La virguería de 'Todas las noches de un día' está en el manejo del espacio y el tiempo. Este thriller poético escrito por Alberto Conejero se desplaza con rapidez entre el pasado y el presente, entre un espacio indeterminado y ese invernadero decadente, y con este viaje, utilizando como único ansible la palabra y la interpretación, nos desplazamos a su vez entre la intriga y el deseo, entre la historia de 'Doña Rosita la soltera' y la botánica.
Y todo sin salir de un único espacio, que se mueve gracias a los fenómenos meteorológicos, la iluminación y el juego con el interior y el exterior de la escenografía de Mónica Borromello. Luis Luque ha trabajado muy fino para aportar dinamismo visual a un texto que propone lo trepidante desde un lugar inmaterial. Lo más complicado siempre, la atmósfera, está lograda. Innegable la responsabilidad del reparto en todo ello. Carmelo Gómez es maravilloso, seguro que nada estoy descubriendo; en él descansa el viaje temporal y ha encontrado la naturalidad para desplazarse entre el pasado y el presente. Ana Torrent aporta glamour y misterio con rotunda credibilidad, ambas texturas fundamentales para que la propuesta funcione.
Eso sí, Doña Rosita está muy presente en la obra. Sin saber nada sobre el origen del texto, tuve esa sensación cuando lo leí, poco después de que ganara el III Certamen de Textos Teatrales Jesús Campos, y me volvió a asaltar durante la función. El entusiasmo ya dependerá de cuánto le interese a cada espectador una trama cuyo epicentro es una mujer que espera a un hombre mientras otro hombre, a su vez, la espera a ella. Como espectáculo, sin lugar a dudas, hará las delicias de los amantes del lenguaje, mantiene bien la intriga hasta el final y cuenta con dos actores soberbios.
Texto: Alberto Conejero. Dirección: Luis Luque. Intérpretes: Carmelo Gómez y Ana Torrent.