que cuida de los niños en el campo y que además tiene que aparentar que todo está bien para que los emisarios de la Cruz Roja que visitan el campo den el visto bueno al régimen alemán. Su historia no es la única que cuentan Pascual y Osorio: la otra historia se entrelaza con la de una entomóloga. Mejor no ahondar, porque de la relación entre ambas va la función.
A Goizalde Nuñez y Ángela Cremonte se les reconoce por la televisión, pero se les conoce el teatro en cuanto hablan, en cuanto dominan el espacio, en una presencia singular. Interesante elección la ira para el personaje de Cremonte, una auténtica patada a los clichés. Más cuestionable es la evolución de Nuñez hacia la tercera edad, no tanto por ejecución sino por la opción en sí misma, quizá fuera de código. Un uso sobrio e inteligente de los audiovisuales y la limpieza en la alternancia de espacios confirman la dirección hábil y sin alharacas de Natalia Menéndez.
Es una pena, sin embargo, que al final el objetivo de esta historia quede tan explicitado por los personajes. Recomendable para conocer otro aspecto más de la Segunda Guerra Mundial antes de que nos caiga encima la tercera...
Dirección: Natalia Menéndez. Reparto: Ángela Cremonte, Goizalde Núñez.